—¿En serio vas a dejar que ese alfa entre en tu casa?
SeokJin le miraba con el ceño fruncido, intentando parecer serio, pero la boca llena de sándwich de atún y las comisuras manchadas de mayonesa no le eran de ayuda.
—Traga antes de hablar, burro. —se quejó Jungkook limpiando con la manga de su camisa los restos de pan que su amigo le había escupido a la cara.
Jin tragó y se limpió la boca.
—En serio, Kook. No me gusta, no me gusta nada. Taehyung da miedo, se comporta como si odiara todo lo que le rodea.
—¿Qué es lo peor que podría pasar? Solo vamos a hacer un trabajo juntos.
—¡¿Que qué es lo peor que podría pasar?! Mira, si aparece en primera plana en los periódicos locales como "chico descuartizado por psicópata homicida", no me vengas llorando, porque yo ya te lo habré advertido.
—¿Cómo se supone que iba a ir llorando si estoy...? Ya, déjalo. Estás siendo un exagerado, además, Taehyung nunca ha hecho nada para que pienses así de él aparte de ser tremendamente serio. ¿Alguna vez has hablado con él? Yo el otro día lo hice y sigo vivo. No seas prejuicioso, Jin.
—Bueno, bueno, pero, si mueres, me quedaré con tu play.
Jungkook rió y negó con la cabeza.
—No tienes remedio.
En realidad, Jungkook mentiría si dijera que no estaba nervioso y, quizás, un pelín asustado. No había visto al alfa en todo el día, pero se encuentra acordado verso aquella tarde en casa del omega para comenzar el trabajo. Afortunadamente, el día anterior compartió números de teléfono y Jungkook simplemente podía mandarle un mensaje con la ubicación
Jungkook:
Hyung, no ha venido hoy a clases, ¿sigue en pie lo de esta tarde?
Le mando la dirección de mi casa por si acaso :3
Jungkook ha enviado una ubicación.
Taehyung:
Ok
Jungkook frunció el ceño ante tan escueta respuesta, pero no le dio demasiada importancia. Si tan solo hubiera sabido que, si Taehyung no había aparecido por el instituto aquel día, era porque estaba demasiado nervioso por verse con él después de clases.
Eran las cinco y doce minutos exactos, dos minutos tarde de la hora acordada. Taehyung maldijo internamente, quizás ese día debería haber hecho una excepción y dejado que el chófer lo llevara. Había perdido el bus y tuvo que correr desde su casa hasta la del omega en la otra punta de la ciudad. Y no había nada que Kim Taehyung odiara más que correr. Llegó a casa de Jungkook jadeante y sin respiración, aunque no sabía muy bien si era a causa de la carrera o de su nerviosismo por encontrarse con el menor.
Jungkook vivía en una casa modesta, muy pequeña si la comparábamos con la enorme mansión de Taehyung, pero tremendamente acogedora. Contaba con dos pisos de fachada blanca y un porche de madera pintada de celeste, con la barandilla adornada por maceteros de geranios de color rojo intenso. Taehyung se acercó, las manos temblando y el pulso acelerado, esta vez sí estaba seguro de que la carrera no tenía nada que ver con sus reacciones. La madera del porche crujió bajo sus robustas botas militares, estuvo unos minutos de más observando la desconchada pintura del banco columpio del porche antes de atreverse por fin a pulsar el timbre. Pasaron un par de minutos en los que Taehyung se planteó volver a salir corriendo antes de que se escuchara un estruendo tras la puerta y el sonido de pasos acercándose le indicara que ya no había marcha atrás.
Taehyung recompuso su expresión a una de indiferencia fingida cuando la puerta se abrió por fin, aunque rápidamente se volvió un gesto de confusión al no ver a nadie al otro lado.
—¿Quién eres tú?
Una voz fina y chillona atrajo su atención hacia el suelo, donde un pequeño niño le observaba desde abajo con la curiosidad reflejada en su infantil rostro. Taehyung frunció el ceño, ¿se había equivocado de dirección?
—¿Esta es la casa de Jeon Jungkook?
El pequeño asintió enérgicamente. Su pelo negro se movió arriba y abajo siguiendo el movimiento de su cabeza. El niño tendría seis años como mucho, aún no había presentado. Su piel era pálida y unas mejillas regordetas redondeaban su rostro.
—¿Para qué buscas a mi hermano?
Taehyung abrió la boca sorprendido, pero, antes de que pudiera decir nada, una voz se le adelantó.
—¿Con quién hablas, Sungjin?
—Aquí hay un chico que te busca, Kookie.
—Te he dicho mil veces que no abras la puerta. ¿Qué es lo que tienes que hacer?
—Avisarte a ti primero.
—Exacto.
Taehyung logró esa escena familiar incapaz de moverse del sitio. Jungkook había aparecido con el pelo revuelto y ropa de estar por casa, unos holgados pantalones a la rodilla y una sudadera rosa pálido, viéndose tan natural y hermoso que le cortó la respiración. Sencillamente adorable. Había cogido al pequeño niño entre sus brazos y le hablaba con cariño, reprimiéndole con dulzura y una suave sonrisa en sus delgados pero jugosos labios. Los ojos de Jungkook se posaron avergonzados sobre Taehyung que aún esperaba en el porche.
—Lo siento mucho, hyung. Se me ha hecho algo tarde. —se disculpó tímidamente.
Taehyung negó, recomponiendo su fachada despreocupada e indiferente.
—¿Quién es, quién es, Kookie? —preguntó el niño, posando su pequeña mano sobre la mejilla del omega.
—Es Kim Taehyung, vamos a hacer juntos un trabajo de clase, así que necesito que vayas a jugar a tu habitación y no hagas mucho ruido, ¿vale?
—¿Puedo jugar con mi camión nuevo?
Jungkook asintió con una sonrisa y dejó al niño en el suelo. En cuanto los pies del pequeño tocaron la fría madera, salió corriendo hacia el piso de arriba gritando "¡Soy un bombero, niiiiii noooooo niiiiii nooooo!".
Jungkook rió suavemente mirando con cariño a su pequeño hermano. Taehyung no sabía muy bien qué hacer.
—Lo siento, hyung. Se suponía que Sungjin no estaría, pero mi madre vendrá tarde de trabajar y tengo que cuidarle.
—No... No importa.
—Puedes pasar.
Jungkook se hizo a un lado con una suave sonrisa, invitando al alfa a entrar en su casa. Taehyung entró, observándolo todo, sintiéndose fuera de lugar. Su madre habría torcido el gesto y habría dicho con su voz de nueva rica estirada y presuntuosa "Menudo montón de muebles de mercadillo." Pero, mirara donde mirara, Taehyung solo podía ver la esencia de una familia cariñosa, de esas que llenaban las paredes con fotos de sus hijos y cuadros con frases motivadoras. Cuando Jungkook no miraba, se permitió sonreír viendo una foto del omega de pequeño. Todo mejillas sonrojadas y rizos alborotados, tremendamente adorable.
—¿Vamos, hyung?
Taehyung siguió a Jungkook hacia el interior de la casa, hasta el salón, donde montones de libros y un portátil los esperaban sobre una gran mesa de madera. Sinceramente, esperaba que ese trabajo se alargara mucho, lo suficiente como para grabar al pelirrojo en su retina.
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intocable, taekook
Fanfiction─todos sabían que se pertenecían mutuamente. tras meses de silenciosa observación, ¡llegó la hora de pasar a la acción! taehyung es el alfa más temido y respetado en todo el instituto, pero no ha podido evitar caer por el dulce omega de cabello pe...