final

6.8K 823 114
                                    

Taehyung tuvo que esperar un angustioso día entero hasta poder volver a ver a Jungkook. El omega llegó tarde a clase, arrastrando los pies, con la piel más pálida y sin brillo, el pelo desordenado y profundas ojeras bajo sus ojos.

El olor de la tristeza era tan intenso que la temperatura del aula descendió un par de grados. Ni siquiera el profesor se atrevió a reclamarle por la tardanza, parecía estar a punto de quebrarse. Taehyung quería pegarse un tiro por eso.

Jungkook se había tomado dos supresores esa mañana y se había obligado a salir de la cama. Él no era así, él no dejaba que nada arruinara su buen humor, no importaba lo mucho que doliera ver a Taehyung sentado en su sitio de siempre, con la vista clavada en su persona.

Jungkook y su orgullo malherido hicieron todo lo posible por ignorar al alfa y a su delicioso olor masculino que le evocaba dolorosos recuerdos de unas manos recorriendo cada rincón de su cuerpo desnudo y haciéndole suspirar. Maldijo en voz baja, debía olvidarse de Taehyung. No podía hacer nada si el alfa le había rechazado. Y volvió a maldecir, porque él nunca maldecía.

Caminó hacia su mesa y se sentó al lado de Seokjin, que lo miró con preocupación.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó.

—Estoy bien.

Y sonrió, la sonrisa más rota del mundo.

Seokjin fingió creerle y él suspiró agotado intentando poner algo de atención en la clase. No podía permitirse que sus notas bajaran, eso nunca. Aunque era verdaderamente difícil concentrarse cuando podía sentir la mirada de Taehyung clavada en su nuca, casi como un contacto físico real.

Sabía que su aspecto no era el mejor, y que estaba llamando la atención de muchos a su alrededor. Incluso el señor Choi, que normalmente tenía predilección por él para hacer preguntas sobre la materia, había decidido darle su espacio, ignorándole durante toda la clase. Se lo agradeció mentalmente de todo corazón.

Taehyung no podía apartar la mirada de la enmarañada cabellera de Jungkook, estaba en tensión, forzándose a mirar la pizarra, ignorándole deliberadamente.

Tenía que encontrar el momento justo para hablar con Jungkook, para poder decirle que sentía haberse marchado, que lo amaba y que nunca se iría de su lado, pero las manecillas del reloj parecía reírse de él, moviéndose con una lentitud exasperante.

Taehyung nunca fue un buen alumno, pero aquel día ni siquiera fue consciente de qué asignaturas estaba teniendo. Ni siquiera se molestó en sacar los libros de la mochila, lo que fue algo bueno cuando sonó el timbre y solo tuvo que levantarse para dirigirse rápidamente hacia el omega.

Jungkook no necesitó ver a Taehyung para saber que se acercaba, su olor era intenso y podría reconocerlo a kilómetros de distancia, ahora más que nunca.

—Lo siento, Jin, tengo prisa.

Sin esperar respuesta de su amigo, salió corriendo de la clase, en dirección a la cafetería.

—¡Jungkook!

Escuchó a Taehyung llamarle, pero hizo su mejor esfuerzo para ignorarlo. Aprovechó su baja estatura para fundirse con la marea de estudiantes que se dirigían a la cafetería.

Ese día se sentaría con Youngkyun y Jihoon, Taehyung no se acercaría a él delante de tanta gente. Ese pensamiento le dolió, empezaba a pensar que quizá el alfa se avergonzaba de él.

Desechó aquello de su mente y siguió caminando hasta llegar a la doble puerta de la cafetería. Por suerte, sus amigos alfa y beta eran siempre los primeros a la hora de almorzar y ya estaban sentados en su mesa habitual con un grupo de chicos, comiendo y charlando animadamente. Jungkook corrió hasta llegar a ellos.

intocable, taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora