𝙿𝚛ó𝚕𝚘𝚐𝚘

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Estambul, Turquía, 25 de noviembre de 1539

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Estambul, Turquía, 25 de noviembre de 1539.

Mihrimah Sultan, hija del sultán otomano Solimán el Magnífico y su esposa Hürrem contaba con diecisiete años cuando fue comprometida con Rüstem Pasha el gran visir.

Ella sabía lo que le deparaba el destino en ese matrimonio, se negaba rotundamente a contraer nupcias con ese hombre pero no podía desobedecer al Sultán.

Pensó en pedir ayuda a su madre pero está se demostraba muy emocionada los preparativos de la boda. Su ánimo estaba por los suelos, estaba desesperada por hallar una solución para evitar ese desdichado evento.

Fahriye Kalfa observaba a su sultana caminar de un lado al otro esperando la llegada de una mujer que se consideraba una bruja para idear un plan.

Un toque en las enormes puertas de madera hizo que ambas mujeres se quedarán estáticas, las puertas se abrieron dejando ver aún mujer mayor con su cabello blanco y de baja estatura, hizo una reverencia ante Mihrimah.

— Sultana —  las puertas se cerraron y la mujer de cabello blanco alzó su cabeza.

— Arriba, mujer. Espero que tengas una solución para este lío. — camino hasta un sillón y se sentó para después acomodar su vestido.

— Mi sultana me siento halagada de que recurriera a mí. — de entré sus ropas saco un anillo con una enorme piedra incrustada en él.

— ¡Allah! ¿Un anillo? — murmuró enojada.

— No es cualquier anillo mi señora, puede ayudarla. — se acercó a ella y Fahriye tomó el anillo en sus manos examinandolo.

— Kalfa, dale unas monedas a la mujer por sus servicios.

— Una cosa Sultana, ese anillo es muy poderoso debe cuidarlo de las personas que desean hacer mal. Sólo piense en lo que quiere, el se lo consedera.— sin decir más la mujer salió de los aposenstos.

— Fahriye, prepara mis cosas salimos al amanecer — dijo cerrando sus ojos.

— Pero mi Sultana, ¿A dónde iremos? — cuestionó preocupada.

— No lo sé, pero debemos salir de aquí antes de la ceremonia. — tomó una taza de té y dió para dar un pequeño sorbo — Se que mis hermanos estarán bien pero temo por mi padre hemos pasado tanto tiempo juntos.

— Bien sultana, preparé algunas cosas. Kemal nos esperará en la puerta trasera del palacio junto con otros guardias para escoltarnos hasta el puerto — hizo una reverencia y salió en busca de vestidos.

Las horas pasaron rápidamente, Mihrimah caminaba por los pasillos junto con la Kalfa que llevaba un pequeño bolso con pertenencias de ambas mujeres a lo lejos observaron a varios hombres que las acompañarían hasta el puerto.

— Sultana — se reverencio — Debemos pasar por el bosque para no levantar sospechas, debemos ser rápidos si no queremos ser descubiertos.

Emprendieron marcha hacia el bosque, caminaron entre los árboles cuando se detuvieron por el sonido de ramas quebrándose.

— Mi Sultana quédese atrás de nosotros — murmuró Kemal en voz baja.

Los hombres vestidos de negro se acercaron empuñando sus espadas listos para atacar, era bien sabido que había ladrones en medio del bosque. Una sola palabra y el sonido de espadas chocando entre sí interrumpía la tranquilidad del bosque.

Uno tras otro cayeron al piso quedando sólo dos hombres que seguían luchando.

— Sultana corra — dijo Kemal viendo a su oponente.

Ambas féminas corrieron adentrándose más al bosque perdiendo de vista a los hombres, se ocultaron detrás de un árbol para recuperarse.

— ¡Las atrapare! — un grito las alarmó — Me darán una buena paga por ustedes — Mihrimah voltio sigilosa para buscar donde se encontraba el hombre, sin embargo él se encontraba al lado contrario con una gran sonrisa en su rostro — Las tengo.

El anillo que se encontraba en el dedo de la sultana empezó a brillar con intensidad, haciendo de se alterarán, el hombre se acercó con intensión de atraparlas pero desaparecieron en menos de un minuto.

Las mujeres aparecieron en un bosque muy diferente al que estaban, no lograban reconocerlo.

Mientras tanto en Estambul se acercaba la hora de la ceremonia la sultana Hürrem se dirigía a los aposentos de su hija, las puertas se abrieron pero no había nadie allí.
La angustia apareció en su rostro, las hatun buscaban en cada rincón del palacio junto con los guardias.
El sultán se encontraba en una reunión de estado cuando un guardia llegó con la noticia.

— Majestad — se inclinó ante el.

— Adelante — dijo mientras firmaba un documento.

— La sultana Mihrimah... — rezo en su interior antes de continuar.

— ¿Ya está lista mi flor? Quiero verla — se levantó de su silla con intención de salir.

— Mi señor, la sultana  Mihrimah no aparece en ningún lado — con temor y un leve temblor vio a los ojos del sultán.

— ¡Agas! Preparen mi caballo saldré a buscar a mi hija — ordenó mientras acomodaba su túnica.

Los soldados inspeccionaban cada lugar de la ciudad, un grupo de ellos llegó al bosque donde encontraron a hombres tendidos en el piso llenos de sangre unos metros más adelante encontraron una pulsera con el símbolo de la dinastía otomana.

— No — murmuró en voz baja Solimán.

Hürrem corrió hacia su esposo, dejando atrás a sus damas de compañía, de reojo observó la pulsera y cayó de rodillas.

— ¡Mihrimah! ¡No! — lágrimas empezaron a caer de sus ojos.

— Majestad, sultana, lo lamento no se a encontrado a la sultana Mihrimah —

La noticia de la desaparición repentina de un integrante de la dinastía otomana se expandió por todo el mundo causando un gran revuelo.

Mihrimah y Fahriye estaban aterradas, ¿en qué mundo estaban? Un letrero con letras grandes se encontraba a unos metros de ellas, Fahriye leyó lo que encontraba escrito en voz alta.

— Bienvenidos a Forks.

— Bienvenidos a Forks

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Aclaraciones:

- Los personajes de Crepúsculo y la serie El sultán no me pertenecen.
- Se realizarán cambios en la historia original.
- Todos los derechos de la historia son reservados, por ello se prohíben las copias u adaptaciones.
- Este fanfic cuenta con errores ortográficos que serán corregidos al terminar la obra.

Mihrimah | Emmett CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora