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Aquila no sabe por cuanto tiempo deberá soportar la cámara de Dennis Creevey.
No venía a su caso que tuviera una inseguridad con su rostro, por un lado fue cierto, aunque ya no es tan recurrente como antes. En esa edad, la mayor parte del tiempo, podías verla sumergida en su propia investigación sobre Antígona. A pesar de tener la inicial con una bien escrita A, (ella viene de una familia sangre pura y Antigona era hija de Edipo, entonces ¿quedaría?) la diferencia más remarcable era que, Antigona quería un trato justo con el entierro de sus dos hermanos, y tampoco deseó que se murieron trágicamente. Y luego encontramos a Aquila, quien si pudiera, arrojaría a su hermano de las escaleras con tal de quedarse con su herencia.
Desafortunadamente dejó el sueño de tener una familia después de ver que su madre era desinteresada, su padre la abandonó a su suerte en un lugar que no tiene una pizca de interés dedicado hacia ella, y con su hermano mayor. Era lo más similar a un cuadro familiar, teniendo muchísimos errores.
Su pregunta existencial el día de hoy fue: ¿qué caso tenía festejar tu cumpleaños si ni cuentas con una familia?
—Edward, Edward, Edward —Effie Weasley venía agregándole más volumen a su tono de voz. Tuvo plasmada en su rostro una confusión, al ver a Aquila comiendo un pedazo de brownie en el sillón—. Aquila —sonrió—. ¿Sabes donde está Edward?
Negó con la cabeza, volvió a cerrar los ojos, concentrándose en el espectacular sabor del brownie especial de cumpleaños y en la música de fondo con R. E. M. Frunció las cejas al oír un crujido, le restó importancia durante unos segundos, hasta que recordó quien estaba a su lado y fue inevitable no soltar un:
—Merlin te cague.
En un inútil intento, Effie tomo la corona de juguete y la puso atrás de la almohada que estaba a su izquierda. Sonrió forzadamente, hasta que finalmente, suspiró, bajo la cabeza y al volver a levantarla, tenía los ojos de cachorro.
—Perdón.
—Di le eso a tu mam—
—No fue mi culpa —dijo automáticamente.
—Per—
—Tal vez sí —repitió, quitándole nuevamente las palabras a Aquila—. Ehm, ¿Denis? —se volteó, Aquila la siguió.
—¿Feliz cumpleaños? —dijo con cierta incomodidad, rascándose atrás de la oreja, ocultó su rostro ovalado en la pesada cámara que sostenían sus manos.
