“Prólogo” .
Él llora…
¿Y yo? Yo, sólo soy únicamente capaz de sonreír al ver la miseria en la que se sumerge; cada parte de mí, cada arteria y músculo de mi cuerpo solo brincaban de regocijo al escucharlo suplicar.
Demasiado lastimero para mi gusto ¡Y hasta he empezado a creer que tengo más bolas que éste cerdo inútil! Respiro profundo e intento buscar un poco de paciencia, pues, necesito regocijarme y empalarme más de su lastimero teatrito.
—¡Matteo! — Grito desde el pequeño cuarto de la bodega. En cuestión de segundos aparece con tres hombres más acompañándolo.
—Matteo, quítale la mordaza por favor. También tráeme una copa de vino. — Ordeno, mi voz autoritaria me hace sentir orgullosa y él solo se limita a asentir, después de quitarle la mordaza sale de la bodega con los tres hombres que lo acompañan a su espalda.
Me acerco de manera seductora al hombre que está atado en una pequeña silla frente a mí y debo decir que su estado es desfavorable ¡Pobrecillo! Acerco mi cara a la suya y sonrío de medio lado.
La hermosa cara que presumía tener está desfigurada: ojos hinchados y morados, pómulos deformes y los labios irreparables.
Me coloco frente a él con la sonrisa burlona dibujada en mi rostro, la puerta de la vieja bodega se abre dejando ver a Matheo con una botella de vino tinto y una copa en la mano, las coloca sobre la pequeña mesa que ya estaba en el diminuto cuarto, el hombre atado y golpeado balbucea tanto como un bebé, se que intenta insultarme pero su estado no se lo permite.
Sonrío.
¡Nada puede ser mejor!
—Donna, nuestros hombres están en la puerta y yo estaré en el muelle quedan cosas por resolver — Asiento y respondo: — No quiero errores, nos queda poco para salir de Francia. — Sin más, sale sin decir palabra alguna.
Camino a la mesa que parece estar a punto de caer debido al deterioro y con calma me sirvo un poco de vino, me giro para encarar al tipo que podría ser mi pase de oro o mi camino a la tumba.
El pantalón de cuero negro se cierne de manera seductora a mis curvas y siento el peso de mi arma enfundada en el estuche que llevo en mi muslo derecho, los pequeños giros de mi muñeca hacen que el vino creé pequeñas olas rojas en la copa, llevo la copa a mi boca y saboreo el vino; dulce y amargo a la vez.
—Pierre, Pierre, Pierre…— exclamo con pequeños susurros mientras camino hasta quedar a su lado — ¡Oh, cariño! — me burlo. — Tranquilo, pequeño terminaré rápido contigo, tendré misericordia — suspiro y llevo la copa de nuevo a mis labios. — Me das risa, ¿Acaso no vociferabas y presumías de que nadie podría ni en un millón de años robarte tu imperio? Pues, mira que lo he logrado yo…— doy unos cuantos pasos alrededor de la silla, me inclino para que mis labios quede cerca de su oído y en un susurro pronuncio en perfecto francés:
— ¿Vous pret á muorir? (¿Preparado para morir?).
Solo es capaz de revolverse como gusano en la silla y puedo ver lágrimas en sus mejillas.
Cobarde.
Dejo la copa de vino en la mesa y desenfundo mi arma mientras camino a la puerta y justo unos pasos antes de llegar me giro, cargo mi pistola, antes de apuntar y presionar el gatillo pronuncio las últimas palabras que escuchara en su vida, en perfecto italiano.
—Il gioco é appena iniziato (El juego ha iniciado)
Levanto mi arma y disparo justo en su cabeza, sin más salgo del pequeño cuarto y sin mirar a los hombres que antes acompañaban a Matteo les grito mientras camino:
— ¡Ya saben que hacer!
Salgo de la bodega abandonada y respiro aire fresco, la brisa del mar golpea mi rostro, el muelle se encuentra a más o menos cuarenta minutos, en cuestión de segundos los hombres que me acompañan, a excepción de Matheo, aparecen a mi lado y la vieja bodega estalla en llamas.Algunas cenizas vuelan y se pierden entre las olas del mar. Suspiro; amo el mar, unas veces turbio y otras tranquilo, en la superficie logra albergar paz y tranquilidad, pero cuando vas acercándote al fondo le temes y te provoca incertidumbre.
Mi celular vibra en la parte trasera de mi pantalón de cuero, guardo mi arma en la funda y tomo en celular.
Un mensaje de Matteo.
“Donna, ya esta todo listo. Nos vemos en Italia”
Sonrío.
Me subo en el auto y lo pongo en marcha. Observo la guantera y tengo todo lo necesario.
A construir mi imperio y a ser la dueña y señora del mundo.
Sabía que la mafia francesa venía por mi cabeza, sobretodo después de mi osadía y teatro, pero no me importaba, en lo absoluto; estaba por encima de ellos y mil pasos más adelante.
Planeé todo de forma meticulosa y calmada, recluté a los mejores, y me preparé de la mejor manera.
¿Mi objetivo?
Controlar Europa, di el mejor salto, el mejor comienzo y ¡vaya que es excitante!
Acabaré a cuanto se interponga en mi camino y sin ningún atisbo de culpa de por medio, “la culpa” no tiene lugar en este negocio y mucho menos en mi diccionario.
Con el tiempo aprendí a volverme fuerte y dejar cada sentimiento de lado. Será pan comido tener a Europa a mis pies y especialmente Italia.
Mis planes son miles así que necesito estar lista.
Para mi suerte este negocio se maneja desde el modo operandi de los hombres y es una ventaja a mi favor, son fáciles de destruir, son predecibles y caen fáciles ante unas lindas piernas y esa era mi arma principal ante todo este plan: la seducción.
Imagine Dragon suena a todo volumen dentro de mi auto, la calle está desolada a excepción de mi auto y el de mis hombres.
No puedo estar más orgullosa de mí.
La vida me golpeó demasiado duro en el pasado, y tal vez lo seguirá haciendo, pero también debo admitir que me ha dado armar para defenderme de sus golpes. ¡Y vaya que lo he logrado!
Incertidumbre.
Amo dejar rastros de incertidumbre a mi paso, dejar duda y curiosidad en todo aquel que me conoce y es que, la curiosidad mato al gato y esa misma que yo dejo donde quiera que voy y a quien me mire. Derrumbaré imperios para apoderarme de ellos.
La duda para todos es la misma:
¿Quién soy yo en realidad?
¿Acaso soy tan inocente como lo parezco o solo es una mascara para lograr mis objetivo?
¿La respuesta?
Pues… nadie más que yo puede saberla.
...
“La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar.” — Mario Vargas Llosa.
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A Sangre Fría
Ficción GeneralSinopsis. Tener mis propósitos claros era algo coherente para mí, un mandamiento. Qué no debía romperse. Sí, "no debía" Pero unos malditos ojos azules, tan fríos como el hielo, han sido mi perdición. Soy Amelia Duet, no se dónde nací, pero fui a...