Capítulo Final

19 5 3
                                    


Narra Karina

Después de hablar con mi hermana y decidir quedarme aquí con ella debo resolver mi otra situación. Mis sentimientos por Maximiliano ya no se pueden ocultar después de lo sucedido. Esto decidida hablar con él aun con el miedo que me embarga de que lo que él quiera sea algo diferente a lo que yo quiero.

Entro a la recámara donde me trajeron cuando me desmayé por la impresión de ver a Karime viva, en carne y hueso. Él fue quien me convenció de escuchar a mi hermana luego de que se fuera llorando cuando la expulsé y Jesús fue tras ella. Él está acostado en la cama, con las piernas cruzadas y sus manos detrás de su cabeza. Se levanta en cuanto entro por la puerta.

—¿Podemos hablar? —inquiero sentándome en la cama frente a él.

—Eso he querido que hagamos desde la noche que pasamos juntos —asiento sin saber que más decirle. No encuentro palabras para empezar todo lo que quiero decirle.

—Ya que te cuesta tanto comenzar a hablar lo haré yo —dice suspirando tras un minuto de silencio por mi parte—. La razón por la que nunca me volví a dar una oportunidad con una mujer fue por algo que me sucedió en el pasado—Tiene toda mi atención. A esto se refirió Karime cuando me dijo que enterrara mis sentimientos—. Ser abogado tiene sus desventajas, la más peligrosa, son los enemigos que te ganas y justo eso me paso a mi —Anjá, pero no entiendo el punto a dónde quiere llegar—. El tema es, que ese enemigo mató a la que era mi novia en aquel entonces frente a mis ojos —Joder, esa bomba no me la esperaba. Pobrecito—. Cuando llegué hasta ella, antes de morir en mis brazos, ¿sabes que me dijo? —me pregunta y niego— Me dijo que yo era el culpable de su muerte y al instante cerró los ojos. Esas fueron sus últimas palabras para mí —A estas alturas Max se encuentra con algunas lágrimas en sus ojos—. Por eso no deseaba mezclarme contigo, para que no tengas el mismo final que ella por mi culpa—Yo niego con mi cabeza, llorando. Estoy tan enamorada de este hombre que me duele su dolor—, pero ya no deseo reprimir más mis sentimientos por ti, Karina. Yo quiero estar contigo, si tú me aceptas. Quiero amarte, cuidarte y protegerte como te mereces.

—Siento mucho que tu novia te haya dicho eso. No diré lo que pasó por mi cabeza porque la ofendería y está muerta —El ríe negando y prosigo—. Como bien sabes yo sufrí en manos de Abraham todo tipo de maltratos y hasta que estuvimos juntos me di cuenta de que nunca estuve enamorada de él, ni siquiera en nuestro inicio que fue nuestro mejor momento. Yo sé que no eres como él. Al amanecer de nuestra noche, solo quería quedarme contigo, pero había otras cosas importantes que hacer. Hoy, aquí frente a ti, quiero que sepas que te amo Maximiliano Escalona y que quiero estar contigo.

Me levanta de donde estoy y me sienta en su regazo para besarme. Me besa con ansias, con deseo. Me siento tan feliz, aunque aún nos quedan cosas por hablar.

—Max, espera —le digo deteniendo nuestro beso—hay algo más que debo decirte. —Eso capta su completa atención —. Karime se va a quedar aquí con Jesús —Max frunce el ceño y yo niego riendo—. Ellos están juntos Max, deja tus celos —oculta su rostro en mi pecho al sentirse descubierto—. Venga mírame. Yo me quedaré aquí. Quiero estar con mi hermana. ¿Te quedas conmigo para comenzar una nueva vida? —formulo la pregunta con algo de miedo de que su respuesta no sea la que yo deseo.

—Karina, a donde quieras que desees ir yo te seguiré. Yo solo quiero estar contigo y hacerte muy feliz.

Nos abrazamos y volvemos a besarnos por un largo tiempo. Nos deseamos mucho, mi piel ardiendo lo dice, y su dureza en mi zona íntima me dice que él también lo desea. Cuando íbamos a dar rienda suelta a nuestro deseo, entra mi adorada hermana irrumpiendo el momento.

—Lo siento chicos, pero vamos a la empresa de Jesús y aunque no sé si Karina ya te dijo Max quiero que estemos todos.

—Ya lo sé todo, Karime. Yo me quedó con tu hermana donde sea —dice y le doy un pequeño beso.

Nos montamos en un auto. Max y Jesús adelante, con el mencionado al volante y nosotros en la parte trasera. Iremos a la empresa de Jesús donde Karime nos dijo que trabajaríamos los cuatro. Los diamantes que Max y yo habíamos traído están en una caja fuerte entre nosotras para llevarlos a una bóveda de seguridad máxima de la empresa de la cual solo Jesús conoce su existencia y en algunos minutos, nosotros también.

De un momento a otro algo impacto contra el espejo retrovisor exterior del lateral izquierdo del auto. Rápidamente, Jesús aumenta la velocidad mirando por el espejo retrovisor de dentro del auto que nos persigue una camioneta negra con vidrios polarizados que impiden ver quien coño es ahora.

—Max —le llama Jesús aún fijo en la carretera—, en la guantera, saca las armas. Menos mal que las metí por si acaso —menos mal que él piensa en todo —. Muñeca —mi hermana se sonroja cuando la miro con el ceño alzado—, agarra un arma y trata de disparar a las llantas. Reviéntalas a balazos —hace una pausa—Karina, si quieres haz lo mismo y así ayudas a tu hermana.

Max nos entrega las armas a cada una y abrimos la ventanilla sacando la cabeza. Impactamos la primera bala y yo fallo dándole al costado del parabrisas que no se rompe, el maldito carro está blindando. Por su parte, Karime logró darle a una de las llantas logrando que la camioneta empiece a dar vueltas a la redonda en la calle, que, gracias al cielo, está desolada. Entramos al auto cerrando la ventanilla y Jesús aumenta aún más la velocidad.

Al llegar a la empresa, Jesús se baja como alma que lleva el diablo a ver a mi hermana y preguntarle si está bien. Veo a Max pensativo, se jala el pelo. Me acerco a él.

—Hey, tranquilo amor. Estoy bien. Mírame, estoy entera. Deja de preocuparte o te dará un infarto ante de los 30 —Sonríe negando con mi chiste de mal gusto, al menos logré sacarle una sonrisa.

—Eres magnífica. Solo tú me harías reír en este momento. Te amo —Me da un corto beso.

Entramos las dos parejas tomadas de la mano. Jesús lleva la caja fuerte. Observo a mi alrededor y no veo a ningún trabajador laborando. Que extraño. Quizá mandó a despejar el lugar para que nadie lo viera con la caja.

Tomamos el elevador hasta el último piso. Igualmente, que el recibidor, estaba desolado. Seguimos a Jesús hasta una oficina que supongo sea la suya. Cuando entramos, Karime habla.

—Hermana, acompáñame al baño —la miro extrañada, ¿quiere ir al baño ahora? —. Chicos, esperen por nosotras aquí —Karime observa a Jesús y este asiente y la que está perdida soy yo. Algo pasa aquí.

—¿Qué es lo que pasa? —le pregunto enseguida que entramos en el baño.

—Vi algo en la entrada. Un hombre se paró en la entrada mientras las puertas del elevador se cerraban. No sé, tengo un presentimiento. Esperemos unos minutos —Karime es muy intuitiva, confió en ella —. Vamos—dice bajito al transcurrir unos cinco minutos.

Voy sigilosamente tras Karime. Las dos con las armas que nos dio Jesús cuando estábamos en el auto. Llegamos a la oficina donde deben de estar nuestros hombres esperándonos y la puerta, que está media abierta nos deja ver a un hombre, apuntándoles a Max y Jesús. El hombre insiste en que abra la caja de seguridad, pero Jesús se niega. Mi hermana me hace una seña y es momento de la acción.

Karime le da una patada a la puerta captando la atención del hombre mientras que Jesús logra quitarle el arma que cae en manos de Max y en ese momento, se ve con cuatro armas apuntando su cabeza.

—¿Para quién trabajas? —interroga Jesús encolerizado.

—Para alguien que ella conoce muy bien —señala perfectamente a Karime a pesar de nuestro parecido. Nos identifica el cabello.

¿Qué creen de este final?

¿ De quién está hablando este hombre?

Besitos, Kya😘💫

Somos Una (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora