Capítulo 1

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 Cuando una persona no sabe que hacer con su vida, el sentimiento de depresión te invade. Cuando ves que cada cosa que haces sale mal, hagas lo que hagas, te esfuerces lo que te esfuerces, el querer dejar este mundo y poder encontrar la paz, llega a convertirse en tu mayor sueño. Cuando ese sentimiento es tan grande, entras en un bucle del que es casi imposible salir. Incluso el estar rodeado de gente, no te es de ayuda a la hora de salir de ese pozo oscuro y frío, pues la soledad no depende de la gente que te rodea. No necesitas a nadie para que te haga sentir mejor. Pero lo peor de todo, es que tampoco necesitas a nadie para que comiences a sentirte como la mierda. Sientes que eres escoria. Que eres lo peor que pisa la tierra. Que lo mejor sería que tu mera existencia desapareciera de este mundo.

Este sentimiento puede venir en cualquier momento. En cualquier lugar. Por cualquier circunstancia. Puede que sea un trauma infantil, el cual no has sabido superar. Puede que te hayan tratado tan mal en la escuela, que creías todo lo que te decían aquellos abusones, cuando te pegaban en todos y cada uno de los descansos entre clase y clase. O tal vez puede ser que tuviste un jefe que menospreciaba tanto tu trabajo, que al final pensaste que eras un inútil y tuviste que dejar el trabajo, para que la empresa no se fuese a pique por tu culpa.

Esta es la historia de Park Jimin. Un joven que, a sus 26 años, ya querría quitarse del medio.

Se puede decir que tuvo muy mala suerte en la vida. De pequeño, como unos seis años, fue abusado sexualmente por un familiar cercano, concretamente el hermano de su madre. El cual metieron entre rejas cuando pudieron probar todo lo que decía aquel pequeño pelinegro asustado. Su madre no se perdonó el no haberse dado cuenta antes. No pudo sobrellevar la culpa que acarreaba, por lo que acabó con su vida un año después. Dejando solo a su marido, con sus dos pequeños.

El señor Park Kyung, crió como pudo a sus dos hijos como pudo. Por suerte, la mayor de sus hijas, Park Rosé, cuidaba de Jimin cuando éste se encontraba en el trabajo. Con tan solo 15 años, hacía todas las labores del hogar, compaginándolo con sus estudios. Los cuales siempre fueron excelentes. El señor Park, intentaba conseguir todos los días libres que podía para ayudar a su pobre hija, la cual se había convertido casi en la madre del pequeño Jimin.

Cuando Jimin iba ya al colegio, comprobó lo duro que te puede pegar la vida, en algunas ocasiones. Había tres chicos de su clase que lo tenían amargado. Cada día, le quitaban el bocadillo y el poco dinero que se llevaba en caso de emergencias. En alguna que otra ocasión, tuvo que ir a la enfermería, ya que las heridas que le causaban, no dejaban de sangrar. Le pegaban por cualquier cosa. Desde por no tener madre, hasta por que una chica le habló para pedirle ayuda con una tarea. Resulta que, uno de los chicos que abusaba de él, estaba enamorado de esa chica. Lo insultaban. Gordo, inútil y gay, era lo más suave que le decían. En clase, parecía que no estaba, ya que quería pasar desapercibido lo más posible. Pero no siempre le daba resultado, pues había heredado la inteligencia de su hermana. No tenía que esforzarse demasiado para lograr notas altas. Y esa era una de las razones por las que siempre acababa con algún arañazo o algún moretón. Sentía que no debía estar ahí. Sentía que no había hecho nada como para sufrir ese calvario. Estaba destruido por dentro. Estaba roto.

Pero luego al volver a casa, se convertía en un niño alegre. Un niño al que no le pasaba nada malo nunca. Un niño que desprendía felicidad por cada poro de su piel. Su hermana, la cual ya tenía 20 años, siempre lo recibía con una sonrisa en la cara. Siempre le preguntaba la razón de porqué venía siempre tan magullado, a lo que siempre le contestaba que era demasiado torpe y no paraba de caerse por los pasillos, o en clase de gimnasia. Su hermana, al ver la inocencia con la que lo decía, además de la sonrisa que tenía en la cara, lo creía cada vez.

Todo era un papel, por supuesto. Un papel que había creado el mismo, pues no quería preocupar ni a su hermana ni a su padre. Cada noche, al meterse en la cama, lloraba hasta quedarse dormido. Intentando soltar toda la frustración que tenía. Intentando olvidar todo lo malo que había sufrido durante ese día. Aunque siempre sin éxito. Todas y cada una de las noches era lo mismo. Un círculo vicioso del que no sabía salir.

**KOOKMIN** El nuevo vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora