Final.

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Jimin entra al despacho de Yoongi y se sorprende al notar las luces apagadas y el fuego en el centro totalmente extinto. Camina a tientas por el lugar, buscando algo conocido.

— ¿Yoonie? — pregunta, sin saber dónde estaba su Diablito. — ¿Estás aquí, cariño? Ya volví de casa de TaeTae y Kookie...

Yoongi chasquea un dedo iluminando la habitación con sólo el fuego en el centro del lugar y potentes velas formando un camino desde la entrada hacia él. Esto generó una romántica penumbra.

— Hola, bebé... — sonríe Yoongi, recibiendo a un confundido pero feliz ángel en sus brazos. — ¿La pasaste bien con Taehyung-ssi? — acaricia su cabello con una mano mientras pregunta en un susurro.

Hablando en medio del abrazo, Jimin contesta.

— Si, TaeTae es muy gracioso... — dice recordando a su nuevo amigo. — ¿Qué es todo esto, Yoonie?

— Pensé que sería lindo tener un momento para nosotros, uno en el que nadie nos interrumpa... — lo último lo dice en voz aún más baja. — Algo así cómo lo que los humanos llaman cita... Hace mucho que no estamos los dos solos.

Jimin le sonríe y planta un corto beso en los labios de su diablito, quien le devuelve el beso profundizandolo un poco más apoyando sus manos en su cintura para atraerlo aún más a él. En el momento en que se separaron, Yoongi sube una mano y la posiciona en una de las mejillas del ángel de oscuras alas, mirándolo a los ojos.

— Preparé algo para comer, pero antes tengo una sorpresa para tí.

— ¿Sorpresa? — pregunta entusiasmado.

Yoongi sonríe y deshace el abrazo.

— ¿Confías en mí? — Jimin asiente. — Voltea un momento, cariño. Te avisaré cuando darte vuelta. — Jimin hace caso mientras Yoongi se deshace de una oscura sábana que cubría algo cerca de su trono. — Bebé, puedes mirar...

El ángel hace caso, quedando con la boca abierta ante lo que veía.

Al lado del trono de Yoongi, aquella comoda silla con detalles en color plata y terciopelo rojo algo rústica para su gusto, se encontraba otro de similar clase. Aquél nuevo trono era del mismo color y tamaño, pero poseía detalles más cuidados y delicados haciendo que se distinga a simple vista a quién le pertenecía cada uno.

— Yoonie... — murmura. — Es hermoso...

— Es tuyo, cariño. — dice, mirando sus pies con algo de nerviosismo. — Y eso no es todo, aún queda una sorpresa más, pero sabrás de ella después de la cena.

— Te amo, mi amor. No tenías que regalarme nada, pero esto es perfecto...

Yoongi atrae a Jimin en un nuevo abrazo, cuando recuerda algo que lo hace reír. El más bajito percibe la risa del otro por las vibraciones que sintió durante el abrazo.

— ¿De qué te ríes? — pregunta. La risa de Yoongi se le estaba contagiando.

— Sólo estaba pensando que voy a extrañar que te sientes sobre mi regazo mientras estoy en mi trono... — dice con una gran sonrisa.

— ¡Yah!

La cena transcurre entre recuerdos, risas y besos que parecían durar toda una eternidad

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La cena transcurre entre recuerdos, risas y besos que parecían durar toda una eternidad. Cuando ya habían terminado de comer, Yoongi decide que ya era el momento de ejecutar el resto de su plan y el motivo número uno de aquella hermosa velada.

El Rey del Infierno se pone de pie y le extiende una mano al ángel, la cual toma sin dudar mientras es llevado cerca de ambos tronos.

— ¿Recuerdas que te dije que había otra sorpresa, Minnie?

— Si, claro... — ambos hablaban bajito, sin saber qué esperar del otro.

— ¿Te gustaría mirar tras ambos tronos? — pide.

Jimin se dirige tras ellos y contiene la respiración un momento observando como en la parte trasera de los respaldos de ambos tronos estaban grabados dos nombres.

"Min Yoongi" en el trono de Yoongi, con la figura de una llama arriba.

Y "Min Jimin" en el nuevo trono que le habían obsequiado, con un par de alas grabadas arriba.

Jimin levanta la vista hacia donde estaba Yoongi, para encontrarlo de rodillas y con una cajita abierta en la mano conteniendo un par de anillos.

— Al principio pensé que esta clase de cosas eran demasiado mundanas para ambos, pero cuánto más pensé en ellas entendí que más allá de todo el significado tras todo es lo importante. — toma algo de aire. — Llegué al Edén buscando hacerle alguna maldad al idiota de Namjoon pero lo primero que encontré fue un hermoso ángel bailando y...  francamente a partir de allí olvidé todo lo demás. — Jimin se acerca y se arrodilla frente a él, tomando sus mejillas mientras lo miraba a los ojos. — A partir de allí y desde el momento en que me miraste a los ojos y me dijiste que no me temías... A partir de ahí mi amor por tí no tuvo remedio alguno. — Tomando fuerza desde lo profundo de su corazón, dice las esperadas palabras. — Park Jimin, tú, el más hermoso de los ángeles que alguna vez el cielo pudo tener... ¿Me darías el honor de convertirte en el esposo de este Diablo?

— ¡Si! ¡Si, claro que sí mi amor! — dice entre lágrimas, contagiando su emotiva felicidad al otro. — Una y mil veces, si...

Pero aquél hermoso beso que siguió a esa declaración y que simbolizaba el comienzo de una nueva era no tuvo más opción que verse interrumpido por una puerta abriéndose estrepitosamente. Yoongi gruñe ante las molestias, dado que había dejado claro que no quería ningún tipo de interrupción durante ese tiempo.

Con sus ojos rojos y una voz grave mira al entrometido Chanyeol, quien abrió la puerta de su despacho.

— Tienes tres segundos para pedir clemencia antes de ir a hacerle una visita a Chan sin ticket de vuelta... — dice Yoongi con Jimin aún en sus brazos.

— E-Es importante, Mi Señor... — dice agitado y con pánico. — Disculpe la interrupción, pero esto es grave...

— ¿Qué mierda pasó? Habla de una puta vez, Chanyeol...

Chanyeol asiente y abre más la puerta dejando pasar a Sehun, quien en sus brazos sostenía a una desmayada joven de cabello vestida de blanco y un vientre demasiado abultado.

— Volvíamos de nuestro descanso y la encontramos en la entrada, tirada... — explica Sehun.

Jimin, quien había permanecido callado hasta el momento, reacciona y se acerca com cautela a la chica. Voltea a mirar a Yoongi con preocupación.

— Se llama Jisoo... — comunica, mientras acomoda los cabellos de la muchacha.

— Jisoo no fue lo único que encontramos, Señor Min. — dice Chanyeol. — Por favor, acompañeme, debe ver esto usted mismo.

La seriedad en los ojos del usualmente gracioso demonio le comunicó que aquello seguramente sería feo, por lo que pide a Jimin con un beso en la cien que permanezca allí comprobando que Jisoo este bien y que llamara a Kihyun para que le hiciera un control.

Los dos demonios y el Diablo abandonan el despacho y se dirigen a la entrada del infierno, donde los recibe una horrible imagen. Un final que Yoongi nunca imaginó para esa situación.

Jennie, la fugitiva que su hermana Soyeon liberó casi dos años atrás, estaba en el suelo.

Muerta.

Hellevator #1 [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora