Escena 17

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Adhara y Remiel cenaban a la luz de las velas en un bonito restaurante del distrito Titán, donde cómodamente estaban pasando una linda noche a tres meses desde que empezó el tratamiento, celebrando que apenas la tarde anterior le dijeron que Adhara podía caminar por su cuenta.

Aún así, Remiel la acompañaba a donde iba por si acaso. Sin embargo, el dulce chico tenía el detalle de no sobreproteger a Adhara, pues no había intentado agarrarla ni una sola vez.

Ambos compartieron plato y cuando ya estaban terminando de comer, Remiel decidió dar pie a la conversación también.

— ¿Ya sabes a dónde quieres que te transfieran? - Preguntó Remiel - Es decir, yo pensaba enlistarme en Acapulco, pero...

— No tienes por qué elegir otro destino por mí - Le dijo Adhara, enternecida - Si quieres ir a...

— No - La interrumpió Remy - Quiero ir a donde tú vayas.

Adhara negó con la cabeza.

— Puedes hacerte toda una vida. ¿Por qué insistes en quedarte con una enfermita?

— No me ruegues que te deje y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú vayas, iré contigo. Dondequiera que vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.

Adhara ladeó la cabeza, reconociendo aquellos versos.

— Donde tú mueras, yo moriré y allí seré sepultada - Completó la chica - No tenía idea de que te supieses versículos bíblicos - Sonrió ella, llevándose el último sorbo de vino a la boca - Es una grata sorpresa.

— Es el nombre de un arcángel - Reconoció el chico, rascándose la cabeza.

— Un ángel y una estrella - Planteó Adhara, dándole vueltas a la idea.

Remiel llamó al mesero más cercano para pedirle la cuenta.

— Me adelantaré para ir por el carro, cielo - Le dijo Adhara a su novio.

— Adelante.

Remiel se dirigió a la caja. Feliz porque de nuevo su estrellita podría valerse por sí misma, recordó de repente el día después de que la operaron.


Hace poco más de tres meses

Ya había pasado mucho tiempo desde que Adhara entró al quirófano.

Cada cierto tiempo, uno de los asistentes de Nora Vera salía a reportar los avances a Ezra, Remiel y el resto del equipo.

A Nora no le había hecho mucha gracia cuando la llamaron para coserle la cabeza a la capitana Carol y reconstruirle medio cuerpo a Adhara, pero acudió de todos modos. Le habían negado a Remiel el permiso para entrar a la galería a observar el procedimiento; Nora le garantizó que no querría ver cómo destripaban viva a Adhara para después volverla a ensamblar.

Ezra y los demás se habían quedado con él durante las ocho horas que duró la operación. Se turnaban de uno en uno para salir de la habitación contigua al quirófano, pues nadie quería dejar solo a Remiel en un momento así.

Samuel había salido por comida hacía quince minutos. De todos los presentes, era él quien se sentía más incómodo en presencia de Remiel; tanto había jodido a Adhara por ser una lisiada y sin embargo fue él quien cayó noqueado mientras peleaba contra Sak. Aún no tenía el valor suficiente para confrontar a Remy, así que aprovechaba cada momento posible para salir de su vista.

Por otro lado, Remiel se encontraba bastante tenso. Ezra Saucedo estaba al lado de él, intentando no decir nada; Daniela estaba frente a él y tenía la mirada baja. Por último, Carol estaba recargada en el respaldo de su silla, pensando.

La chica del reloj de arenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora