Esperanza

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   Levantándose un día más sin comer, el niño Itheus, ruega a los olímpicos un trozo de pan y agua para su deshidratación. Nuestro protagonista, se encontraba en un grado alto de desnutrición. Todo aquel que pasara al lado de su pequeño cobijo, que había armado con un par de telas, lo miraba con repudio. Otros decían con lastima: "¿Cómo pudo acabar el hijo de Ithali así?"

   Pasaron años cuando sus padres habían dejado la tierra de los guerreros para abrazar a Tanatos (el dios de la muerte). Ithali, fue reconocida por afrodita por ayudar en la guerra contra los Barbaros, hace ya bastantes años. Su padre, Matheus, fue premiado por el mismo Ares, en honor a morir en batalla contra los germánicos. Ithali, murió un año después de la guerra, cuando Itheus tenía unos 5 años de edad. De momento el muchacho no sabe mucho más al respecto, es el hijo de unos héroes.

   El joven se desmayó del calor y la soledad que sufría. Al despertar se encontraba en un gran salón rodeado de jarrones tallados y pieles de gran valor. En el instante que él curioseaba con su mirada, se acerca una joven hermosa con una armadura llena de serpientes moldeadas en el hierro, y un casco que tapaba su cabello.

- Itheus, tendrás muchas preguntas, pero no tengo demasiado tiempo. Acércate al balcón y ahí mirarás a quien puede ayudarte. Y recuerda, los dioses aman a quienes les sirve.

- Pero... - Se alejó la dama sin ruido alguno.

   Itheus, corrió tras ella, pero se desvaneció como si cayera del balcón. En ese instante vio a un Espartano. El guerrero, dirigió su mirada a él y le dijo:

- ¡Baja!  

El niño corrió y se inclinó hacia el diciéndole: 

- Ha de disculparme, me llamo Ith...

- Itheus, lo sé, eres el hijo de Matheus. ¡Levántate ahora mismo! Un espartano nunca se inclina. Sígueme, he de conseguirte un atuendo.

   Y así como dijo, lo cumplió. Un par de pantaloncillos de cuero, un par de protecciones para sus rodillas y unas sandalias que parecían nuevas, fue lo que le concedió el soldado.

- Me llamo Deimos, soy hijo de Ares y Afrodita. Aun no soy un dios para que no te sorprendas. No he tenido comunicación con los dioses desde hace mucho, soy un simple soldado de Esparta. - Itheus, solo inclinó la cabeza. - Parece que no hablas mucho, niño. ¡Bien! Descansa un poco y puedes comer lo que quieras... pero mañana tendrás un duro entrenamiento y no tendré piedad. Nos vemos luego, Itheus.

   En ese momento Deimos siguió afilando su lanza; en cuanto a Itheus, se preguntaba a sí mismo "¿Cómo Deimos puede ser hijo de dos dioses?" Mientras comía una manzana salió del aposento, veía casas destruidas y personas recogiendo el desastre, parecía como si la ciudad fuese atacada hace poco.

- ¿Eres el aprendiz de Deimos? - Pregunto una anciana, en sus ojos se podía ver sabiduría y sufrimiento.

- Si, me llamo Itheus.

- ¡El olimpo nos ha escuchado! - Decía la anciana tomando la mano de Itheus. 

   Como era de esperarse, el niño se quedó mirándola sin saber que responderle. En ese instante interrumpió un hombre de armadura desgastada:

- Señora, no lo comprometa de tal manera, mi hermano y yo, tenemos la responsabilidad

- ¿Quién eres? - Preguntó el niño.

   El soldado, tomándolo con fuerza de la muñeca le dijo:

 – Dirígete con más respeto ante uno de los líderes del ejercito espartano.

- ¡Suéltalo, Fobos! - Gritó Deimos.

- Hay que enseñarle modales al "elegido"- Dijo con sarcasmo, Fobos.

- Itheus, él es mi hermano Fobos y colíder de ejercito espartano. Así que ten cuidado al dirigirte a él.

   Fobos, soltó al niño, y como estaba oscureciendo, llevaron a Itheus a un lugar para descansar. Sabían que de noche era peligroso, ya que, Morfeo, se apoderaba de la noche y salían sus hijos Hipnos y Somnus a causarle problemas a los despiertos.

   Itheus, curiosamente a media noche se despertó y no pudo contenerse, salió del salón de donde estaban para intentar ver a los ojos a Hipnos.

   Una manifestación en el cielo con un destello incesante formaba un circulo alrededor del niño, de aquella luz se formaron unas alucinaciones... Era su padre siendo atravesado por la espada de un bárbaro y desgarrando su piel con su dentadura. A su lado izquierdo era su madre siendo atravesada por las garras (arma desgarradora) de Tanatos. Este soltó en llanto por los profundos deseos de parar con las alucinaciones que se le presentaban. 

- ¡Ya basta! - Grito Itheus, el cual hizo estremecer la tierra.

   Apareció Morfeo de su escondite por la conmoción causada por el niño. Directo a atacar a Itheus, el dios del descontrol mental. Increíblemente, el niño, hizo caer rayos de las nubes formadas.

- Padre, no deberías de atacar a este niño, podrías ganarte el desprecio de los olímpicos. Comentaba con temor,  Somnus.

- Malditos Olimpicos, siempre entrometiéndose en nuestros asuntos. - Respondió el dios de las tinieblas, sin saber que era el pequeño espartano él que provocó tal estruendo.

   Morfeo, volvió al seno de su madre, Nix, la noche, y junto con él se fue su hijo, el dios de los dulces sueños.

   Del poder emanado por el niño, este quedo exhausto y se desmayó en el mismo lugar. Justo después corrió Deimos a devolverlo a su lugar de descanso.

-Fobos, ya sé por qué Atenea lo envió con nosotros. Este niño, es especial.

- Debemos tener cuidado con él.

Itheus: El Hijo de EspartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora