Itheus, continuaba su camino después de dos pruebas que le había dejado un conocimiento y reflexión que no había imaginado tener antes. Durante su recorrido, recordaba con dolor sus días de soledad y el desprecio de las demás personas hacía él. Un consuelo llego a su mente. Deimos y Fobos, serían su nueva familia, se encargan de ayudar mientras otros lo miraban con desprecio. Además, todos los habitantes de Esparta, se habían convertido en personas a quienes tenía que proteger, haciéndolos parte de él.
Lleno de valor, no retrocedió a pesar de lo exhausto que estaba. Era un camino largo lleno de escalones de piedra. A la mitad de la montaña, se le presento otro desafío; En su camino yacía lo que parecía la entrada a una caverna donde se encontraba un perro de dos cabezas vigilando su entrada. Ortesis, era un pariente lejano de Cerbero (el perro de tres cabezas que cuidaba la entrada al Hades) de menor tamaño, pero poco amigable. Apenas si miró al niño y de inmediato fue hacía el con mucha rabia. Itheus, observo su alrededor de reojo, pudo notar cráneos y huesos de humanos que tuvieron la desdicha de toparse con el sabueso bicéfalo. En su momento de valentía desenrollo sus cadenas, y ya acorralado por la bestia, pudo enroscar una de sus cabezas, de esta manera podría mantener distancia ante él. Solo le bastaba atrapar la cabeza faltante y tendría el control de Ortesis.
El niño, con una agilidad increíble pudo escabullirse debajo de las patas del sabueso y encontrándose detrás de él, a una corta distancia, pudo tomar la cabeza faltante. Ahora la parte difícil de controlarlo... El perro se sacudía, retorcía y corría para liberarse; recordando las palabras del señor que le había ayudado con las columnas, nuestro pequeño protagonista, intento de lo más profundo, recordar algún momento de ira.
En su mente estaba más que clara la noche en que, Hipnos, se había apoderado de su mente y veía morir a sus padres; Lleno de furia, las cadenas color plateado cambiaron a un color negro metálico e Itheus, pudo controlar al sabueso bicéfalo con el poder de esas útiles cadenas. Al lado de un árbol cercano, enganchó la correa del sabueso para que dejara el paso libre.
En el camino, nuestros héroes espartanos, comentaban acerca de lo que pensaban decirle al niño:
- ¿Y si le decimos la verdad?
- ¡Que suave eres Deimos! Por eso mismo Harmonía, no regreso por ti.
- Ese no es el tema...
- Sabes que no debemos decirle, nos caería la furia de los dioses, y nuestro padre no podrá ayudarnos. Esta sumamente prohibido pelear entre divinidades iguales.
- Lo sé, pero cuando salga su poder... ¿Qué le diremos?
- Supongo que lo más sensato es decirle que Zeus lo ha bendecido con el don del rayo o mentirle diciéndole una tontería.
- No lo sé hermano, no podremos tapar la verdad por siempre.
- Si ha de darse cuenta, que sea por sus propios medios. - Decía con sensatez, Deimos.
En cuanto al niño, le daba huesos a Ortesis, para calmar su furia. Durante unas horas, pudo domar a la bestia y como veía que sea hacía de noche, el niño, se acurruco al estómago de la bestia para cobijarse y no tener frio durante la noche.
Al siguiente día, pondría a prueba su valentía, para ver si Ortesis, había sido verdaderamente domado. Itheus, soltó las cadenas poco a poco, y es que a pesar de que su correa había sido enganchada al árbol, no lo podría contener de su rabieta. Cuando las tenía con totalidad en sus manos, observó al canino inclinar sus dos cabezas hacia él. Era increíble la hazaña que había conseguido, ni los soldados Espartanos podían con él, y un niño con ternura y corazón, invirtió tiempo en él y consiguió lo imposible. Tenía un aliado peludo y fiel esperándole.
Dándole un par de caricias, se despidió de su nuevo amigo, que lo esperaría al pie de la montaña. Su nuevo camino era entrar a la cueva para continuar su aventura en busca de respuestas.
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Itheus: El Hijo de Esparta
AventureItheus, es un niño huérfano nacido en Esparta. Siendo entrenado por los dioses, Deimos y Fobos, encontrará su camino que está relacionado con el Olimpo.