7. Pesadillas

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Cap. 7
Pesadillas



Amelie

¿Por qué?

Es la pregunta más cuestionada en todo el mundo. Todos queremos saber el porqué de las cosas, siempre queremos respuestas a nuestras dudas y al no obtener una nos adentramos en el estrés y agobio constante. La vida misma vive de un porqué.

¿Por qué estamos vivos? ¿Por qué existimos?

Y yo, al ser una persona netamente curiosa y muy preguntona siempre quiero una contestación a todas mis dudas, las cuales casi siempre las obtengo, a excepción de esta que ha estado rondando por mi mente una y otra vez desde el miércoles en la mañana:

¿Por qué dejé de soñarte?

Después del martes en la noche, tras llegar muerta del cansancio por las compras con Dani, no volví a soñar con aquel intrépido sujeto que se adueñó de mis sueños por toda una semana. Es como si se hubiera desvanecido, como si nunca hubiera soñado con él. Lo único que me confirma que realmente lo soñé y que no estoy fantaseando nuevamente, es el dibujo de él en mi libreta acompañado de una breve descripción de cuando lo vi por primera vez.

¿Es posible encariñarse con un personaje ficticio sabiendo que no existe y que nunca lo conocerás? La respuesta es sí, lo sé porque yo me acostumbré muy rápido a él, quien todavía no sé su nombre y probablemente no lo sepa nunca.

Me parece gracioso que le tenga cariño a una ilusión mía, a alguien que yo misma he creado. Supongo que él es la imagen que tengo de mis expectativas en un chico, que a pesar de ser egocéntrico y altanero, era muy agradable, atractivo y honesto. Cuando me decía que no necesitaba de mi compañía igual siempre se quedaba a mi lado, y cuando le reclamaba por ser tan grosero siempre sonreía de lado y se burlaba de mí.

Cada noche me fue seduciendo sin darme cuenta, era obvio que él no tenía esas intenciones pero su forma de ser y de actuar me provocaba una sensación de querer tenerlo cerca. Y cada mañana era una desilusión porque al despertar, él ya se había ido. Poder verlo solo en mis sueños hizo que no volviera a tener miedo de esperar a tener una pesadilla cada noche. Al verlo ahí cada vez que el sol se escondía y yo cerraba los ojos, hacía acelerar mi corazón y volar las mariposas en mi estómago.

Nada podía salir mal en mis sueños con él, ya que los sueños son ilusiones creadas por uno mismo para tener lo que no puedes tener en realidad, y así fue pero nunca me imaginé que dejaría de soñar con él. Ahora lo único que veo cada noche es una oscuridad de la cual no puedo escapar, y tampoco sé lo que significa. Es simplemente como la nada, es muy agobiante y espantoso. Me da miedo no poder salir de ahí, y ahora cuando despierto cada mañana siento un gran alivio de ya no encontrarme en aquel sitio.

Siento angustia al saber que no puedo verlo, no pude despedirme y cada vez que veo a la luna no puedo evitar recordarlo recostado en el carro gris con un cigarrillo entre los labios sonriendo de lado mientras me mira fijamente con esos profundos ojos verdes.

Siento un placentero escalofrío cada vez que su imagen se pinta en mi mente y un fuerte pinchazo en mi pecho aparece cada vez que recuerdo que no es real. Creo que será imposible borrarlo de mi memoria, es como un personaje de mis libros, no existe pero aún así se llevó toda mi atención.

¿Acaso estoy viviendo una tragedia romántica al igual que en mis libros? La tragedia aquí sería que este sentimiento es en vano, ya que ambos existimos en distintas realidades. Él es parte de mis fantasías mientras que yo soy parte de esta horrible realidad.

No me arrepiento en lo absoluto de todos los sueños en los que estuve a su lado, fue muy mágico. Él es tan escalofriante pero tan jodidamente hermoso que no puedo evitar sonreír cuando pienso en él. Creo que estoy loca, pero por él no me da miedo admitirlo. Estoy loca, me gusta alguien imaginario, alguien con quien nunca podré estar y al que nunca podré tocar.

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