30. Por ti

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He pasado los últimos tres días sin hablar con Ricardo o Bruno, para gozar de la tranquilidad que necesito para ordenar mis pensamientos.

Sé que no servirá de nada dejar de salir con otros, porque no volveré con Bruno y eso me lo digo constantemente. Sin embargo, tampoco tiene sentido seguir saliendo con personas que no me producen absolutamente nada. Solo ha servido para engañarme a mí misma.

Todo por no haber sido capaz de aceptar que todavía sigo loca por él, a pesar de todo.

El viernes de noche por fin me decido a hacerlo. Llamo a Ricardo y le pido que nos veamos, para hablar. Se escucha de fondo el intenso ruido de música y barullo como de una fiesta y recién ahí caigo en cuenta de que son más de las once.

—Linda, lo siento, estoy con mis amigos. ¿Podemos vernos mañana en la noche? —Me dice en voz bien alta.

No voy a esperar tanto. Quiero terminar con esto ya.

—Sólo será unos minutos, envíame tu ubicación e iré para allá —insisto.

—Claro, ven. Te espero.

Terminamos la llamada y me cambio de ropa mientras llega su mensaje. Me coloco unos jeans, una remera básica y unos tenis, y atajo mi cabello en una cola alta.

Brenda se fue a la casa de Samantha, Eric está en el bar y mamá ya se ha acostado, por lo que pido un taxi que me lleve a la dirección indicada.

Se trata de un club nocturno bastante popular. Recién al llegar y ver la cantidad de gente que hay empiezo a sentirme algo incómoda por no haberme arreglado o puesto al menos un poco de maquillaje. Me sacudo la cabeza y aparto esos pensamientos de mi mente.

Da igual verme bien o mal, esto no tomará mucho tiempo.

Le escribo un mensaje a Ricardo y él viene a buscarme en la entrada, pero no está solo, Julio y una amiga de ellos lo acompañan.

—Hola preciosa. —Me saluda y agarra mi mano para acercarme a los demás.

Saludo a los otros y le hablo a Ricardo por lo bajo.

—Solo he venido un momento, quiero hablarte de algo.

Su amiga nos interrumpe, pasando su brazo alrededor del mío.

—Stacy, menos mal que viniste —me dice, aliviada—. Me estaba aburriendo un montón, sola entre chicos.

Ella es compañera de curso de Tadeo, igual que los otros. Es muy agradable, aunque no hablamos a menudo, ya que evito salir con los amigos de Ricardo. Es que Julio no me cae bien luego de la pelea que hubo en casa de Lucas, cuando Tadeo le declaró sus sentimientos y él lo rechazó a golpes.

—Lo siento, no me voy a quedar —le digo, pero mientras tanto ella ya me está llevando hacia donde están los demás.

—Solo media hora —insiste—. Yo tampoco quiero estar mucho tiempo.

Varios alumnos de último año se encuentran bailando y tomando. Ricardo se acerca a mí y me estira a la pista, luego aferra una mano a mi cadera y me pasa su cerveza con la otra.

—¿Quieres tomar algo?

—No, gracias. —Rechazo su bebida.

Sus amigos se acomodan al lado y empiezan a bailar también. Ella me habla de vez en cuando y no me queda más opción que esperar a que se alejen un poco, para hablar a solas con Ricardo. Eso ocurre al menos veinte minutos después, cuando su amiga se despide de nosotros y tanto ella como Julio se alejan hacia el grupo grande. Entonces, aprovecho el momento.

Ese último momentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora