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Dash había planeado hacer que su cita con Phantom fuera la más incómoda y fastidiosa de la vida, como venganza por lo que Fenton había insinuado de él.

Pero, la verdad era que tener una cita con el chico fantasma era un sueño hecho realidad. Así que esa semana, que le pareció larguísima, pasó de sentirse enojado, a emocionado, luego eufórico, y finalmente, nervioso y francamente aterrado.

Ese viernes, los padres de Dash irían a ver una película y luego, una cena en un buen restaurante, por lo que el atleta tendría la casa para él por unas horas.

Al irse, el sr. y la sra. Baxter le desearon suerte a su hijo en su cita, provocando que el adolescente se ruborizaba en extremo.

—Ya lárguense de aquí, ancianos —les gruñó, avergonzado, empujándolos a la puerta—. Diviértanse —les dijo, suavizando el tono, cuando se dirigían al automóvil.

Cuando se quedó solo, se metió en la cocina para preparar la cena. Cocinó espagueti con salsa de tomate y albóndigas. Adornó la mesa del comedor con rosas y velas.

Luego, subió a la planta alta y tomó su celular para poner música mientras se bañaba, pero vio que tenía varias alertas de su tema favorito. El chico fantasma estaba luchando con un villano espectral. Alarmado, entró a una transmisión en vivo de un sujeto random que estaba cerca del lugar.

—Demonios... —masculló dejándose caer sobre su cama.

La calidad de la imagen era terrible, el sujeto que sostenía la cámara no dejaba de temblar y de narrar a gritos de una forma tan desesperada que apenas y se entendía lo que estaba pasando. Pero, aun así, se quedó mirándolo, con preocupación hasta que el sujeto no pudo seguir transmitiendo tras perder de vista el enfrentamiento de fantasmas.

Dash estuvo buscando más actualizaciones en todas las redes sociales, sin encontrar gran cosa. Estaba tan concentrado, que no se dio cuenta cuando sonó el timbre de la entrada y Pookie salió disparado hacia la puerta ladrando furiosamente.

—Quién demonios es a esta hora, maldita sea... —masculló levantándose de la cama cuando finalmente salió de su ensimismamiento.

***


Danny había encerrado al espectro, había llegado a casa de Baxter en su forma humana y había tocado el timbre con insistencia. Dio media vuelta para comprobar, por segunda vez, que el auto estacionado frente a la casa, era el de Baxter.

—¿Qué mierda? —murmuró—. ¿Debería atravesar la puerta o irme a mi casa de una vez?

—Ve a casa —escuchó decir a Sam en su auricular—. Igual todo esto es demasiado retorcido —dijo con repugnancia.

—Creo que lo escucho...

—Escucha, Danny —dijo Tuck—. No tienes que sentirte obligado a hacer nada con Baxter sólo porque te pague la cena...

—Dios... —jadeó Danny, enrojeciendo, y cortó la comunicación antes de que Tucker agregara algo más embarazoso.

La puerta se abrió con brusquedad y Pookie saltó por ella ladrando y agitando la cola frenéticamente. Danny giró para encontrarse con Dash, que había atendido despeinado y descalzo, y lo examinaba de arriba a abajo, con expresión airada.

—¡Adentro! —le ordenó al perrito, que gruñó, indignado y regresó al interior—. ¿Qué demonios haces aquí? —le preguntó a Danny, enojado. El chico lo miró perplejo, preguntándose si había entendido mal la fecha para su cena o qué significaba la pregunta de Dash—. ¿Estás herido? —le preguntó el atleta, rudamente—. ¿En qué estabas pensando viniendo acá? Deberías estar en tu casa recuperándote...

—No estoy herido... —dijo Danny finalmente, echándose a reir nerviosamente, de alivio. Había estado muy tenso todo el camino a casa de Dash. Creía que lo iba a encontrar rabiando por su retraso, que daría el trato por cancelado y que, en venganza, contaría su secreto.

—¡Oye! ¡No te rías! —le reclamó Dash—. ¡Estaba preocupado...!

—¿En serio...? —le preguntó Danny, incrédulo.

—Debes estar agotado... —murmuró Dash y exhaló lentamente, como para calmarse—. ¿Tienes... hambre? —le preguntó y tomó al chico del brazo y lo hizo pasar a la casa.

Pasaron junto al comedor y Danny se sonrojó al ver el romántico arreglo de la mesa. Pero, no era ahí a donde iban. Dash lo llevó a la cocina, lo hizo sentarse en la barra del desayuno y le puso delante un plato con espagueti.

—¿Qué hay de...? —preguntó Danny señalando la puerta que daba al comedor.

—Olvida eso —interrumpió Baxter, sonrojándose levemente.

—¿Debería... "cambiarme"? —preguntó Fenton señalando su ropa de civil.

El sonrojo de Dash se extendió hasta su cuello y sus orejas. Sacudió la cabeza a los lados.

Danny sonrió y bajó la mirada a su plato.

—¿No me vas a acompañar? —preguntó mientras enrollaba algunos espaguetis en el tenedor.

Dash suspiró como resignado. Se sirvió y se sentó junto a Danny.

—Entonces... ¿Cómo estuvo... la pelea? —le preguntó, como por decir algo, pero, internamente, muriendo de curiosidad.

Cuando Danny terminó su plato, Dash le ofreció más y él dijo que sí, por favor. Le dijo que le dijera a su madre que había estado delicioso. Baxter volvió a enrojecer, y le dijo que él mismo lo había preparado. Danny repitió que había estado delicioso y lo felicitó.

Hablaron de la reciente aventura del chico fantasma y de la escuela y de sus amigos y de sus familias y de otras cosas. En un momento dado, Danny bostezó, por lo que Dash recordó lo cansado que debía estar, por lo que insistió en llevarlo a su casa.

Cuando estaban a unas casas de la suya, Danny le pidió que se detuviera. Dash obedeció sin hacer preguntas, comprendiendo que Danny no les habría dicho a sus padres que iba a estar con él. Eso le dolió un poco, aunque entendía porqué tenía que ser así. A los señores Fenton no les agradaría la idea de que Danny saliera con él...

—Fue una noche... sorprendentemente agradable. Mucho mejor de lo que esperaba—murmuró Fenton, sonriendo. Dash asintió y le sonrió de vuelta. Se sostuvieron la mirada por largo rato, hasta qué Danny se preguntó alarmado qué estaba pasando. Era como si estuviera esperando que pasara algo. Como si estuviera esperando que Dash lo... ¿besara? Se sonrojó ante la idea y desvió la mirada, asustado. Se obligó a recordarse que eso no había sido una cita normal. Era una extorsión. Si no fuera por eso él jamás saldría con Dash. J-A-M-Á-S—. Te veo en la escuela —dijo atropelladamente y abrió la portezuela, pero Dash agarró su brazo.

—Espera —le pidió con urgencia y Danny lo miró con expresión interrogante. Dash respiró profundo—. Danny, me gustas mucho...

Danny frunció el seño.

—Es Phantom quien te gusta —dijo entre dientes—. Yo no. Yo nunca te he gustado —espetó.

Usó su poder para hacer su brazo intangible y se liberó del agarre de Dash, bajó del auto y, tras cerrar la portezuela de golpe, salió corriendo hacia su casa.

Cuando llegó a su cuarto tenía un gran nudo en la garganta y se le habían saltado unas lágrimas. Se las limpió con el dorso de la mano.

De repente, dejó escapar unas risas, riéndose de sí mismo. Increíble. Se había puesto celoso de su propio alter ego.

***




Gente... Qué semana tan fea ¿no? :(

Teddy Ghost (Danny x Dash)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora