Propiedad

5 1 0
                                    


ONCE.

Propiedad.

San Valentín.

Mis jefes llegaron a las siete de la noche, el chófer me llevo a casa y corrí a arreglarme, quedé de verme con Roberto a las ocho y ya iba retrasada.

Quería verme arreglada, así que me puse un vestido que acababa de comprar, ¡ya puedo comprar mi ropa! Estaba muy contenta, tener dinero sin duda mejoraba mi estado de ánimo, ya no vivía en la pobreza, y no gracias a nadie más que a mis súperpoderes con los bebés.

Alexa me había enseñado a maquillarme, incluso mi había hecho las uñas y me veía muy bien con ellas. Tomé mi medicamento antes de salir, por si las dudas.

Tenía una pequeña bolsita de mano en la que solo cabía mi celular, mi cartera y mis llaves.

Tomé un taxi y llegué hasta el restaurante donde habíamos quedado de vernos. Lo vi ahí esperándome, y corrí hasta él disculpándome múltiples veces por el retraso, dijo que no había de que preocuparme y entramos, ya había apartado una mesa para nosotros dos y estábamos eligiendo en el menú.

Para ser honesta, estaba pensando en Mon.

Solo pensaba en él y todo lo que habíamos hecho juntos, miraba a Roberto, era muy lindo... pero no era Mon.

Y como si la vida estuviera gastándome un abroma, escuche su voz.

Voltee a ver la recepción y efectivamente, ahí estaba.

Dejé caer el menú en mis manos.

Lo primero que pensé era que probablemente entraría con alguna chica, pero no fue así, venía solo y entro buscando entre todas las mesas hasta que nuestras miradas se conectaron y camino directo hacía nosotros. Yo escuchaba la voz de Roberto a lo lejos seguramente preguntándome si ocurría algo.

Me levanté de golpe aventando con mis piernas la silla y estaba segura que había llamado la atención de las personas y me miraban.

—Vamos nena, ¿sí? — preguntó acercándose a mí.

Pensé en correr a sus brazos pero retrocedí, miré a Roberto que tenía completa confusión en su rostro y también se había parado de su lugar.

— ¿Nos vamos? — pregunté dirigiendo mi cabeza hacia Roberto, el cual rápidamente asintió con la cabeza.

Tomé mi bolsito.

—No somos amigos, de acuerdo lo entendí— volvió a hablar Mon, estaba dispuesta a seguir ignorándolo y salir de ahí.

—Nena puedes escucharme por una vez en tu vida— exigió y lo miré mal.

— ¿Entonces qué es esto? — lo señale y después a mí.

— ¡No lo sé! No sé qué sea— gritó alzando sus manos en el aire. Me voltee nuevamente dándole la espalda dispuesta para salir de ahí pero me detuvo agarrando mi brazo y haciéndome girar. —No sé qué sea Nadia, sólo sé que no quiero que salgas con nadie más— dijo suavemente pero aun así logré zafarme de su agarré y volteé nuevamente con mi cara de enfado. —Y no quiero perderte.

Dejé de caminar, esta vez voltee por mi voluntad y lo miré.

Eran sinceros sus ojos y un sentimiento de tristeza lleno mi cuerpo.

—Y seremos lo que tú quieras por favor... pero no salgas con nadie más— suplicó.

— ¿Quieres tenerme solo para tu propiedad? — pregunté con una ceja alzada.

No me busques, no me encontrarás.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora