Pasteles y cumpleaños.

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SIETE.

Pasteles y cumpleaños.

Los tres días en la cabaña.

La cabañita era preciosa, la primera a la que fuimos estaba muy bonita pero era un simple cuartito a lado de esta cabaña, era gigante y solo de dar un paso dentro de ella inundaba el olor a madera.

Hacía frío, en Sancris siempre hacía frío, o en su mayoría del tiempo hacía frío.

En realidad nos quedaríamos tres días pero en mi mochila había provisiones para una semana, nunca se sabía cuándo necesitar más ropa, siempre fui muy precavida. Pero cuando vi una maleta entera, de las grandes de una persona que se va por un mes entero de viaje en la cajuela del coche de Mon, me burle de mi misma.

Dejamos nuestras cosas ahí una vez que los dueños se fueron, era un campo privado, no era precisamente en Sancris, era en la desviación de la carretera a veinte minutos del centro de Sancris. Tenía muchos árboles, enormes jardineras y una piscina con un jacuzzi al aire libre, el resto era solo campo. Era el lugar más precioso que había visto y no podía pensar en algo más que en lo costoso que le debió salir a Mon.

—Vamos a comprar un desayuno y algunas papitas— se acercó Mon a mí y me abrazo por los hombros acercándome a él. ¿Ya había mencionado lo alto que él era? Más la combinación de lo bajita que yo era.

No habíamos hablado durante el camino, supongo que porque me quedé dormida o fingí estarlo. No sé cómo tenía pensado convivir con él durante tres días sin dirigirle la palabra.

—Si— contesté por lo bajito.

Nos subimos al carro y fuimos a una cafetería por un par de Baguettes, compramos un montón de frituras para esos tres días, también compramos algunas cosas del supermercado para poder hacer las comidas los siguientes tres días.

Tenía un suéter enorme de Mon puesto porque se me había ocurrido la gran idea de llevar los suéteres más delgados del mundo y estábamos a trece grados, en cuanto Mon vio mis labios azules se quitó su suéter y me lo puso a mí, en realidad fue un plan con maña, jiji Nadia mala.

Aún era algo incómodo para mí, solo respondía en monosílabas a lo que sea que él me dijera, claro que notaba que había algo raro pero o no le tomaba importancia o no le importaba en lo absoluto.

En un momento nos separamos en la calle donde vendían un montón de artesanías y un montón de otras cosas típicas de Sancris, Mon se metió a unas tiendas y yo huí a una panadería, no tenía mucho dinero pero lo que tenía seguro que valdría la pena, así que entré por la panadería y busque con la mirada algún pastel pequeñito de chocolate blanco y encontré uno perfecto, pedí que escribieran "felicidades M" y lo pusieron en una bonita caja de regalo. Salí contenta y fui hasta donde Mon dijo que me esperaría, camine con el pastel lo más lejos posible de su vista y nos fuimos al carro hacía la cabaña, yo corrí a esconder el pastel en el refrigerador y sorprendentemente fue un éxito para esconderlo, Mon se fue a la habitación y yo me senté en la sala enorme y encendí el televisor... me quedé dormida.

...

Cuando me desperté Mon estaba acostado en el otro sillón frente a mi viéndome fijamente, lo miré extrañada porque no es muy normal despertar y que alguien esté viéndote pero él solo me sonrió.

Me senté y me levanté corriendo a sacar el pastel del refrigerador, lo puse en un plato porque en realidad era un pastel pequeño como para cinco personas. Y corriendo de regreso con mucho cuidado me agaché hasta su altura y él me vio sorprendido.

—Feliz cumpleaños— susurré y le entregué el pastel al tiempo que se incorporaba sobre el sillón.

Mi corazón palpitaba con fuerza al ver que su sonrisa no se borraba. Tomó entre mis manos su pastelito y lo dejo de lado en una mesita de cristal y se sentó en el suelo estirando sus brazos, atrayéndome hacia él... nos estábamos abrazando.

No me busques, no me encontrarás.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora