El mar

7 1 0
                                    




DOCE.

El mar.

Un día de Mayo.

Unos meses logré disuadirlo, pero en cuanto la temporada de calor se hizo presenté, él ya me miraba con extrañez y hacia comentarios al respecto de mis atuendos. Y como temí, un día me llevó a la playa.

Confieso, uno de mis más grandes miedos es el mar. No la playa en específico, me resultaba muy satisfactorio ir a la playa, estar en una palapa tomando alguna cerveza y comiendo un cóctel de mariscos, el clima caliente junto a la humedad que emanaba el mar me agradaba bastante y disfrutaba de ellos. Pero estar a metros del mar... incluso no toleraba acercarme y mojar mis pies en el agua salada, no si estaba sola, me daba mucho pánico.

El doctor David me hizo hacer una larga, larga casi infinita, lista de mis miedos y junto a ella la explicación del por qué.

Lo del mar no era una estupidez; ahí me encontraba yo, de siete o quizás ocho años, papá me había llevado a algún Puerto donde vivía la familia de mi padrino más querido, íbamos acompañados de mi padrino y su hija bastarda como se referían todos, a excepción de mí, yo amaba a esa niña, era una prima para mí, por obviedad, papá y mi padrino estaban pedos a las horas de haber llegado, nos dejaron comer con libertad lo que sea que se nos antojara y ninguno de ellos estaba prestándonos atención.

Les cuento, no recuerdo el nombre del Puerto pero era bastante reconocido porque tenía la particularidad de que en una parte de la playa, se juntaba el agua salada con el agua dulce de un lago. Los dividía un muro completamente inútil de arena que se había formado naturalmente.

A mi Sofi se le había antojado un algodón de azúcar, bueno, a las dos se nos había antojado. El único señor que vendía estaba pasando por el caminito de arena en medio del mar y del lago, como la gente pasaba tranquilamente por ahí, nunca vimos un riesgo así que caminamos. Y quizás yo tuve la culpa de todo ahora que recuerdo.

Caminando a paso acelerado para que no se nos fuera el algodón de azúcar, una de mis chanclas se quedó justo en medio de la arena, Sofi seguía caminando y yo retrocedí para ir por mi chancla, en lo que intentaba ponérmela, recuerdo que el aire se volvió más agresivo... de un segundo para otro, mis oídos se sordearon, mi nariz ardía y también mi garganta, no podía respirar y daba vueltas por el agua, mis ojos ardían y mi cuerpo se movía de un lado para otro con brutalidad, sin poder tener control sobre él, chocaba con cosas, ni siquiera puedo decir con qué pero probablemente con personas. Y todo desapareció.

Al momento siguiente estaba abriendo los ojos y cerrándolos varias veces, vomité y el agua parecía salir de cada orificio de mí, vi a papá llorando sobre mí y repitiendo que lo sentía mucho.

Lloré por días enteros, no dormía porque sentía el agua en todo mi cuerpo, pase más de dos semanas sin querer bañarme por temor a que me ahogará.

Años después que volví a reencontrarme con Sofi, me dijo que ella había visto toda y que tanto ella como yo había quedado traumada, por suerte y gracias al algodón de azúcar, Sofi había llegado a otra Palapa al final del caminito de arena y había podido aferrarse a uno de los palos enormes que detenían la palapa, dice que se había aferrado tan fuerte que sus brazos habían quedado con grandes marcas y que no ser por sus gritos nadie habría nadado para rescatarme.

Solo vi tu cuerpo dando vueltas por esa Ola enorme que llego de repente, parecía un tsunami pero en pequeño, yo solo gritaba que estabas ahí y muchos señores que sabían nadar se aventaban para intentar agarrarte, no fue hasta que un salvavidas te agarro ¡de la greña! Gracias a tu cabello largo pudo sacarte y salvarte, yo vi cómo te revivía como en las películas en cuanto te sacaron del agua y te subían en una mesa de la Coca para poder rescatarte, y yo no paré de gritar hasta que nuestros papases llegaron. Tu papá molesto porque la Ola enorme se había llevado sus chanclas, había tirado las palapas de la orilla y ¡hasta su hielera de unisel arrastro! Contó Sofi.

No me busques, no me encontrarás.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora