Capítulo 27.

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—¿Por qué la guitarra?—Preguntó la menor mientras veía a la mayor entrar a la habitación con dicho objeto, y sonrió al verla sonreír

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—¿Por qué la guitarra?—Preguntó la menor mientras veía a la mayor entrar a la habitación con dicho objeto, y sonrió al verla sonreír.—Dime, Jihyo...

—Es una sorpresa de algo que he querido hacer hace tiempo.—Admitió, sentándose frente a ella. La pelinegra notó un regalo envuelto. La miró fijamente.

—¿Y lo harás ahora?—Jihyo asintió mientras carraspeaba y comenzaba a tocar, haciendo que Sana la viera fija. Le sonrió al escuchar.

Jihyo había escrito esa canción desde hace un año porque quería confesarse a Sana pero no pudo porque ese día le había dicho que le gustaba Myoui Mina, así que la guardó y según ella, la mejoró en esos meses para poder confesarse luego de que la nipona no aceptara ni correspondiera a Sana.

Nunca pasó, hasta ese día.

Desde hace dos días dieron de alta a Sana en el hospital pero tendría que estar en reposo en su casa, así que Jihyo había ido todos los días para verla y ese día eligió el cantar. Ella conocía la letra, al derecho y al revés, sabía de lo que iba y sobre todo, el sentimiento con que iba.

Aunque era una linda y tierna melodía sabía que su letra estaba llena de miedo al rechazo y puede que sea hasta triste porque vio a su amiga alzar sus cejas y que sus ojos comenzaron a lagrimear, que sus manos fueron a su boca y se quejó por el movimiento, pero seguían ahí, y que comenzó a llorar. Jihyo no quería que pasara eso, por lo que dejó de tocar y se acercó a ella preocupada, tocando su hombro sano.

La miró preocupada.

—¿Qué pasó? ¿No te gustó? San...

—La cafetería y el café en tus pantalones, la vez del uniforme de gimnasia, la vez de la lluvia, Jihyo... todo eso pasó hace más de diez meses... ¿Cuánto tiempo?—La castaña sólo miró el suelo, apenada, pensando que era una rara por guardarse esos sentimientos por mucho tiempo pero la mano sana se dirigió a su rostro, acariciándolo preocupada.—¿Cuánto llevas sintiéndote de esa forma? ¿Cuántas veces te reprimiste de decirlo?

Jihyo no despegó su vista del suelo porque recordó la vez de la lluvia, y sonrió, pero luego sonó su nariz y notó que comenzó a lagrimear.

***

Un día de escuela Jihyo había olvidado su paraguas y se sentó en las escaleras de la entrada para esperar que bajara, pero eso nunca pasó, porque su día era de perros. Era el nuevo día en que ella repetía año y nadie más le había hablado, más que una tierna castaña que sus mejillas cada que hablaba parecían rebotar de una forma tierna. Sólo eso fue lo bueno en su día, porque la lluvia había comenzado a bajar con más fuerza.

Y puede que la pelinegra había estado bajo la lluvia por más de dos horas, porque no se dio cuenta que alguien más se había sentado a su lado mientras la cubría con un paraguas y hablaba.

—No me gusta la lluvia, a algunos les encanta pero a mí no, prefiero un lindo día soleado sin mucho calor.—Y volteó a ver de quién era esa linda voz. La chica de mejillas tiernas de su salón. Sólo se hizo más bolita mientras veía la lluvia que no parecía querer bajar de intensidad. Sólo la miró.

—De repente ya no me gusta la lluvia mientras no estoy en mi casa con una taza de café.

—Tampoco me gusta el café.—Y Jihyo rió, pegándose más a la otra para generar más calor entre ellas dos.

 
Porque aparte de la lluvia, era un día frío y todavía no tocaba llevar el uniforme de invierno. Jihyo carraspeó.

—Eres la primera persona que conozco que no le gusta la lluvia ni el café, es sólo que como mi familia es panadera, no hay día que no haya pan y café, y de hecho, en días como estos las ventas aumentan.

—Y justo hoy quiero pan caliente, recién salido del horno... Hey, ya quiero pan pero no tengo dinero, de seguro es la estrategia de ventas que tienes, antojas a los demás a ir a comprar pan.—Carcajearon, y después se voltearon a ver.—En el salón no me presenté bien, soy Minatozaki Sana, ¿Y tú?

—Park Jihyo, repetí año.

—Por lo menos ya sabes las respuestas y trabajos, será pan comido.—Movió su hombro con el suyo, viéndola, tratándola de animar.—Sé que puede ser duro repetir año, pero mira las ventajas, tal vez los mismos temas pero ya los sabes, todo el salón son unos lacras que tal vez querrán aprovechar eso pero tú tienes algo a favor, eso.

—Nadie se me quiere acercar, Minatozaki Sana...

—Heme aquí, Park Jihyo.

—¿Y no quieres las respuestas tú?—Sana hizo un gesto divertido de jugar con sus dedos, pero se volvió a acercar a ella.

—Vine buscando una nueva amiga, Jihyo.—Y la menor puede que era muy cariñosa porque ya se estaba recostando en su hombro mientras en sus hombros tenían el paraguas, sosteniéndolo por ellas.—Y puede que a ti te haga falta una, ¿Qué te parece si desde mañana nos sentamos juntas en las clases?

***

—Es sólo que ese día es muy importante para mí, ese día nos hicimos amigas, Jihyossi, ¿Recuerdas?

—¿Y la cafetería?—Mordió sus mejillas.

—Fue el día que me comenzaste a gustar...—Y notó cómo la menor se sonrojó y trató de ocultar su rostro de nuevo, pero se quejó.—No te muevas mucho, Jihyo...

—Ese día tiré café en tus nuevos pantalones, Jihyo, ¿Cómo te pude empezar a gustar por eso?—Rió, pero volvió a sonar su nariz mientras tomaba la mano sana de la menor y la entrelazaba con la suya, viéndola fijamente.

—Te amo mucho, y ya sabes que no un tipo de amor que se tiene de amiga a amiga, me gustas como mujer, todo de ti, hasta el más mínimo detalle que tú hagas me pone realmente feliz, me gustas, me gustas muchísimo, hace un tiempo te dije qué se sentía el que te gustase alguien.

—Lo recuerdo, Jihyo.—Entrelazó sus manos con más fuerza, y la vio fijamente. Minatozaki rió mientras llevaba su mano a su boca y la besaba, haciendo a Jihyo sonrojar.—Amar es cuidar, y yo juro hacerlo contigo... acércate para que pueda besar tu frente...

La mayor lo hizo, sonrojándose más fuerte al recibir el beso.

—Cuidar hasta tus pensamientos, tu corazón, tu persona.—Y ahora la castaña llevó esa mano a su boca besándola.

—Y yo juro hacer lo mismo.—Y con una sonrisa, y un beso, rieron.

Y afuera de la habitación estaba una mujer bailando alegre mientras sacaba su celular y le marcaba a su esposo.

—Jihyo lo hizo, aunque Sana tomó la delantera y fue más cursi, aunque no sé quién ganó, Jihyo le dedicó media canción y nuestra hija tomó la iniciativa de decir más cosas... ¡Pero lo hicieron! ¡No eso, pero si lo otro!—Y escuchó a su esposo tras el teléfono gritar igual de emocionado que ella. 

 

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Diet of sex Ꞝ SahyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora