Adiós a los árboles gigantes, adiós a las horas interminables de caza por deporte, adiós al baño con fosa séptica, adiós a los caminos llenos de lodo en invierno y adiós a los mismos trabajos en el campo. No me había esmerado en la educación a distancia para seguir en ese lugar, no lo odiaba pero esa no era la vida que quería.
Tras estudiar por cuatro años gastronomía en el Instituto Rose, por fin podía salir de Trost y especialmente del rancho donde vivía con mis padres. Quería una vida en la gran capital donde podría arrendar un departamento en plena avenida, ver a la gente de negocios pasear con sus trajes de alta costura, tener las necesidades básicas cubiertas a su totalidad sin depender del clima o que el municipio se dignara a invertir en la vialidad del pueblo.
Y ahí estaba, en mi asiento del tren con dos maletas camino a Stohess. Un viaje de 10 horas al ser un viaje en la línea económica, en el tren express serían solo 3, pero todo valía la pena, iba hacer que todo funcionara para que toda inversión que ya estaba haciendo diera sus frutos.
Eran las 8 de la tarde cuando llegué a Stohess, apenas me bajé del tren fui en busca de mis maletas, me acomode mi mochila en la espalda y comencé a buscar la salida.
Ahí, en la boletería estaba Mikasa mirando su teléfono. Mi mejor amiga, diseñadora de modas; como nuestras carreras eran más prácticas no valía mucho estudiarlas en una universidad, por lo que un instituto daba más herramientas. Mi querida Ackerman, heredera del clan Azumabito, vivía en Stohess pero había ido a Trost a estudiar escapando de las obligaciones de su clan. Ese tipo de asuntos no le interesaba, ella quería vivir y ser libre. Tras la graduación, su reputación, su talento innato y fama por esos rasgos asiáticos únicos en Paradise la hicieron brillar y llegar a la cima en menos de cinco meses; en los mismos meses que yo ahorraba cada centavo de la temporada de cosecha para agarrar mi título profesional y escapar del bosque.
-¡MIIIIKASAAAAA! -Grité eufórica, soltando mis maletas apenas ya estaba a un metro de distancia y me tiré encima de ella abrazándola con fuerza. Mi amiga lejos de gritarme o apartarme, me abrazó de vuelta y me susurró bajito: "No grites Nana".
Me ayudó a levantar una de las maletas para salir de la boletería y tomar un taxi hasta la avenida principal. Y ahí estaba, un edificio antiguo con todo el estilo bohemio que necesitaba en mi vida, en el cuarto piso, departamento 402, que valió tres meses de cosecha al sol. Mi departamento con un pago adelantado de tres meses, si en esos tres meses no alcanzaba a encontrar un trabajo... ¡NO, BLOUSE! ¡NO! Ni lo pienses, no llames a las malas vibras, los malos augurios quedaron en ese pueblo olvidado lleno de brujas.
Mikasa me ayudó a acomodar las pocas pertenencias que había llevado conmigo. Ropa para toda estación al igual que zapatos, dos libros de recetas propias, cosas de aseo personal, mi laptop, un paraguas y una tetera, los demás servicios los iba a comprar en la semana.
El departamento venía amueblado, muy minimalista, pero me bastaba, ya cuando tuviera más estabilidad todo iba a mejorar. Este era mi lugar.
-Entonces ¿No te han llamado de ningún lado? -Me preguntó Mikasa mientras se sentaba en la barra que había de mesa separando la cocina de la sala de estar.
-No, pero no perderé la fe tan deprisa querida Mimi, nadie podrá resistirse a mi arte culinario. -Dije moviendo la salsa que estaba terminando de hacer, un poco de arroz con carne picada y salsa blanca sería el menú de inauguración de mi hogar.
-Igual sabes que cualquier problema, puedes venir a trabajar conmigo. -Dijo con calma estirando su mano para alcanzar ambos vasos que había puesto junto a una jarra que estaba en la alacena y poder preparar limonada.

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Rábano y Caviar
Fanfic"El sueño de irse a vivir a la capital, cocinar platillos únicos y hacer feliz a la gente con mi comida, ese era mi propósito en la vida, pero ¿Cómo había terminado en un restaurante de lujo lavando platos? Vaya mentira que te dicen sobre las grande...