JiMin, un joven de cabello rubio y ojos curiosos de 19 años, ayudaba a su abuela a preparar la chimenea en la vieja cabaña de madera. El viento soplaba con fuerza afuera, y la nieve caía en remolinos, cubriendo el bosque como un inmenso manto blanco. La abuela, con sus manos firmes y arrugadas, removía el chocolate caliente en la cocina mientras JiMin colocaba los leños con cuidado en la chimenea.Cuando las primeras llamas comenzaron a bailar, iluminando la sala con una cálida luz anaranjada, JiMin se dejó caer en una de las sillas frente al fuego. Poco después, la abuela se unió a él, llevando dos tazas de chocolate que humeaban deliciosamente. JiMin aceptó la suya con una sonrisa, dejando que el calor le reconfortara las manos heladas.
Por unos minutos, disfrutaron del silencio y del crepitar del fuego, pero había algo que JiMin no podía seguir guardando.
—Abuela, ¿puedo hablar contigo? —preguntó, rompiendo la tranquilidad.
La anciana lo miró por encima de sus lentes, sus ojos llenos de una mezcla de curiosidad y preocupación.
—Claro, pequeño. ¿Qué tienes en mente?
JiMin tomó aire, armándose de valor. —Quiero ir a la ciudad.
La abuela parpadeó, sorprendida por la declaración. —¿A la ciudad? ¿Por qué? —preguntó, su voz teñida de incredulidad.
—Quiero estudiar, encontrar un buen trabajo... —JiMin dejó la taza sobre la mesa y se inclinó hacia ella—. Quiero hacer algo con mi vida, abuela. Quiero ver más allá del bosque.
La expresión de la abuela cambió al instante. Dejó su taza sobre el regazo, apretando los labios con fuerza.
—No, JiMin. No puedes ir a la ciudad.
—¿Por qué no? —preguntó JiMin, frustrado—. No quiero quedarme aquí para siempre.
La abuela suspiró, tratando de mantener la calma. —La ciudad es peligrosa. Llena de desconocidos y problemas que no entiendes. Aquí estás seguro. Aquí es donde perteneces.
—¿Seguro? —repitió JiMin, levantándose de su asiento—. Abuela, no quiero pasar mi vida encerrado en esta cabaña. Quiero explorar, quiero aprender cosas nuevas.
—Eso dijeron tus padres —murmuró la abuela, apenas audible.
JiMin se detuvo, sus ojos clavados en ella. —¿Qué?
La abuela levantó la vista, su rostro endurecido. —Ellos también querían dejar el bosque, buscar algo más allá. Y mira lo que pasó.
El silencio cayó entre ellos, pesado como una losa.
—Pero nunca me dices qué les pasó —replicó JiMin, con la voz quebrada—. Solo me dices que se fueron. Nunca explicas nada.
La abuela cerró los ojos, como si quisiera evitar el peso de sus palabras.
—No necesitas saberlo. Lo único que importa es que estás aquí, a salvo. Y aquí es donde debes quedarte.
—¡Pero yo no quiero quedarme! —gritó JiMin, incapaz de contenerse—. No quiero estar seguro. Quiero vivir, abuela.
La abuela se levantó lentamente, su voz firme y autoritaria. —He dicho que no, JiMin. No hay más que hablar.
Sin decir más, JiMin subió las escaleras de madera hasta el ático, sintiendo una mezcla de frustración, tristeza y rabia. La pequeña habitación estaba fría y oscura, iluminada solo por la luz tenue que entraba por la ventana. Se dejó caer en su cama, mirando el techo de madera, pero su mente estaba lejos.
Desde la ventana, observó cómo la nieve continuaba cayendo suavemente, cubriendo el bosque en un silencio casi absoluto. Allí, atrapado en esa pequeña cabaña, se sentía prisionero de un pasado que no entendía y de un futuro que parecía inalcanzable.
Se giró hacia la mesita de noche y tomó el pequeño peluche de orejas caídas que había sido suyo desde niño. Era lo único que le quedaba de sus padres, junto a un par de fotos desgastadas. Lo abrazó con fuerza, dejando que el calor del recuerdo le diera algo de consuelo.
—¿Por qué se fueron? —susurró al vacío—. ¿Por qué no regresaron?
La abuela siempre evadía sus preguntas, y eso solo alimentaba sus sospechas. ¿Qué era tan terrible que no podía contarle? ¿Qué le estaban ocultando?
Caminó hasta el baúl al pie de su cama, donde guardaba sus pertenencias más preciadas. Sacó una vieja fotografía: su madre sonriendo, con su largo cabello oscuro cayendo en cascada, y su padre, alto y fuerte, con un brazo alrededor de ella. Se veían felices. Plenos.
Pero algo en esa imagen le resultaba extraño ahora. Había una sombra al fondo, una figura borrosa entre los árboles. JiMin nunca lo había notado antes, pero ahora esa presencia invisible parecía casi palpable.
Dejó la foto con cuidado y volvió a mirar por la ventana. Algo dentro de él se encendió, algo que no podía ignorar más.
—Voy a irme —susurró, como si necesitara escucharlo en voz alta para creerlo—. Voy a descubrir la verdad, aunque la abuela no quiera.
Afuera, en el bosque, un aullido rompió la quietud. JiMin sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero no apartó la mirada de la nieve. Algo más allá del bosque lo estaba llamando, algo que no podía ignorar.
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𒈒C̥U̥I̥D̥ḀD̥O̥ C̥O̥N̥ E̥L̥ L̥O̥B̥O̥𒈒 [MYG & PJM]
Fanfiction❝"Cuidado con el lobo" Le dijo su abuela, pero... ¿Por qué? Si el lobo no era más que un hombre pálido, donde podías ver a través de su mirada el miedo y la alerta que mantenía al haber crecido en el bosque como un huérfano cachorro❞. ❝¿Cómo evitar...