Iniciativa.

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La observo a lo lejos

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La observo a lo lejos.

Ella ríe de algo que le dijo la castaña de su amiga, no logro identificar del todo si se trata de Adelaide o de Aneliz, ambas son muy parecidas físicamente.

Mí vista está clavada en ella, desde aquella conversación que tuvimos hace dos días no he podido evitar dejar de observarla. Siento que todo se volvió tan malditamente complicado qué en algún momento me arrepiento de haber sido tan directo, bien podría haber inventado una excusa acerca de mí rechazo hacia ella. Pero por lo visto a mí conciencia se produjo que sería un buen momento para ser extremadamente honesto.

No me gusta esconderme ni mucho menos soy una persona que termina arrepintiéndose de sus decisiones, pero esta chica está causando un huracán en mí desde aquella tarde. No puedo sacar la sensación agradable que se instalo en mi pecho luego de tenerla tan cerca.

Compartimos asiento, por lo que al menos pasamos una hora juntos del diario, no negaré que pensé que las cosas entre nosotros cambiarían. Siendo honesto esperaba más. Pero por lo visto ella no esta dispuesta a dármelo, su petición fue clara, pero como dije, no pienso meterme en algo que no me incumbe sin saber con anticipación el resultado. 

Y por lo visto ella tampoco.

No doy el primer paso porque detestaría que todo sea solo un juego donde todos salgan dañados.

He llegado a pensar que todo sería más fácil si su novio y yo nos odiáramos, por lo menos, de esa manera no me sentí tan de la mierda en caso de querer algo. Pero por el contrario, ambos somos compañeros de fútbol, ​​compartimos de vez en cuando algunos almuerzos y hemos tenido algunas charlas amistosas, no somos amigos pero si buenos compañeros.

Me quedo absorto en mi pensamientos hasta que siento una mano frente a mi campo de visión que me hace presta atención a mi alrededor.

-Yo se que observar a la chica del lindo trasero es inevitable, pero podrías disimular un poco.

Frunzo el ceño mientras alejo de un manotazo la mano de Drake, quien se ha convertido en un completo grano en el trasero últimamente, lo único que hace es recordarme lo considerado que se comporto la pelinegra al ofrecerle su apoyo con la guacamaya menor.

-No empieces- le advierto.

-¡Joder! Es que no dejas de observarla fijamente, ella malditamente sintió tu mirada y volteo dos veces. No seas idiota y deja de ponerla incomoda.

No puedo evitar rodar los ojos.

-No me jodas, Drake.

-Que curioso, anoche decías todo lo contrario.

Me guiña un ojo mientras finge lanzarme un beso.

-Idiota.

-Tú idiota, cielito.

Suelto una estruendosa carcajada haciendo que varios pares de ojos se posen sobre nosotros. Incluidos aquellos bellos ojos que me vuelven loco cada que hacen contacto con los míos.

Un Beso A Las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora