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Si hay algo a lo que le temo es sin duda alguna a las arañas; vamos, tienen unas pequeñas patas peludas que, a mí, en lo personal, me dan asco. En fin, a eso ya las cenas familiares.
Suele ser muy complicado que las tres personas que habitamos en esta casa coincidamos en alguna comida del día. Normalmente somos mamá y yo o ella y papá e incluso en casos particulares somos solo papá y yo.
Razón por la que en este momento me encuentro extremadamente nerviosa mientras los observo a ambos sentados frente a mí.
Me pone de los nervios que no digan nada y al mismo tiempo quisiera que se mantuvieran así un momento más. Siempre he pensado que mis padres son la definición perfecta de lo opuesto.
Papá es muy controlador con todo lo que lo rodea, suele planificar cada cosa que hará, incluso podría apostar que siempre un plan B para todo tiene, además de que es un ser muy reservado. En pocas palabras es todo lo contrario a mamá.
Ella es ruidosa, odia la monotonía y es fanática de tomar decisiones impulsivas al último momento e incluso suele ser bastante terca cuando se lo propone.
¿Lo ven? son polos completamente opuestos.
Más de una vez me he preguntado cómo es que han logrado convivir durante diecisiete años y aún no se matan entre ellos teniendo en cuenta que no tienen muchas cosas en común.
Resulta increíble la forma en la que ambos se complementan.
Luego de un rato en el que lo único que hacen es mirarme fijamente mientras llevan la comida a sus bocas, mamá se aclara la garganta llamando mi atención.
—¿Y cómo te fue hoy en clases, Juliette? - cuestiona.
Sonrío, son pocas las veces en las que comemos juntos y es muy obvio que no movieron sus agendas solo para preguntarme por mi día, y no me mal entiendan, claro que se preocupan por mí, aunque estas conversaciones suelen ser por separado cada cierto tiempo . Aun así, decido seguirles el juego.
—Súper, hoy termine mi proyecto de literatura y tengo una semana para presentarlo.
—¿De qué va tu proyecto? - interviene papá.
—Un informe sobre Romeo y Julieta.
—Ese era el libro favorito de tu madre cuando la conocí — comenta de repente ganándose mágicamente toda mi atención.
Vamos, soy una escritora, me inspiro de mi entorno y que mejor que inmortalizar las anécdotas de mis progenitores en algún proyecto futuro.
—Es cierto — concuerda mamá — eras un patán insoportable en ese entonces — se queja ganándose un leve golpe en el hombro por parte de papá — ¿qué? es verdad, no dejaste de fastidiar hasta que acepte salir contigo en una cita.
—Solo fui una persona perseverante, no seas mala.
—Fuiste un fastidio — bromea— ¿puedes creer que ni siquiera pudo pedirme una cita como una persona normal?
