Capítulo 2

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Pasaron un par de semanas desde aquel encuentro, Viktor intentaba acompañar a Jack lo que más podía y por alguna razón, este no se quejaba, lo que hacía muy feliz al ruso. Ivanov se burlaba de él, diciéndole que parecía un perrito faldero, y Volkov intentaba que no se le notara el sonrojo cuando lo hacía. Siempre usaba como pretexto el querer recuperar su amistad con Jack para justificar el estar siempre que podía con él, pero Ivanov ya sospechaba que había algo más, y no dudaba en insinuárselo a Viktor cada vez que podía.

Todo iba bien, hasta que un día Jack le pidió a Viktor que lo acompañara a su casa al terminar la escuela. El ruso accedió, visiblemente emocionado al ver que su amigo se estaba abriendo más con él. Incluso antes de la muerte de Julia, nunca había visitado su casa, pero sabía que la familia Conway era adinerada y que esta era bastante grande comparada con la suya, que era mucho más humilde.

Se subieron al auto de Jack, era uno de esos autos antiguos, de los que la gente coleccionaba. Estaba en muy buen estado, Viktor pensó en como Jack seguramente se pasó mucho tiempo restaurándolo y eso lo hizo sonreír. Pensar en él, completamente ensimismado trabajando en su auto, algo sucio por el aceite de auto y el sudor... El chico de cabello plateado sacudió la cabeza como para sacarse ese pensamiento de encima, algo sonrojado. Ya estaban cerca de la casa de los Conway.

Se estacionaron y entraron a la casa, efectivamente, era bastante más grande que una casa normal. Viktor miraba a su alrededor, asombrado. Los adornos y los cuadros que podía ver tenían pinta de ser muy caros, se preguntó cómo reaccionaría Jack si accidentalmente rompiese uno. Probablemente mal, había escuchado de parte de Julia que sus padres eran extremadamente estrictos y sin duda se metería en problemas. Hablando de padres...

"¿Estás solo en casa?"

"Si, mis padres están de viaje, vuelven dentro de una semana."

En ese momento, el típico chiste de "ven, estoy solo en casa" cruzó fugazmente la mente de Viktor, quien descartó el pensamiento murmurando un "si, claro" que Jack no escuchó.

Se detuvieron frente a la pieza del mayor, Viktor sentía muchísima curiosidad por ver qué habría dentro.

Al entrar, lo primero de lo que se percató fue de la ventana abierta, luego de la colección de vinilos que parecían ser ochenteros. También se dio cuenta de que la habitación estaba extremadamente ordenada, como si Jack no pasase mucho tiempo ahí, a parte de los Vinilos y una pequeña estantería con libros, no había mucho más que mirar. No habían fotos ni posters en las paredes, lo único visible en ellas de hecho, eran manchas y pequeñas muescas, como si algo pequeño hubiese golpeado la pared a gran velocidad varias veces.

"Son de balines" dijo el mayor. "Tengo un par de pistolas que los utilizan de munición".

Apenas terminó la frase, una sonrisa algo perturbadora cruzó su rostro y sus ojos se iluminaron con una idea.

"¿Quieres hacer algo interesante, Volkov?"

A Viktor le pareció preocupante el aire de malicia con el que Jack había formulado esa pregunta. Pero la curiosidad le carcomía así que asintió sin decir nada.

Caminaron por los largos pasillos de la casa hasta una habitación cerrada, para sorpresa del ruso, en vez de sacar una llave o desistir de entrar, su amigo se agachó a la altura del cerrojo y sacó de su bolsillo un trozo de metal, el cual insertó y comenzó a mover con movimientos expertos hasta que se escuchó un pequeño "click". Jack abrió la puerta, mirando a Viktor con la misma sonrisa de antes.

"¿Dónde aprendiste a hacer eso, Conway?" Preguntó, sorprendido pero no extrañado.

Una sombra pareció cruzar la cara del mayor. "Cuando te encierran a menudo, aprendes a hacer estas cosas"

Un escalofrío recorrió la espalda del ruso. Había intuido por la actitud de su amigo que su vida familiar no era la mejor, pero escucharlo de su boca era diferente a solo especular.

No supo qué contestar así que se quedó callado mientras Jack abría la puerta a lo que, por su contenido, Viktor asumió era el cuarto de sus padres. La habitación era enorme, con una cama acorde a su tamaño y una televisión que se veía tan cara como lo era monumental. El invitado miraba anonadado todo esto mientras que el dueño de casa abría otra puerta, esta vez, la puerta llevaba a un walk-in clóset.

"Ven, Volkov" indicó el moreno, haciendo un gesto con la cabeza.

"¿Tus padres no se darán cuenta de que estuvimos aquí?" Preguntó Viktor, algo preocupado por lo que le pudiese pasar a su amigo de ser descubierto.

Jack se encogió de hombros y gesticuló nuevamente para que el ruso lo acompañara.

Viktor caminó hacia él obedientemente, pero paró en seco al ver lo que había dentro del clóset.

Un montón de armas decoraban las paredes del cubículo donde se encontraba su amigo, quien las examinaba calmadamente, como si estuviera en un museo.

"Esto es- ¿Por qué hay tantas? ¿Son reales?" Preguntó el menor, boquiabierto ante el espectáculo.

"Son de mi padre, y si, son reales, le gusta coleccionarlas. Dice que son para cazar, pero en realidad es más una competencia entre él y sus amigos para ver quien tiene el arsenal más grande".

Miró a su amigo, parado aún afuera del clóset de armas, y con completa seriedad le dijo-

"Venga, coge una y vamos a disparar, Volkov"

Viktor sabía que era una pésima idea. No podía negar que le daba muchísima curiosidad el saber que se siente disparar un arma, pero al mismo tiempo era muy consciente de que las cosas podrían salir horriblemente mal al más mínimo error.

Aún así, esta era una oportunidad excelente para quedar bien en frente de Jack, lo que menos quería era parecer un cobarde, además, el mayor parecía haber hecho esto antes y eso le daba confianza.

Quizás este podría ser un secreto entre ambos. La idea de compartir algo secreto con el chico que le gustaba, aceleró el corazón del ruso, dándole una buena dosis de adrenalina que lo empujó a entrar al clóset, agarrar un arma que se viese imponente y salir al encuentro de su amigo, que lo esperaba ya con su propia arma.

Cogieron munición, metieron todo en un par de bolsos deportivos y salieron de la casa, luego se subieron al auto de Conway y este comenzó a conducir.

"¿A dónde iremos?" Preguntó Volkov con el corazón a mil.

"Al bosque, al área de cacería. Nadie pensará que es raro oír disparos."

Viktor asintió, examinando la cara del chico que tenía a su lado. Se veía calmado, pero en sus ojos había algo que gritaba peligro, una señal de que algo andaba mal. Desvió la mirada, si bien habían miles de razones por las que debería alejarse de esta situación, no quería, la adrenalina de hacer algo así de peligroso lo hacía sentir vivo, y estar con Conway aumentaba esos sentimientos aún más.

Sólo quedaba relajarse y disfrutar del viaje.

Creek BluesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora