Capitulo 24

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Su corazón llora desesperado. Cada vez más cerca de un final que intenta cambiar desesperadamente. Trata de gritar bajo la mano que lo ahoga y sofoca, intenta morderlo para soltarse y escapar lejos, pero nada parece funcionar.

"¡Entra, maldita sea!"

¡No, no, no!

Prem intentó aferrarse a la puerta del auto para no entrar, pero, al final, el hombre más grande lo tiró hacia adentro como si nada haciéndolo chocar con brusquedad contra el interior que pronto se convirtió en la cárcel que tanto temía. Las ventanillas tan oscuras que por fuera no se ve nada y sus gritos no son escuchados por más que pide por algún milagro.

"¡Quédate quieto!"

"¡Sueltame! ¡Por favor, por favor!"

El niño tembloroso suplicó en su llanto desconsolado para que el corazón malvado se sienta conmovido por un niño pequeño, solo de diecisiete años, pero el hombre encima de él lo agarró del cuello y apretó con fuerza haciéndolo quedarse quieto porque sentía como el aire cada vez hacía más falta.

"No me hagas hacer esto, bonito", susurró al oído del niño sin aliento. La repulsiva mano acarició la mejilla empapada de lágrimas de dolor, y el niño se sintió asqueado por el toque, "Si te quedas quieto, prometo tratarte bien cuando lleguemos a casa"

"¡!"

¿Voy a morir? ¿Realmente voy a morir?

Prem cerró los ojos con fuerza, pero hizo caso e incluso asintió ligeramente con la cabeza. Se quedó quieto esperando hasta que el agarre en su cuello aflojó y empezó a toser por el dolor en su garganta. El hombre acarició los cabellos negros del menor como si estuviera apreciando un trofeo, y luego se alejó para poder empezar a conducir.

No sabía a dónde lo llevaría. Pero sabía que tenía que encontrar una forma de escapar antes de que sea tarde.

Empezó a mirar todo alrededor con la esperanza de encontrar algo, pero fue un pequeño detalle lo que hizo que Prem reuniera las fuerzas necesarias para armarse de valor y seguir luchando. El seguro. El hombre había olvidado de poner el seguro al vehículo, confiando demasiado en la presa temerosa que analiza el camino por el que van. Solo unos segundos más.

Solo unos segundos más...

Espera el instante...

Respira profundo y espera que todo salga bien porque cuando el auto pasa por frente a la cafetería donde Phi Na esta cerrando la puerta mientras reía alegremente, Prem se apresura a arrojarse sobre la puerta y abrirla. Sin importar la velocidad, sin ver si venia otro auto por detrás, sin importarle nada.

Se lanzó hacia la calle sin más.

Es la desesperación de querer aferrarse a la vida, el anhelo de ver a sus seres queridos, el deseo de escapar lejos de ese infierno que lo llena de miedo. No quiere morir. No quiere imaginar lo que puede hacerle. Simplemente es su instinto intentando salvarlo de una tragedia asegurada.

"¡Prem!"

Escucha a lo lejos la voz de Na gritando desesperado, eso hace que una sonrisa débil se dibuje en su rostro. Por fin, estaba a salvo. Lo había logrado porque escucha al hombre gritar de enojo, pero no detiene el vehículo, sigue conduciendo para no darse a conocer y se olvida del testigo y víctima.

Si se acabó... ¿puedo cerrar los ojos y descansar por fin?

El mayor se había girado ante el ruido de un auto cuando vio a Prem saltar con miedo en sus ojos y rodar por la calle vacía hasta detenerse de forma miserable cerca de la orilla. El rostro completamente herido con sangre y unas manos marcadas en el cuello blanquecino, la ropa se había dañado al caer, y si no lo hubiera visto mover los labios, Na hubiera pensado lo mejor.

CONFESSION (español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora