Capítulo seis: Día de lluvia.

329 18 15
                                    

Su madre tenía los ojos llorosos, a Scott no le importó, esquivó la mirada de tristeza de ésta y fue directo a encerrarse en su habitación. Cerró con fuerza la puerta y se tiró en su cama con la cabeza oculta en la frazada. Gritó con fuerza mientras las lágrimas recorrían su rostro. De repente se sintió impotente, peor que una mierda, se preguntó una y mil veces porqué le sucedían ese tipo de cosas a  él, como le gustaría poder recordar todo, se sentía sumamente impotente por no saber que sucedió esa fecha.

Lentamente su cuerpo comenzó a aflojarse, las lágrimas cesaron y sus ojos comenzaron a cerrarse hasta que lentamente fue cayendo en los brazos de Morfeo, quería por un momento que el tiempo pasara pronto, aún sentía su cuerpo mojado por la lluvia pero no le importaba, tan sólo quería desaparecer por un instante.

La cama había desaparecido, estaba recostado en el césped de algún lugar que él no reconocía, una voz masculina se escuchó por su derecha "Que bueno que hayas despertado", Scott sonrió con felicidad al ver ese rostro angelical, ni siquiera tuvo que voltear para saber que a su lado estaba recostado aquel chico dueño de sus sueños. Se sentó y lo miró allí recostado, tan tranquilo y sereno, con esa sonrisa perfecta y esos ojos clavados en el pelinegro, quiso hablar pero como en la mayoría de sus sueños él no podía hablar. Isaac se sentó y llevó un dedo a la boca ajena, delineó con ternura sus labios y luego le robó un beso. "Que bonito que eres" comentó en un pequeño susurro. Se levantó y lo ayudó al otro a pararse, jaló de su brazo y de repente ya estaban corriendo, Scott siendo llevado por el pelirrojo hasta un gran árbol, el césped había terminado y había comenzado una gran capa de nieve, al pie de éste había una gran mancha roja, parecía sangre o algo parecido. El pelinegro se agachó para tocarla y cuando sus dedos rozaron la misma, se escuchó un ruido, un grito, siguiente una bocina y un destello de luz que llegaba hacia él... nuevamente la muerte se acercaba a paso agigantado...

Despertó, la habitación estaba a oscuras, su respiración agitada y esa necesidad de gritar se presentaba nuevamente; no era la primera  vez que soñaba con algo así, tan sólo no le gustaba esa sensación de despertarse de esa manera luego de una pesadilla. Tocó sus vestimentas, éstas estaban aún algo húmedas. Encendió la luz, y comenzó a quitarse la ropa, empezó por el sweater, siguió por sus zapatillas, su pantalón y sus bóxer. Se quedó mirando completamente desnudo por el espejo que estaba en la puerta de su closet. Hacía  tiempo que no se veía completamente descubierto, estaba más delgado que de costumbre, era un chico guapo, sus ojos azules eran lo que más  llamaban la atención. Bajó la vista por todo su cuerpo, se ojeó de pies a cabeza, ¿Cómo pudo ser tan estúpido? Todas las pruebas estaban a la  vista, aún así nunca se dio cuenta de lo que pasó en aquella fecha, y aún peor, no sabía que eran las cosas que habían omitido. 

Buscó en el cajón de su ropa interior un nuevo bóxer de un color negro con unas pequeñas franjas blancas, se lo puso y decidido a salir en busca de Isaac pensó qué ponerse, buscó ropa cómoda, eligió unos pantalones de color bordó y una camiseta mangas largas blancas, también pensó en ponerse un buzo de joggin con capucha negro, para finalmente buscar sus Vans. Se echó un poco de perfume, cogió la ropa que había quedado en el suelo y bajó a pasos veloces para dejarlos en la lavandería en el cesto de ropa sucia. 

—Carl y yo saldremos a cenar a lo de una amiga, volveremos tarde.

—Bueno.

—¿Saldrás?

—Sí.— Aún estaba enojado y no quería hablar más que eso.

Recuérdame...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora