13. La chica de Hufflepuff

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—¡10 puntos para Slytherin! —gritaba el comentarista del partido. Un chico de Hufflepuff con bastante energía.

El partido de Slytherin contra Ravenclaw apenas empezaba, pero las serpientes ya llevaban la delantera.

Draco volaba en círculos sobre el campo, en busca de la snitch a la que todavía no localizaba. Coleman se encontraba frente a los aros de Ravenclaw, ya que jugaba como guardián de su equipo.

Cuando Draco reconoció a la snitch salió volando rápidamente detrás de ella, el buscador de Ravenclaw lo notó, así que fue detrás de Draco para poder alcanzarlo. Los dos iban a la par, estirando los brazos para poder alcanzar la snitch.

El chico de Ravenclaw se acercó a Draco, e ignorando la Snitch por un momento, agarró la escoba de Draco para hacerlo retroceder y perder el equilibrio, luego de eso siguió volando hacia la snitch, tomando la delantera.

El buscador de Ravenclaw creyó que al estar a una gran altura, no podrían ver lo que había hecho. Claramente se había equivocado. Desde las gradas de Slytherin se escuchaban reproches. Draco caía rápidamente pero cuando logró equilibrarse otra vez, bajó y se acercó a la profesora Hooch.

—Mejor guárdate tus reproches, Malfoy —le dijo la profesora al ver que se acercaba con una expresión de enojo— Yo arreglo esto.

La profesora Hooch llegó al centro del campo y sonó un silbato que todos lograran escuchar. De repente todos dejaron de jugar y las gradas quedaron en silencio, esperando a saber que diría la entrenadora.

—¡Todos! Escobas abajo —gritó a los jugadores que seguían en el aire— falta de Ravenclaw. Slytherin tiene un tiro. Para la próxima, no olviden que estamos en un colegio de magia, las faltas no se me pasan ni aunque estén a 10 kilómetros de acá.

Se escucharon aplausos desde las gradas de Slytherin, y Draco le sonreía burlonamente al buscador de Ravenclaw, al que algunos de sus compañeros llegaban a hablarle enojados.

—¡Eres una niña, Malfoy! Te lo dije —Coleman se dirigía a pasó rápido hacia Draco.

—Que tus jugadores sean tan cobardes no tiene nada que ver conmigo.

Todos empezaban a fijarse en ellos dos, expectantes por saber que pasaría. Después del duelo que habían tenido en clase de DCAO, esa era una escena que nadie se quería perder, definitivamente.

—¿Tenías miedo de perder? ¿Por eso bajaste? —le decía Coleman, burlándose— No seas tan débil.

—Te recuerdo que el qué pasó inconsciente una clase completa fuiste tú, idiota.

Coleman sacó su varita y apuntó hacia Draco, y este, reaccionando rápidamente, también la sacó y apuntó a Jason con ella.

—¿Quieres repetirlo? Miremos quien queda inconsciente esta vez —dijo Coleman.

Todos se sorprendieron y se escucharon murmullos. Hermione los miraba entre enfadada y horrorizada desde las gradas.

—Inténtalo si quieres —le respondía Malfoy— pero no prometo quedarme despierto mientras pruebas.

Coleman sin pensarlo lanzó el primer hechizo que se le ocurrió. Draco, que ya se lo esperaba, se agachó rápidamente. El hechizo fue a dar contra una niña de primero, que se encontraba en la parte más baja de las gradas de Gryffindor. Se escucharon sonidos de asombro. Y Coleman bajó su varita nervioso.

—¡Jason Coleman! ¡Draco Malfoy! —la directora McGonagall se acercaba a ellos enojada, con paso rápido y decidido— ¡A mi oficina! AHORA.

—Bueno, felicidades Coleman —le susurró Draco, mientras comenzaba a seguir a McGonagall— esta vez superaste tu nivel de idiotez.

Hoy y siempre. (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora