Todo volvió a la normalidad, ahora no sería más un secreto que Phineas sí o sí tenía que recuperarse de sus traumas asistiendo a un terapeuta o psiquiatra. Después de que se tranquilizara, el atardecer cayó y un bostezo de luna adornó las montañas que se podían distinguir a lo lejos, Phineas por fin descansó de tanto sufrimiento, y lo confirmó, fue como vivir nuevamente en un coma, sólo que duró más de dos semanas y pudo ver todo lo que pasaba mientras “dormía”.
— Bueno, tenemos que regresar a casa —comentó Peter una vez todos ya estaban caminando a casa—, Deku debe estar angustiado.
— ¿Por qué Izuku no vino? —preguntó Phineas—
— Ya sabes cómo es, un llorica —le respondió Ferb con ironía—.
— Momento, ¿A dónde se fue Delta Eagle? —Isabella se cuestionó mirando a todos lados—
— A mí me dijo que tenía cosas que hacer, ni modo —contestó Peter alzando hombros—.
— Por cierto, Pete, ¿No es peligroso que estés usando tu traje mientras nos acompañas? —le preguntó Phineas preocupado—
— No te preocupes, todos saben que Spider-Man es parte del equipo, no pasa nada si uso mi traje.
— Oh bueno… ¿Cómo están los gemelos?
— Ah, sí, sacamos a Luke del clóset.
— ¿Qué? ¿Cuál clóset? —Ferb paró de caminar al escucharlo declarar aquello—
— Ya saben, es gay y lo descubrimos antes de que pudiera salir del clóset solo.
— ¿Y Carlos?
— Él sí es hetero, de hecho fue el primero en delatar a Luke, estaba paniqueadísimo.
Llegaron a casa al caer la noche, Phineas, Ferb e Isabella se acercaron a la puerta mientras Peter se cambiaba para pasar desapercibido. Salió de los arbustos con una de sus típicas camisas a cuadros y jeans sueltos, obvio no podía faltar la maleta.
— Bueno, Phineas, bienvenido a casa de nuevo —Ferb abrió la puerta dejando ver el hogar que él conocía, Phineas entró con una cálida sonrisa, feliz de volver a casa—.
— Hogar dulce hogar.
— ¡El demonio! —gritó una vocecita chillona haciéndolo bajar la mirada— ¡Hermanito Ferb! ¡El demonio está aquí!
Resultaba ser la pequeña arañita, Lucas. Phineas lo reconoció al instante porque recuerda el primer encuentro que tuvieron con Luther. Ferb acogió a Lucas en sus manos de forma protectora.
— No hay ningún demonio, Lucas. Sólo es tu hermano Phineas, que ahora es bueno y puro, igual que tú.
— Hola, Lucas —le sonrió amablemente—. Lamento mucho haberte insultado esa vez, eres una arañita muy linda y mereces todo el amor del mundo —le dijo en un tono casi infantil mientras acariciaba su cabecita con un dedo, él rió algo tímido—.
— Gracias —dijo encogiéndose de patitas—.
— Voy a ducharme, gracias —Peter salió corriendo apenas cruzó la puerta, era obvio que no le agradaba Lucas aún—.
— Oh, pero hay quienes no piensan lo mismo —bajó la mirada notablemente triste, lo que casi le rompió el corazón a Phineas—.
— Pobre chiquito, ¿Quieres un abrazo?
— ¡Sí!
Saltó animadamente a la nariz de Phineas y recorrió toda su cara, lo que lo hizo reír de las cosquillas que le provocaba.