Un Kazuma Diferente

Una Gran Aventurera

Aquella noche no pude dormir, o al menos no de la misma forma en que lo hacía. Era extraña la sensación que sentía al estar en esa habitación, al dormir en aquella cama en donde había dormido tanto tiempo antes de irme; en ese momento todos los recuerdos y experiencias que viví vinieron a mi cabeza. Todo se sentía tan extraño, pero a la vez tan familiar, era una sensación que ni siquiera yo sabría como describir.

Ya de mañana decidí salir de la mansión para buscar algo que desayunar, lo único que pude dejar antes de salir fue solo una nota la cual solo tenia la palabra "gracias" escrita en un pedazo de papel. Ahora tenía que decidir el rumbo por el que llevaría mi vida; eso parecía sencillo, pero a decir verdad las cosas han cambiado, por lo que se me dificultará tener una visión precisa sobre el futuro y sobre lo que pasará conmigo.

—Oh, ¿Acaso eres tú?

No podía creer lo que mis ojos veían, frente a mi se encontraba Chris, aquella ladrona que me enseñó "steel" la habilidad con la que intente robarle su daga, pero lo único que le robe fueron sus bragas.

—Ha pasado mucho tiempo, ¿No lo crees? -dijo Chris

—Así es, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos —respondí

—Bien, ¿Dime que te trajo aquí?

—Pensé que ya lo sabias, vine a ayudar a los nuevos aventureros.

—Ya veo, así que te encontraste con las chicas, ¿No es así?

—Si

—¿Sabes? ellas se han esforzado mucho.

—Lo se, vi los resultados de su esfuerzo con mis propios ojos.

—Me alegro que hayan trabajado juntos de nuevo.

—Yo no estoy tan seguro de eso, pero de lo que sí estoy seguro es de que los dioses por fin han escuchado mis Plegarias.

—¿Eh?, ¿A qué viene eso tan repentinamente?

—Ya sabes, necesito ayuda, y que mejor que una diosa para ayudarme.

—No se de lo que hablas.

—Siendo sincero no importa a donde vaya o cuanto cambie mi apariencia, sabia que solo era cuestión de tiempo para que tu me encontrarás.

—Tienes razón , sé lo que has estado haciendo últimamente y soy consciente de la razón por la que te encuentras en este lugar.

—Supongo que después de todo no puedo esconderme de la diosa de la fortuna.

—Ya que estamos hablando de eso, necesito que me ayudes con algo.

—¿Yo?, ¿Quieres que yo te ayude?

—Si, necesito de tu ayuda para algo.

—Esta bien, te ayudaré.

—En ese caso no creo que estar aquí parados sea la mejor opción para hablar sobre el tema.

—¿Qué propones?

—Dejame ver, hay una cafetería cerca de aquí, que tal si vamos ahí, de paso te invitare algo para desayunar.

—Esta bien, pero no creo que sea necesario que me invites a desayunar.

—No te preocupes, dejalo así.

—Gracias.

Después de caminar un poco llegamos a la cafetería y nos sentamos en una mesa.

—Bien ya estamos aquí, ¿Como te puedo ayudar?