하나

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¿Qué tan difícil resultaba estar en el nivel superior? Para algunos era normal, pero para Jimin era un calvario.

Nunca había sido de los que hacían muchos amigos, por su timidez. Algunos chicos del salón y de otros cursos se burlaban de él por llevar gafas circulares de gran tamaño, por sus brackets y por usar ropa algo holgada que lo hacía ver gordito, cuando en realidad no lo era. No era un estudiante destacado, sino uno de calificaciones medias, pero pasables.

—¡Quítate del camino, estorbas! —dijo una chica al empujarlo, haciendo que cayera su desayuno al suelo—.

—Lo siento —murmuró Jimin, recogiendo sus cosas e intentando no hacer contacto visual con nadie.

Que le sucedieran estas humillaciones se había convertido en una costumbre insana. No existía razón para aquel trato; él nunca les había hecho daño, pero parecían divertirlos las burlas. Incapaz de defenderse físicamente, era el blanco favorito.

—Oye, tú —se escuchó una voz detrás de Jimin, la de su único amigo, Seokjin—. Le tiraste el desayuno, así que págaselo.

—No voy a pagar nada. Él tuvo la culpa por atravesarse en mi camino; además, una comida menos le haría bien.

—Entonces discúlpate.

—No lo haré —respondió la chica, dispuesta a marcharse—. Es una lástima que un chico tan guapo se junte con ese rarito.

Seokjin iba a contestar, pero Jimin lo tomó del brazo para alejarse.

—Vámonos, Jimin. ¿Qué te he dicho?

—Que no olvide las rebajas de ternera cada jueves en el supermercado.

—¡No eso! Ya sabes a qué me refiero.

—¿Que no deje que nadie me haga menos y lo confronte?

—Exacto. No importa que sea una chica: si su comportamiento es detestable, confróntala. No quiero que sigan haciéndote esto y tú lo dejes pasar.

Jimin bajó la cabeza y se sentaron en sus respectivos lugares. Seokjin, desde la ventana, observaba a los chicos del fútbol entrenar; era fan del capitán, Kim Namjoon, un atractivo estudiante de segundo año.

Al otro lado del campo, Jeon Jungkook, también de segundo año, destacaba en el equipo de baloncesto. Imán de miradas, acostumbrado a conquistar a chicos y chicas, guardaba en secreto su amor por Jimin: nunca encontraba el momento para acercarse.

—Puedes hacerlo, Jungkook. Solo ve y haz que todo parezca casual —se decía a sí mismo, con el corazón acelerado—.

Ese día, decidido a hablar con su crush, observó cómo Seokjin discutía con una chica cerca de Jimin. Cuando ella se marchó, Jungkook fue tras ella, no sin antes comprar un desayuno en la cafetería.

—Disculpa —dijo Jungkook a la chica, quien se volteó y al verlo sonrió—. Perdona por molestar.

—No me molestas, Jungkook —respondió ella, casi suspirando. Notó su sándwich y la malteada de fresa—. ¿En qué puedo ayudarte?

—Quisiera que te disculpes con el chico al que chocaste y tiraste su comida —la chica palideció de asombro—. Y también que le entregues esto. ¿Lo harás? —Jungkook le entregó el almuerzo—.

—Eh… pero… él… ¡Ah! Sí, lo haré, aunque… ¿por qué me lo pides?

—Espero que una chica tan linda no vuelva a comportarse así.

La chica asintió y se marchó. Jungkook la siguió en silencio, esperando que cumpliera su promesa.

Dos minutos después, frente a Jimin, la chica movió su brazo para despertarlo.

—¡Ey, tú!

—¿Eh? —Jimin se acomodó las gafas, sorprendido al ver a la chica disgustada—. T-tú…

—Solo vengo a disculparme por lo ocurrido. Te traje esto —dijo, entregándole el almuerzo, antes de girar y marcharse—. Hasta nunca.

Jimin miró cómo se alejaba. El almuerzo era uno de sus favoritos. Una sonrisa se dibujó en su rostro, aunque no supo cómo agradecerle.

Jungkook, desde la ventana de la puerta, lo observaba. Le encantaba la sonrisa de Jimin; podría pasar horas mirándolo sin cansarse. Con el corazón latiendo a mil por hora, se marchó antes de desmayarse de la emoción.

✎୭·࣭࣪̇˖❝LIKEY❞⭟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora