「 3. La venganza y un negocio」

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Nari había logrado pasar de "temblores extremos" a "temblores moderados" en tan sólo unos días; le había cogido mucho cariño a los gemelos y se había acostumbrado al tamaño de su cama, a dormir con otras cinco chicas. Entre comidas, solía hablar un poco más; reía en voz alta e incluso seguía las bromas de los pelirrojos. Era todo un show... hasta que veía al tonto de Marcus Flint en la mesa de los Slytherin.

Sus rodillas ya estaban sanas, no había quedado cicatriz y su mano podía moverla sin problema alguno. Pero a pesar de ello, aún sentía miedo de ir sola por los pasillos y que el trío de gorilas apareciera. Aunque no la habían vuelto a molestar, estaba segura que habría una segunda vez. Y que ahora no sólo iban a empujarla y después dejarla caer como saco de semillas. 

Por experiencia, sabía que las bromas subían de nivel.

Algo que la tenía preocupada, sin contar el tonto resumen que tenía que entregar para la clase de historia de la magia,  era que los gemelos aún no habían llevado a cabo su malévolo plan. A Nari la ponía de nervios no saber en que momento aquellos dos se meterían en problemas por regresarle la jugada a Flint. Tampoco quería que ellos salieran dañado gracias a su cobardía. Y es que algo que no admitía en voz alta era que, se sentía aún más débil siendo "defendida" por ellos; se sentía más pequeña de lo que ya era.

Definitivamente había ratos en los que sentía que no encajaba en Gryffindor.

—¿Cuándo empiezan las pruebas para quidditch?—preguntó Lee con la boca llena.

—Creo que la otra semana—respondió no muy segura Alicia, mientras lo miraba con disgusto por haber visto el bocado en su boca.

—Pero los de primer año tenemos prohibido jugar, ¿por qué preguntas?—Nari  levantó la mirada del pergamino y encarnó las cejas algo confundida.

Era la hora de la comida y el gran comedor se encontraba lleno de estudiantes hambrientos. Las velas flotantes aún no aparecían sobre sus cabezas, pues el sol era suficiente para iluminar el lugar.

La mayoría de los presentes comían con prisa para seguir haciendo sus deberes y otros se tomaban el rato para disfrutar... como Lee, que había dejado a un lado su tarea para comer a gusto.

—Lo sé, lo sé, pero a mí no me interesa jugar—se encogió de hombros y se metió a la boca otro trozo de pollo.

—¿Entonces?—volvió a preguntar Nari antes de terminar de un sorbo su jugo de calabaza y seguir escribiendo a toda velocidad.

Ya tenía los dedos llenos de tinta, el cabello alborotado y muchas ganas de botar muy lejos el pergamino para comer sin preocupaciones. Tenía treinta minutos para acabar la tarea.

—Quiero comentar los juegos, ya sabes, narrar qué pasa y dar mi opinión—respondió—. No soy bueno jugando, pero creo que sí observando.

Alicia y Angelina soltaron una risotada que hizo que las chicas Ravenclaw de la mesa trasera se giraran a mirarlas. Nari le dio una mordida a su manzana y comenzó a notar que había una extraña tranquilidad en la mesa.

—¿Tú? ¿Siendo observador? no lo creo—se burló Angelina. 

El moreno tuvo que tragar en seco su bocado para poder replicar que era muy observador cuando del quidditch se trataba. A Nari le pareció interesante la idea de narrar los partidos, sin embargo, ella estaba más interesada en estar en el campo. Su madre decía que ella podía ser una buena buscadora por su pequeño tamaño. Contrario a su padre, que decía que era un deporte un poco rudo para ella. Ya vería hasta segundo año si se atrevía a entrar en el equipo. 

—Sí, sí, sí, me queda claro que eres observador para el deporte—dijo la morena—, porque no traes la corbata del uniforme, ¿cómo no te han llamado la atención?

La chica de la profesía ||George Weasley||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora