「 4. Coincidencia de renombre」

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Nari había sido aficionada al quidditch desde que tenía memoria. Ella y su madre, Elspeth,  solían escuchar los partidos en un viejo radio muggle encantado; Nari recordaba que ambas solían sentarse en el porche de la casa, esperando a que su padre llegara del ministerio. Y mientras eso pasaba, ellas reían y comían frituras durante la transmisión.Si su padre tenía la suerte de llegar antes de que todo terminara, las acompañaba lo que restaba del juego y después contaba alguna historia de cuando él solía jugar en el equipo de quidditch de Gryffindor. 

Nari amaba esas tardes con todo su ser.

Y ahora, tenía la dicha de ver un partido en vivo y en directo. Quizá no era algún partido importante de la liga de Gran Bretaña e Irlanda, pero ella casi sentía que lo era; los gritos en las gradas, los alumnos gritando y aquellos que tenían la cara pintada de los colores de su casa. A pesar de que llovía y tenía que ponerse de puntitas para poder ver por encima de sus compañeros, Nari gritaba cada que Gryffindor anotaba. Estaba feliz y llena de energía para gritar todo lo que restaba de la tarde, seguro quedaría afónica. Los gemelos estaban igual de eufóricos que la castaña, con la diferencia de que ellos estaban aún más que empapados por la lluvia, pues creían que era absurdo usar un impermeable cuando existía la magia. El problema radicaba en que, habían olvidado el hechizo necesario para no mojarse. 

—¡Eso es falta!—grito Fred con enojo—¡Agarró el mango de su escoba!

—¡¿Dónde demonios se metió Madame Hooch?!—gritó casi al mismo tiempo George. Se llevó las manos al pelirrojo y húmedo cabello con algo de desesperación.

El partido Slytherin contra Gryffindor no estaba siendo tan satisfactorio como esperaba,  había infinidad de faltas por parte de Slytherin y todos los alumnos parecían molestos al ver que las dejaban pasar. Pero eso no le importaba a Nari, era más emocionante ver como los jugadores volaban de un lado a otro y como la cazadora de Gryffindor era tan rápida como un rayo.

Charlie Weasley, uno de los hermanos mayores de los gemelos, se veía realmente frustrado por la situación, pues cada tanto se golpeaba la frente con molestia. Había intentado cambiar las jugadas para evitar tocar siquiera a los jugadores del equipo contrario, sin embargo, nada funcionaba. Las serpientes seguían cometiendo faltas.

—¡Voy a escribir una queja sobre esto!—Lee parloteaba, también bastante molesto.

 Alicia y Angelina, estaban más que ocupadas admirando a los jugadores y analizando las escobas que tenían algunas serpientes, porque vaya que volaban a toda prisa. 

—¿Por qué tu hermano no ha atrapado la snitch?—Nari se acercó a George, gritando para poder ser oída entre tanto barullo.

—El idiota de Winickus lo está acorralando—gritó de regreso— y aunque la atrapase, no creo que ganemos el partido.

Nari se enganchó al brazo de George y se puso de puntitas, estirando el cuello para buscar la cabeza pelirroja del Weasley mayor.  Pero no vio mucho, era algo difícil ver entre el cielo nublado, la lluvia y su corta estura. George al notar aquello, intentó apuntar con un dedo hacía donde estaba su hermano y el buscador de Slytherin,

—¿Ves a esos dos de allá?—preguntó y Nari entrecerró los ojos para ver un poco mejor— Winikus es el que está empujando a Charlie. 

—¿Eso no podría ser falta?—preguntó confundida, pues aquellos empujones se veían con demasiada fuerza y ganas de tirar al otro. Según recordaba, era falta si un jugador iba con toda la intención de estrellarse contra un jugador del equipo contrario. 

—Hoy no hay faltas, Nari, ¿no lo has nota ya?—la miro—. Es día de descanso.

—Oh, creí que sólo era una modalidad de juego de Slytherin.

La chica de la profesía ||George Weasley||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora