「 5. Accidentes y varitas de regaliz」

31 7 9
                                    

—¿Quién eres?—insistió Fred—¿Qué hiciste con nuestro pequeño y asustadizo conejo?

Nari se detuvo y giro sobre sus talones para encararlo, al pelirrojo se le borró la sonrisa cuando observó como la castaña lo asesinaba con la mirada. Después simplemente se cruzó de brazos y se aclaró la garganta antes de hablar. Nari se estaba cansando de que le hicieran la misma pregunta una y otra vez. Además, hablábamos de Fred y George, que podían encontrar mi maneras de decir lo mismo, pues tenían un ingenio infinito para hacer el mal. 

—¿Qué tan raro es que haya hecho una amiga?—cuestionó.

—En una escala del uno al muy raro—meditó—: demasiado raro.

Nari rodó los ojos y se giró nuevamente para seguir caminando con los gemelos detrás. No quería discutir sobre el tema y tampoco quería que su tarde quedara arruinara por un tema insignificante. Aunque los gemelos no dieron crédito a la escena de ella llegando al gran comedor junto a Nora, no querían mencionar que aquello era un gran paso.  Y ella se sentía orgullosa de su pequeño logro. 

 Aquella tarde, a las tres y media, Nari, los Gemelos y los otros Gryffindors bajaron corriendo los escalones delanteros, hacia los terrenos del castillo, para asistir a su primera clase de vuelo. Todos parecían ansiosos y demasiado extasiados para probar lo que se sentía volar en escoba, excepto Nari, que ya sabía lo básico.

Su madre le había enseñado a volar en escoba en algunas de las tardes libres que tenía. Tampoco era como si le hubiera enseñado bastante, sin embargo, ya sabía volar a mínimo unos cuatro metros de altura a una velocidad moderada. Claro, aquello era un pequeño secreto entre ambas... si es que su madre no lo había olvidado ya.

Cuando llegaron, observaron a la profesora acomodando varías escobas sobre el suelo, pero Nari no pudo observar aquello porque sus compañeros delante de ella, tapaban su vista. 

Madam Hooch parecía una señora algo joven pero con demasiada experiencia, tenía el cabello de un curioso color plata y unos ojos grandes y amarillos como los aquella lechuza que había visto en la noche anterior. Tenía una gran sonrisa y Nari no pudo evitar juzgarla en silencio, pues había dejado pasar un sin fin de faltas en el partido de quidditch.

—¡Bienvenidos a su primera clase de vuelo!—dijo con enjundia la profesora, su voz era dura y un poco áspera— Como ya saben, los de primer año tienen prohibido tener su propia escoba, así que para estas clases usaremos las escobas que la escuela nos proporciona.

Nari se preguntó porque los de primer año tenían prohibido hacer tantas cosas ¿Era por qué no sabían absolutamente nada y tenían que enseñarles lo básico? ¿O por qué tenían miedo de los estudiantes ignorantes con el poder de realizar magia?

—Bueno, ¿qué están esperando?—miró a todos con una sonrisa mientras mantenía sus manos en su cadera— Cada uno al lado de una escoba ¡Vamos, rápido!

Todos salieron corriendo para elegir su pedazo de madera y fibras con el que trabajarían; ella se quedó mirando a todos lados, un poco confundida de no ver las escobas colgadas por ahí. Los gemelos la jalaron de la túnica y los tres escogieron unas escobas ordenadas hasta el final, un poco alejados de la profesora y sus amigos. Observo que Angelina y Alicia habían escogido un lugar muy cerca de Madam Hooch.

—Extiendan la mano derecha sobre la escoba y digan "arriba".

Nari observó la escoba tumbada en el pasto; parecía vieja y las cerdas ya estaban bastante desgastadas. Se preguntó si no había ocurrido algún accidente gracias a eso y miró a George, que tocó con un pie la escoba, como si rectificara que no haría un mal movimiento. La castaña supuso que, gracias a su hermano, podían identificar las pésimas condiciones de la escoba. Fred también miraba con una mueca la suya y Lee, bueno... él sólo intentaba que la escoba reaccionara a su orden.

La chica de la profesía ||George Weasley||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora