➻Bienvenidas

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-Capitulo 9-


Le relató paso por paso todo lo que ocurrió entre él y Eirene... quería platicárselo, y quería saber todo lo referente a ella. Volna confirmó con sorpresa la aventura que han tenido, aunque no llegaron a consumirla. Draven le platicó que él estuvo ahí en el ataque al Castillo de los Raks, antes de irse a buscar una salida, le prometió a Eirene volver por ella, se reservó que el convirtió en piedra a varios Raks... se saltó esa parte, y brinco hasta cuando él fue atacado, arrastrado por el animal a muchos metros del Castillo, y perdió el conocimiento. Entonces despertó a los días en esa casa.

Volna está sumamente interesada, y sorprendida de todo lo sucedido, sobre todo porque entiende ahora la tristeza de la princesa, creyó que quizás solo se tratara de la muerte de sus padres, ahora sabe que no solo es eso lo que la tiene así, desencajada.

— Ahora entiendo todo, pero... Draven... - decidió decirle la verdad de una vez, no quería engañarlo. - la princesa encontró a su guerrero, sabes lo que significa... la princesa se casara.

Confesó ella, y Draven sintió como si fuera atacado de nuevo por otro Raks más fuerte. No podía ser, Eirene, casada con el guerrero... él no es quien para impedir nada, conoce bien la profecía, ella tenía que casarse con ese guerrero y juntos ser Reyes y gobernar Russitea, tendrían un hijo y serian felices... ¿pero, y el que?... ¿Qué hará con este amor que lo consume?

— Yo... solo quiero verla, decirle que no la abandoné... decirle cuanto la amo y que espero que sea muy feliz... necesito verla, aunque sea por última vez - puntualizó con el rostro contraído por la noticia de que perderá toda esperanza con ella.

La anciana lo examino detenidamente... conoce bien como es sentir que su alma gemela se te va. Además, le guarda un cariño excepcional a él y no se diga a la Princesa Eirene que siempre ha sido tan amable con ella.

— No te preocupes... yo te ayudaré a que la veas, antes de la boda.


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A solo dos días de su boda, Eirene recayó en su tristeza y se encerraba en su habitación a llorar y estar consigo misma, si se pone a pensar es en ella en la única que puede confiar en estos momentos. Se sentía atrapada en una jaula de oro que no tiene salida, pero ahí esta, acababa de probarse su vestido, aquel que lo luciría con elegancia, pero con tristeza.

— Mamá, papá... acompáñenme por favor, no me dejen sola - suplicó al viento, tratando de retener las lágrimas, pero fue imposible.

Se dejó caer en su cama, y se cansó pronto de llorar, como siempre pasaba, y poco a poco se fue quedando dormida. Una Princesa entristecida, es en lo que se ha convertido, no quiere ser ese tipo de Reina, quiere gobernar bien, ya que muchas vidas dependen de ello.

Con mucha pena Rexanne entró, se acerca cautelosa a la cama de Eirene, y la va despertando, durante unos instantes nota su cara, sabe que ha llorado, de nuevo. finalmente, la princesa abre los ojos.

— Perdón por despertarla mi señora. Venía a comunicarle que el hechicero Zuko ha llegado al Castillo - anuncia claramente.

Entonces Eirene salta de emoción, hace tiempo que no lo ve, incluso no logro venir para el funeral de sus padres, ese mago blanco la quiere mucho, y ella a él, así que le causa bastante alegría tenerlo de vuelta, al menos tendrá otra mano para apoyarse, otras palabras para alentarse, otro hombro donde llorar.

— En un momento bajo, dile que me espere por favor - e inmediatamente se acerca al espejo a retocarse, Rexanne se ofreció a ayudarla, pero la princesa le ordenó dejarla sola e ir a cumplir su mandato.

Cuando se sintió lista y preparada bajo, y allí esta... Zuko, ese mago con la fortuna de tener poderes, y además con ese porte varonil muchas mujeres hay tras de él.

— Zuko, que gusto me da verte. - Dice la princesa lanzándose a sus brazos en busca de consuelo y cobijo.

El sonriente la recibe, la conoce desde niña y le tiene un gran aprecio, también se lo tenía a los Reyes que desgraciadamente ya no puede ver, al enterarse de su muerte decidió volver, para apoyar a Eirene.

— Tus padres... siempre estarán orgullosos de ti. - no quería darle el pésame, sabe que muchos ya se lo han dado, y él no es como los demás, el convivio con sus padres.

— Gracias por decirme eso Zuko... no sabes ahorita como me hace falta caras conocidas y buenos amigos, me he sentido tan sola. - le confiesa.

— Yo jamás te dejaría sola, cuentas conmigo y lo sabes, mi Reina - decidió decirle así, para aligerar las palabras y concentrarse en eso. Aunque a Eirene no le guste, muy pronto se convertirá en Reina de Russitea, junto con su Rey, Emilian.

Se sentaron en una sala cómoda e íntima, platicaron de todo, y recordaron con gran afecto a Dione y Lorcan Rosenheim.

El tiempo paso, tuvieron un rato muy agradable, ya había anochecido. entonces el mayordomo pidió permiso para entrar.

— Mi señora... en la entrada la busca un joven – anuncia sin hacer pausa, y antes hizo una reverencia.

Al decir eso, Eirene sintió como le bajo la presión. ¿podía ser?, ¡quizás Draven fue por ella al fin! Sí, ¿Qué caso tendría?, si ella se casaría, pero, aun así, tenía que verlo, aunque sea una última vez.

Sin pedir permiso se desplazó hasta la entrada, muchos la observaban extrañados ya que ella nunca va hasta la puerta. Eirene con el corazón agitado, se acercó rápidamente a la puerta y se encontró con...

— Disculpe que la moleste su alteza... vengo a darle un mensaje muy privado - espeto el muchacho como de unos 17 años.

No es el. Se tuvo que repetir unas 4 veces esa frase, se desilusionó bastante al ver a ese joven, por un momento creyó... ¡oh cielos, tiene que hacerse a la idea de que no volverá a ver a Draven!

Cogió la carta y despidió gentilmente al joven.

También se despidió de Zuko. Eirene no quería ver a nadie, no podía, luego de hacerse esperanzas falsas.

Subió a su habitación, se encerró en ella y dejo la carta a un lado.

— Tienes que hacerte a la idea Eirene - le recrimino a sí misma.

Se asomó al balcón. Su futuro esposo se ha ido a entregar las invitaciones a la boda personalmente al Rey de Phillips, ella no ha ido por obvias razones, él dijo que se disculparía en su nombre.

Volvió a su mente Draven, ese hombre que le arrebato el aliento... no sabía por qué, pero la carta que tenía aun lado, tendida en la cama la ponía nerviosa.

Decidió abrirla, total, algún día la abriría. Cuando la leyó:

"Hola bella dama, no creerás que te he abandonado ¿o sí?... Quiero verte, así que te pido acudas a la cabaña rumbo al rio, la única que hay. A medianoche, te espero cariño".

Sus latidos eran tan rápidos que en cualquier momento se pararía y le ocasionaría una muerte instantánea. al leer eso se llevó la mano a la boca. ¡Santo cielo es el!

No puede ser, tantos días sin verlo, al fin tiene noticias de él. No le importa porque no vino el personalmente, ahora sabe que quiere verla, ahora sabe que el jamás la abandonó... seguramente en ese encuentro él le explica, pero ahora no le interesa las explicaciones, solo le interesa que el está vivo, que la ama, que no la abandonó, que volverá a verlo...

Solo tiene que idear algo para escapar e ir a ese encuentro. 

La Maldición de EireneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora