Capítulo 3

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     —Yo... confie en ti.

     —¡Blaze...! No... no sé qué está pasando. ¡No sabía que yo...!

La gente empieza a salir de sus casas y a acercarse, comidos por la curiosidad. Murmuros se hacen presentes en todo el entorno a medida que los habitantes se acumulan en círculo.

     —No os preocupéis. Yo tomaré medidas contra este monstruo —declara la espadachina.

     —No puedo creer que Sonic... —Se oye balbucear a la gente.

El pobre erizo no podía sentirse más desorientado. Toda una multitud de personas se encontraba a su alrededor diciendo cosas malas de él, mientras él no podía hacer nada por defenderse.

Blaze agarra el cuerpo atado del peliazul y lo sube a su hombro. Recoge la muda que dejó en la posada del pueblo y sale de las fronteras de este, aún con Sonic cargando en su hombro.

     —Blaze, tienes que escucharme. Te juro que yo no-

La gata chistea cortante, luego mira a su alrededor y deja al erizo en el suelo.

     —Sé de una persona que creo que puede ayudarte.

     —Entonces, ¿¡me crees!? —pregunta aliviado el erizo.

     —He oído de esto antes. Creo que es una especie de hechizo, pero no estoy segura. Por eso vamos a ir con una profesional.

     —¡Genial! Desátame.

Las manos de la peli-lavanda se acercan a las cuerdas, pero se retracta y pregunta:

     —No te transformarás de nuevo, ¿no?

     —¿Supongo que... no?

Blaze pone ambas manos en sus caderas, frunciendo el ceño.

     —Es que no puedo controlar si me transformo o no. Ni siquiera recuerdo nada de lo que pasa cuando soy Dark.

     —Te desataré, pero no dudaré en volver a atraparte si te conviertes.

El nudo es aflojado por completo, dejando libre a Sonic. Tras guardar las cuerdas en la bolsa, Blaze pronuncia:

     —Descansemos esta noche en una posada. Mañana a primera hora podemos partir.

     —Me parece bien —responde el peliazul—. Oye, Blaze.

     —¿Qué pasa?

     —Solo quería darte las gracias. Podrías haberme matado, pero confiaste en mí.

Un silencio un tanto incómodo se crea, el cual es roto prontamente por la felina.

     —Se puede ver la posada desde aquí. Vamos.

Ambos se dirigen hacia la posada, donde Blaze paga por una habitación con dos camas separadas.

Nada más entrar, el peliazul se tira en una de las camas bocarriba.

     —Voy a cambiarme. —Hace saber Blaze, entrando al baño.

Pocos minutos después, esta sale vestida con su capa negra y el cabello suelto, y su armadura guardada en la bolsa de tela.

El erizo se sonroja al ver a Blaze, lo cual ella nota, preguntándole qué ocurre.

     —Ah... nada. Vayamos a dormir —contesta este.

     —Sí. Ha sido un día muy duro.

Blaze apagó la vela que iluminaba la estancia y se acomodó en su cama. Varios segundos pasaron en silencio, hasta que la voz del erizo pronunció:

【Monstruo】» SonazeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora