Prólogo

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Mil seiscientos cincuenta el inicio de una época que pasaría a la historia, la época de piratas y para seres como nosotros solo se trataba de un juego más, despues de todo Dios no podía mandar sus tropas por nosotros puesto que sabía perfectamente que terminaríamos con todos antes de empezar a cansarnos si quiera un poco y en cuanto a Satán junto Lucifer no le daban importancia a nuestras actividades en la tierra, ya que no podíamos alterar el equilibrio a no ser que se considere necesario, pero aquel día debía cumplir con un trato, más bien era una promesa, debía llevarle tres objetos específicos a cierta familia dominante del bajo mundo para ayudar al único heredero de la destronada familia real de Inglaterra, pero por alguna razón me pareció buena idea ir en busca de que me mataran, temporalmente; la noche anterior, no salió como esperaba y mucho menos pensé que ese día comenzaría mi extraña relación con un demonio, pero oigan debo contarles esto despacio siendo precisamente ese día en el que me daré el lujo de comenzar con mi historia, debo ponerlos al corriente para que entiendan lo que pasa ahora.

Todo estaba oscuro, el cuerpo me dolía, no recordaba el por que de aquel dolor o en donde me encontraba; aquel juego había salido demasiado bien a tal grado que al empezar a recuperar mi conciencia no tenía ni idea de que era, la superficie era dura, trate de abrir los ojos pero me fue imposible hacerlo, igualmente intente moverme obteniendo el mismo resultado, pude sentir a alguien acercarse tenía una presencia algo oscura, se detuvo a mi lado por un largo tiempo y aquel silencio que me rodeaba pronto se convirtió en los ruidos de una ciudad, la superficie en la que me encontraba paso de se dura a ser blanda y cómoda, la luz del día empezó a molestarme por lo que sin ningún esfuerzo pude abrir los ojos encontrándome con un techo desconocido, decidí en sentarme en aquella cama en la que ahora me encontraba debido al movimiento la cabeza me dio vueltas acompañadas de un dolor soportable por lo que lleve una de mis manos a esta mientras me sentaba en la orilla de la cama.

Pronto su voz llamo mi atención, por lo que levante la mirada encontrándome con un demonio aparentando tener unos veinte años humanos, vestido con una ropa que considerarían un poco sencilla por aquella época, sus cabellos negros se encontraban ligeramente desarreglados, sus ojos rojos le hacían un contraste perfecto a su cínica sonrisa, ni siquiera ocultaba sus manos, aquellas uñas negras características de los demonios estaban a la vista y nuestras miradas chocaban en mal termino.

El silencio reinaba en aquella habitación pude notar de inmediato la razón por la cuál se encontraba tan confiado, un sello, un sello que cualquiera tardaría algunos millones en aprender, pero él lo había hecho y eso que le calculaba un poco más de tres mil años, cansada y hambrienta decidí salir de aquella habitación, el lugar solo era para pasar la noche por lo que debía salir a buscar alimento en otro lugar, él obviamente me siguió, sabía que no me lo quitaría de encima tan fácil como para fastidiarlo, pero también quería saber cómo un demonio tan joven había logrado venir al mundo humano sin necesitar un contrato, por el momento lo soportaría, vagos recuerdos me venían a la mente mientras desayunaba, me observaba con curiosidad, él se ofreció a pagar por la comida cosa que acepté, de regreso a aquella posada simplemente se presentó como "Angelo Michaelis", sin darle mucha importancia respondí con mi nombre, estaba por entrar a la posada, pero la tienda de instrumentos de en frente logro captar mi atención, más específicamente un hermoso violín negro con detalles en blanco perfectamente colocados, su puente era de un color rojo carmesí, su arco de los mismos colores y el estuche era de los más modernos, a simple vista era de una excelente calidad, lo observé por varios minutos hasta que decidí volver adentro de la posada, él tardó en regresar.

Lo soporte por una semana mientras me dirigía a Londres algo me decía que algo importante debía hacer ahí, la calma del inicio no duró tanto como lo esperaba dado que durante aquel viaje peleé con él varias veces al día, mi memoria regreso lo suficiente para saber que yo tenía ciertas responsabilidades de las cuales hacerme cargo, incluso visite a una de mis hermanas en uno de sus puntos ciegos, al menos así les llama ella; para preguntar si sabía algo al respecto de mi ida a Londres, por lo que un no fue su respuesta, estaba dispuesta a irme pero una esencia más que conocida se hizo presente, por lo que fui a verlo, se encontraba con algunos individuos pero decidí ignorarlos, se trataba de mi esposo después de todo, pero mi reencuentro no duró mucho ya que Angelo me llamaba a través del sello, no tuve más opción que despedirme, por lo que sin pensar empecé a fastidiarlo desde que salimos del lugar hasta llegar a Londres.

Cosa que funcionó, desde mi punto de vista, una vez en la ciudad me liberó, pero justo antes de que corriera a disfrutar mi libertad de vuelta me detuvo para entregarme cierto estuche decorado sin ninguna palabra, lo observé alejarse y perderse en aquella calle de Londres con la idea de que no volvería a verlo, grabé error, misteriosamente la necesidad de ir a Londres desapareció poco después de eso y aquel que creí que nunca me traicionaría lo hizo unos años después de aquello, no podía hacerle frente, no por que no pudiera si no por que no quise, la única opción fue volver al infierno, obviamente todos los planos supieron de esto y como una de las principales herederas infernales no podía darme el lujo de estar soltera, así que siguiendo las reglas se organizó un baile y bueno, henos aquí.

EL DEMONIO DE LA DIOSA - Michaelis & RushifaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora