―Por tanto, tened cuidado de cómo oís; porque al que tiene, más le será dado; y al que no tiene, aun lo que cree que tiene se le quitará.‖ Lucas 8:18.
La Biblia, que es el libro psicológico más magnífico que se ha escrito jamás, advierte al ser humano de que sea consciente de lo que escucha y luego continúa con esta advertencia: «Al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará». Aunque muchos ven esta declaración como la más cruel e injusta de las frases atribuidas a Jesús, aun así, sigue siendo una ley justa y compasiva basada en el principio de expresión inmutable de la vida.
La ignorancia de la persona sobre el funcionamiento de la ley no la excusa ni le salva de sus resultados. La ley es impersonal y, por lo tanto, no hace diferencias entre las personas. (Hechos 10:34; Romanos 2:11).
Se le advierte al hombre que sea selectivo en aquello que escucha y acepta como verdad. Todo lo que una persona acepta como verdad deja una impresión en su consciencia y, con el tiempo, se definirá como algo cierto o falso. El oído perceptivo es el medio perfecto con el que el ser humano registra las impresiones. La persona debe disciplinarse para oír únicamente lo que quiere oír, independientemente de los rumores o la percepción de sus sentidos. Cuando
acondicione su oído perceptivo, sólo reaccionará a las impresiones por las que se ha decidido. Esta ley nunca falla. Al estar completamente condicionada, la persona se vuelve incapaz de oír cualquier cosa que no sea aquello que contribuye a su deseo.
Dios, como has descubierto, es esa percepción no condicionada que te da todo lo que eres consciente de ser. Ser consciente de ser o tener algo es ser o tener aquello que eres consciente de ser. Todas las cosas descansan sobre este principio inmutable. Es imposible que algo sea distinto a aquello que es consciente de ser.
«Al que tiene (aquello que es consciente de ser) se le dará.» Bueno, malo o indiferente, no importa: la persona recibe aquello que es consciente de ser, multiplicado por cien. De acuerdo con esta ley inmutable de que «Al que no tiene, se le quitará, y se le dará al que tiene», los ricos se hacen más ricos y los pobres se vuelven más pobres.
Sólo puedes aumentar aquello que eres consciente de ser.
Todas las cosas gravitan hacia la consciencia con la que están en armonía.
Asimismo, las cosas se separan de la consciencia con la que no armonizan. Reparte la riqueza del mundo de forma equitativa entre todas las personas y, al poco tiempo, esa división equitativa estará tan desproporcionada como originalmente. La riqueza encontrará la manera de regresar a los bolsillos de aquellos a los que les fue quitada. En lugar de unirte al coro de los «no tengo», que insisten en destruir a los que sí tienen, reconoce esta ley inmutable de expresión. Defínete conscientemente como aquello que deseas.
Una vez definido, una vez establecida tu declaración consciente, continúa con esta confianza hasta que recibas la recompensa. Con la misma seguridad con que el día sigue a la noche, cualquier atributo, declarado conscientemente, se manifestará.
Así pues, eso que para el mundo ortodoxo durmiente es una ley cruel e injusta se convierte, para el iluminado, en una de las más compasivas y justas afirmaciones de la verdad.
«No vengo a destruir, sino a cumplir.» (Mateo 5:17) En realidad, nada se destruye. Cualquier destrucción aparente es el resultado de un cambio en la consciencia. La consciencia siempre realiza el estado en el que mora. El estado del que la consciencia está separada parece destructivo para aquellos que no están familiarizados con esta ley. No obstante, esto sólo es una preparación para el nuevo estado de consciencia.
Afirma que eres aquello que quieres que se cumpla. Nada se destruye. Todo se cumple. «Al que tiene, se le dará.»
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