Bienvenida a casa

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Kai

Allí estaba, frente a mi, con una expresión completamente distinta a como le había visto hacía unas horas en medio de las calles de la ciudad. Desde que había abierto la puerta su rostro se había transformado desde confusión, vergüenza y diversión para terminar en una sonrisa sencilla de boca cerrada.

-Soy Talya-. Dijo con un tono neutro y tranquilo.

Le tendí mi mano para saludarla pero ella la miró y luego miró a mis ojos rechazandola así que la aparté algo incómodo.

-Kai, ¿necesitas algo?-. Estaba bastante confuso por la manera en la que esa chica que había chocado conmigo aquella tarde estaba ahora en la puerta de mi casa y aún rechazaba un apretón de manos.

Ella sacó de su bolsillo trasero del pantalón negro vaquero su teléfono móvil sin decirme nada y tecleó un par de cosas para luego enseñarme la imagen de algo que me era bastante familiar y reciente.

-¿Y bien, la recibiste?-. Dijo refiriéndose a la carta blanca que se había quemado en mi mesa hacía no más de cinco minutos y que ahora estaba viendo en una imagen en la pantalla de su móvil.

Asentí -¿La enviaste tú?-. Ella soltó una risita desagradable y negó con la cabeza, lo cual me hizo sentir aún más incómodo.

-Esta me la mandaron a mí, estaba tú dirección escrita, me han contratado para ayudarte con algunas misiones que requieran a alguien con experiencia-. Sonaba muy segura de lo que estaba diciendo, pero en cambio yo estaba totalmente perdido en la conversación, ¿misiones?, ¿experiencia en qué exactamente? La miré confuso para hacerle entender que nadie me había hablado de eso antes.

Ella entendió mi expresión al instante y en su rostro se formó una mueca de lo que parecía impaciencia.

-Oh dios mío no te han explicado nada-. Dijo con un tono de molestia el cual podía comprender en una situación tan surrealista como lo era esta.

-Bueno, voy a contarte lo que sé un poco por encima, pero antes, ¿vas a dejar pasar a tu nueva compañera de piso o qué?-. Dicho esto entró a la casa con su maleta sujeta a una mano.

No pude evitar tragar saliva torpemente y suspirar. Compañera de piso, en este minúsculo piso a penas cabía yo, esto iba a ser complicado y probablemente algo desagradable al principio, pues solo conocía a Talya por el choque de hacía unas horas.

Cerré la puerta en silencio, pues estaba ansioso por que me explicara, con lo cual no rechisté cuando dejó su maleta y se sentó en el sofá para empezar a hablar de una vez.

-Me crié en una agencia rusa algo especial, soy una profesional en cuanto a asesinatos, armas de fuego y armas blancas, ademas de tener experiencia en el ámbito del espionaje, la...Hermandad me envió esta carta tan particular en cuanto me despidieron por incumplir las normas en mi agencia-. Hizo una pausa y chasqueó su lengua, parecía que el hecho de que le hubieran despedido le molestaba enormemente, yo lo entendía, pues sentiría lo mismo si Maddie me terminaba echando de la biblioteca. En cuanto a lo de las armas...estaba completamente en shock, tenía a una asesina profesional ante mí y parecía, según lo que ella decía, que iba a necesitar de su profesión en algún momento. Eso me ponía de los nervios, yo no era un delincuente y menos podía cargar con la culpa de matar a alguien inocente.

Talya dio una palmada juntando sus manos frente a mi cara, -¡Kai! Atiende a lo que te estoy diciendo- y después de ese gesto bajó sus manos y continuó hablando.

-Como iba diciendo La Hermandad me envió la carta, mandándome tu dirección y diciendo que tú, Kai Dagger, serías mi compañero de misiones-. Esperó una respuesta y me decidí a hablar.

Lo que susurra el viento heladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora