Fantasma

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Kai

-¿¡Talya que pasa!?-. Grité mientras corría hacia el baño, desde el cual había salido el grito de ayuda de Talya. Cuando llegué a la puerta comprobé que estaba cerrada, por lo que tuve que empujarla varias veces para que cediera.

-Menos mal que esto está hecho una mierda.-. Pensé cuando por fin abrí la puerta, pero mi alivio no duró demasiado, pues me encontré la habitación completamente a oscuras, el agua de la ducha cayendo y golpeando contra el plato de esta misma, escuché los sollozos de Talya y me di prisa en encender la luz para ver donde estaba.

Entonces la vi, escondida a un lado del lavabo, envuelta en una toalla y con cortes en todo el cuerpo que sangraban y dejaban en su blanca piel pequeños caminos de sangre, roja y líquida, que corría por su piel.
Cuando me miró me di cuenta de que sus ojos estaban empapados en lágrimas, y mi primer instinto fue ir a abrazarla y sujetarla entre mis brazos, pero en cambio me acerqué cauteloso a ella y le limpié las lágrimas bajo los ojos.
No me atreví a preguntarle que había pasado cuando estaba tan asustada así que empecé a curar sus heridas en cuanto saqué el botiquín que estaba en un cajón del lavabo.

Terminé y puse finas vendas en cada una de las heridas de su rostro, brazos y piernas, ella abrió la boca para decir algo, pero antes de que hablara la levanté en brazos y me dirigí a mi habitación, fue cuando miré el baño desde el pasillo que me di cuenta de que el cristal del espejo estaba hecho añicos, sería la razón de las heridas de Talya, pero, ¿cómo había hecho eso? Y...¿por qué exactamente?

Cuando estuve en la habitación dejé a Talya tumbada en la cama de lado y me coloqué a su lado manteniendo una distancia prudente entre nosotros. Ella giró todo si cuerpo hacia mí para tenerme de frente, vi en su rostro que le había dolido un poco ese movimiento, pero no hizo ningún ruido, y simplemente se quedó en completo silencio, mirándome. Su cara se había suavizado, ya no parecía la chica dura y fría que había conocido hace unos días, sus ojos seguían cargados de seguridad pero parecía más tranquila, incluso más dulce.

Entre estos pensamientos ella fue cerrando sus ojos, y cuando escuché su respiración pausada supe que estaba dormida, por lo que yo intenté hacer lo mismo sin tanto éxito.
Me pasé parte de la noche intentando descifrar lo que había pasado, y mis pensamientos solo podían volar sin control a pensar que era a causa del bosque extraño, el cadáver de Heckins y...los fantasmas, que parecía que ya no sólo vivían en mi cabeza.
Lo que antes habían sido solo dudas en mi propia existencia ahora se estaba convirtiendo en un problema para la gente. A mi alrededor, y no podía dejar de echarme toda la culpa encima, porque tal vez si que lo era, mi culpa y solo eso, mía.

***
Talya

Todo había sido tan rápido que no me dio tiempo ni siquiera a reaccionar, a mí, que me habían entrenado desde que utilizaba pañales, a mí que me habian hecho pasar los peores infiernos, a mí esto se me escapaba de las manos, no podía comprender lo que le estaba sucediendo a mi vida desde que había conocido a Kai Dagger.
Suena bien, tal vez hasta romántico, pero es todo lo contrario, por su culpa y la de toda esa hermandad de locos de atar ahora estoy atrapada en este piso embrujado y por si fuera poco, las cosas están llegando al daño físico...definitivamente esto no estaba en el contrato.

Pensando todo esto, y perdida en esos preciosos ojos azules que mi sobrenatural compañero tiene termino quedándome dormida, y entonces por fin puedo dejar de pensar las cosas y descansar.

Me despierto por la molesta luz que se desliza a través de las cortinas blancas de la habitación y abro mis ojos. Al instante de abrirlos me sobresalto y doy un respingo hacia atrás, cayendome de la cama, mis mejillas arden y ni siquiera entiendo mi reacción, Kai aún duerme plácidamente, parece que no ha notado que nuestros rostros estaban a sólo milímetros de distancia hace menos de medio minuto.

Lo que susurra el viento heladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora