Sakura creía que todo en su vida era normal: trabajo, alguna que otra salida con las pocas amistades que tenía y una hermana que cuidaba de ella, pero esa normalidad comenzaría a derrumbarse ante sus ojos, dejando en su lugar la realidad. Muchos afi...
Hola, espero estén bien. Antes de que lean el capítulo les cuento que ha sido modificado en su totalidad, solo me he quedado con la idea principal de la primera versión... así que si van a pasar de largo con este, no se los recomiendo. Espero lo disfruten y nos leemos en las notas finales.
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Sakura Kinomoto
Ya había perdido la cuenta de las veces en que había pellizcado mi brazo para confirmar si estaba soñando. Las sábanas de mi cama estaban totalmente enredadas, era tanta la emoción que no dejaba de girar abrazándome a ellas. La suave fragancia de Syaoran todavía estaba impregnada en mi ropa y por eso no pensaba ponerme la parte superior del pijama. Ni en mis más locos sueños pensé que ocurriría algo como eso, que sintiera algo por mí, y por eso no dejaba de reproducir una y otra vez las hermosas palabras que él me había dicho.
Yo me hubiera conformado con ser una buena amiga, alguien importante para él, pero esto era mejor... mucho mejor.
Ese abrazo... no podía dejar de suspirar al recordarlo, fue maravilloso. Sentí una tranquilidad que nunca en mi vida había experimentado y no había querido que se acabara, aunque sabía que nuestros amigos estarían esperando. Era increíble el deseo que tenía de no querer separarme de él, pero teniendo en cuenta que nadie sabía a dónde habíamos ido y con el consuelo de que nos veríamos el lunes, le sugerí regresar.
De Tomoyo, no supe nada más. Dentro de toda mi emoción me quedé despierta casi hasta el amanecer, no escuché puertas abrirse ni a nadie más que yo subir escaleras. Al final, el sueño me venció y deduje que ella no llegó a casa y cuando desperté el día siguiente lo confirmé. No me interesaba a donde y con quién se había ido, su ausencia me auguraba un maravilloso fin de semana, solos papá y yo.
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Mi fin de semana pasó como un cometa frente a mis ojos. Había sido tan rápido que cuando fui consciente estaba frente al espejo a las cinco de la mañana. ¡Nunca en mi vida había despertado tan temprano! Pero todo se debía a la revolución que mi estómago, mi cerebro y mi corazón habían declarado en mi contra. No podía dejar de recordar a Syaoran y sus palabras, pensaba en lo que haríamos al vernos en el salón de clases y en cómo cambiaría nuestro trato.
