Cuatro años antes
Puedo recordar con claridad la primera vez que ví a Jiwoo.
Lucía como una niña indefensa a simple vista, con su característico flequillo color caramelo, piel blanca como la porcelana, enormes ojos color chocolate y labios rosas totalmente besables.
Tan indefensa. Tan sola en esa tienda de ropa de seguna mano...
Yo solía comprar allí conjuntos para los niños y niñas del orfanato BBC, los infantes solían usar camisas con enormes agujeros y jeans demasiado grandes. Cuando conocí el lugar hablé inmediatamente con el dueño para donar algunos dólares, comida y ropa extra todos los sábados. —mis días libres–
Gran sorpresa me llevé al adentrarme en la tienda como cada semana y ver a una adolescente de no más de diecisiete años sentada en una desgastada silla de madera. Contaba algunos dólares. No parecían ser más de cuatro.
Usaba el uniforme de una escuela pública y su expresión reflejaba aburrimiento. Jamás había visto a alguien de su edad por el lugar.
Las chicas de su edad odiaban esa ropa barata. Ahorrar algunos dólares no importaba tanto como su reputación.
Comencé a tomar camisetas blancas sin despegar mi vista de ella. Se levantó de la silla y tomó un vestido color durazno.
Ella no era como esas chicas.
El brillo de sus ojos era... indescriptible.
Su abrigo era viejo, incluso desde la distancia podía divisar algunas manchas blancas. No parecía una niña de la calle, estaba usando un uniforme escolar. Sus rasgos también eran hermosos y delicados. Podría ser la imagen de cientos de marcas de ropa sin ningún esfuerzo.
Pero no lo era y eso me hacía sentir escalofríos.
Era una simple chica tratando de elegir la ropa menos fea.
Y tal vez...
Solo tal vez...
Era una niña tratando de sobrevivir.