Bajo el brillo de la luna | NorEmma.

Capítulo 18.

Libera lo que sientes.

P.O.V Emma.

Ya han pasado casi dos meses desde que acepté que mi situación con Norman ha cambiado drásticamente. Los sentimientos no eran los mismo, las sensaciones no eran las mismas, ¡Mucho menos los pensamientos! Porque si antes imaginaba a el albino y yo jugando en algún parque, ahora lo que pienso es que...

No, ni siquiera debería estar pensando eso.

Ver a Norman como siempre, era un nivel de demasiada dificultad.

Por eso, mi punto de vista se dividió en dos...

Por un lado, veo a Norman como mi mejor amigo. Aquél niño de sonrisa risueña, una linda cabellera de copitos de nieve y con unos bellos ojos celeste que me transmitían serenidad. Ese chico que siempre estaba atento a cada palabra que decía, trataba de protegerme de cualquier amenaza y evitaba a toda costa que me invadiera la tristeza.

Pero por el otro lado...

Veo a Norman, no como un niño, sino como un joven apuesto. Tan divino y hermoso, que tal belleza debería ser alguna bendición de los dioses. Con un porte elegante y autoritario. Me siento tan embobada por él, que, a veces, tengo que evadir las grandes ganas de tirarme sobre él y besarlo.

—Emma, ¿Estas bien? Te veo muy roja.

¡No te quedes callada y mirándolo como boba! ¡¡¡Reacciona!!!

—E... Es... toy bien.

Que vergüenza.

Caminábamos hacía su casa, con el propósito de que al llegar, practicáramos un poquito más nuestra danza. Norman es perfeccionista y entiendo que no quiera que todo nos salga mal.

Recuerdo cuando empezamos a practicar, éramos fatales. No, mucho más que fatales, ¡Absolutamente terribles bailando! Oliver nos regañaba cada minuto. Debió ser difícil para él guiar a tales "bailarines" que poseen dos pies izquierdos.

Inclusive, Oliver se ofrecía a ser mi pareja en el gran baile. Dijo que Norman intentaba bailar mas su cuerpo no coordina. Sin embargo, rechacé su propuesta. Yo en serio quería bailar con ese albino...

Porque a pesar de que sus manos son frías, similares al hielo, bailar pegada a su pecho es tan cálido como ser tocada por suaves rayitos del sol.

Al llegar a nuestro destino, el de orbes azules abrió la puerta y nos recibe la sala de la gran casa con dos hombres conocidos en su interior.

—¡Hola, señor James! ¡Hola, señor Peter! —exclamé emocionada por verlos de nuevo.

—¡Hola, bella Emma! —El señor James se acercó a mí y me abrazo, yo correspondí feliz. En cambio, el señor Peter mantuvo su distancia y saludo con la mano.

—Buenas tardes, padre —dijo Norman.

—Oh, hijo. Me alegra que hayas llegado temprano —James palpo la espalda de su hijo.

—¿Y porqué no me das las buenas tardes a mí, sobrino?

Era obvio notar la mirada de odio de Norman hacía su tío.

—Buenas tardes, Peter —respondió Norman mas la mirada de odio no se iba.

—Hijo, tu tío y yo tenemos que salir a resolver unos compromisos.

—Oh, que les vaya bien, padre —expresó Norman—. Pero... Si ustedes se van... Y Bárbara, Cisclo, Vicent y Zazie salieron a disfrutar su día libre... —Las facciones del albino mostraron la típica mueca de duda—. Eso significa que... ¿Casa sola?