7. Sucker

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Sucker // Jonas Brothers

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—No, así no es como tienes que llamarme—dijo Nico con su voz más profunda.

El omega le miraba con los ojos llenos de rabia, se mordía los labios para no complacerle, para no hacer lo que tenía que hacer.

Nico tenía la nariz atestada de su olor, dulce, picante y el más excitante que había olido en su vida.

—Dilo, y te daré lo que quieres.—Se frotó su propia erección enfundada aún bajo la tela de su pantalón de traje.

Escuchó el suave gemido del omega, sus pupilas dilatas, y cómo su entrada chorreaba necesitándole cada vez más.

Lo había encontrado con los pantalones humedecidos y deshaciéndose de ellos para darse algún tipo de consuelo.

Se acercó a él tomándole de la barbilla angulosa, era condenadamente atractivo, sin tener nada que ver con ese celo que les había cogido desprevenidos a ambos. Acarició la suave piel de su barbilla llevando su dedo pulgar a los jugosos labios hinchados de tanto morderlos.

Empujó contra ellos, y él los abrió, sintió como lo aprisionaba succionándolo. Nico iba a reventar, pero su lado alfa tenía claro lo que quería

—Dilo.

Los ojos dilatados, llenos de sombras de placer le miraron, solo un poco más, pensó, solo un poco más y lo harás.

Pero solo recibió un quejido lastimero, una pequeña súplica que le hacía sentir más débil, pero se dio valor y se mantuvo firme.

Retiró sus dedos de su lengua juguetona y se cruzó de brazos apoyándose contra la mesa. El fastidio en los gestos del omega no se iba, le estaba llevando tan al límite que no sabía qué consecuencias tendría eso después.

A Nico ahora no le importaba, solo quería tener al omega como él quería, como ambos necesitaban.

Aún llevaba la camisa y la chaqueta de su carísimo traje, se deshizo de la chaqueta ante los ojos Nico, desanudó la corbata, y fue abriendo la camisa botón a botón. La cantidad de feromonas que exudó Nico ante la visión del cuerpo delicioso del omega los dejó a los dos un poco fuera de combate por unos segundo.

Lo devoró con los ojos, su suave piel, su cuerpo fino y estilizado, sus pezones rojos y abultados necesitados de atenciones. Su vientre plano pero que sabía podría acabar completamente abultado al finalizar el día. Y su miembro, pequeño, rosado, hinchado. Era un ejemplar perfecto de omega, y era para él. Solo tenía que decirlo y le daría lo que él quisiera.

Los fluidos que dilataban su ano escurrían por sus muslos, y Nico solo quería lamerlo hasta quedar saciado, quería girarlo sobre su regazo y abrirle las nalgas para ver aquel punto abierto y comérselo.

Pero ambos necesitaban ese momento, uno que había llegado al fin.

El omega borró de su rostro los restos de arrogancia, del control al que se obligaba en un estado como aquel. Se lo quitó, como se había quitado la ropa.

—Te necesito, Alfa—dijo completamente sincero.

Nico lo alzó en brazos en solo dos pasos, el omega hacía cedido a lo único que lo satisfacía en su celo, entregarse voluntaria al alfa. Ser lo que eran, un alfa y un omega a punto de copular.

Las piernas del omega le rodearon la cintura humedeciendo la tela de su pantalón, daba igual, ahora daba todo igual. El alfa le besó, le besó como se merecía, con toda la dedicación, con la misma necesidad que él sentía en sus entrañas.

20 recuerdos de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora