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Nuevamente en su aburrido trabajo, en su aburrido escritorio y su aburrido papeleo. ¿No había algo mejor que hacer? Al parecer no, solo checar los gastos, ganancias y perdidas de la empresa en la que trabajaba sería su único entretenimiento.

Pero después de todo tenía un motivo por el cual seguir, lo hacía por él. No, lo hacía por ellos mejor dicho.

Un café siempre aligeraba la carga pues ayudaba a despertarse y concentrarse mejor. Tomó un gran sorbo del líquido y suspiro, por algún motivo un extraño sentimiento comenzaba a sumergirlo en completa ansiedad, algo no se sentía cómodo, algo estaba mal.

De pronto, la taza cayó al suelo, la agarradera se había soltado. Sin más que hacer, con cuidado de no cortarse junto los trozos más grandes de la cerámica y junto con algunas servilletas limpio levemente el líquido tirado en el suelo. Al menos había tenido la suerte de no haberse lastimado con dicha bebida caliente, sin embargo ese extraño sentimiento seguía ahí, solo haciendo presencia.

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Siguió caminando distraído por los pensamientos que daban vueltas una y otra vez sin césar dentro de su mente, la luna junto con el frío viento que firmemente intentaban traerle de vuelva a la realidad no lograban su cometido, seguía demasiado distraído.

Sus pies no paraban de caminar, inconscientemente seguía con su paso buscando saciar su ansiedad.

Adelante y solo adelante, en ninguna ocasión dirigió su mirada hacia otro lado, continuando nuevamente con aquella marcha poco a poco el rito era más acelerado.

Ese horrible presentimiento no se iba y solo lo hacía doblemente por, pues seguia intensificandose, sin darse cuenta estaba frente una calle.

Nuevamente no aparto su mirada del frente, sin revisar cruzó el pavimento esperando llegar a la banqueta, un auto a gran velocidad, con las luces dañadas se acerca sin que esté se percatara.

El ruido de un frenado en seco y un espantoso grito de dolor fue lo que rompió el silencio de la noche, el cuerpo ensangrentado cayó junto con algunos cristales rotos que terminaron de dañarse al momento del choque.

El azabache se encontraba bajo una de las ruedas, ni siquiera daba alguna señal de que esté siguiera respirando, la sangre no paraba de expandirse junto con el charco de color carmesí.

¿HOLA? //#CoMPaS // RapllinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora