Capítulo VI: Bianca

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Bianca había visto cosas muy extrañas a lo largo de su vida que aparentemente no tenían ninguna explicación. Por ejemplo, cuando un mendigo se le acercó mucho y le dijo «Hueles muy bien. Semidiós. Comida. Ñam». No entendió eso de "semidiós", pero cuando se fijó en él vio que sus ojos eran como los de una serpiente y su piel se estaba volviendo verde y escamosa. Lo único que hizo fue correr rápido para alejarse lo máximo posible de aquella cosa. Y no era la única vez que parecía toparse con "monstruos", si se le podían llamar así.

Pero cuando vio aparecer a un chico de entre las sombras, comerse el suelo y a continuación maldecir en griego antiguo para después desmayarse mientras ella era perseguida por una cosa medio mujer medio murciélago con cara de perro que gritaba "¡Muere, pequeña semidiosa!", supo que definitivamente ese era el día más raro de su vida.

La chica estaba practicando tranquilamente con el arco. Cuando se le acabaron todas las flechas, fue a la diana a recogerlas. Dejó su arco apoyado en la de al lado (a un metro de distancia de ella, más o menos) y se puso en ello.

Ya tenía unas cuantas flechas en su carcaj cuando, de repente, notó que no estaba sola. Un escalofrío le recorrió la espalda mientras notaba un sudor frío en la nuca.

¿Por qué reaccionaba así? Seguramente era Johnny. Para autoconvencerse, siguió a lo suyo como si no pasara nada. Normalmente confiaba en su instinto, que ahora le gritaba que huyera, pero consideraba que no era necesario. Estaba sana y salva.

Sí, claro.

—Por fin estamos a solas, pequeña semidiosa.

La voz (muy familiar) sobresaltó a Bianca. Rápidamente se dio la vuelta, y abrió la boca en un gesto de sorpresa al reconocer a la persona de la que procedía.

—¿Señorita Gorfoth? ¿Qué hace usted aquí?

La mujer esbozó una sonrisa terrible y se acercó a ella, lo que hizo que la chica retrocediera.

—Vaya, vaya. Pero mira a quién tenemos aquí. A la ignorante y odiosa Bianca Hayles —le tocó la trenza del pelo con desagrado—. Era tan sólo cuestión de tiempo que este encuentro se produjera.

Bianca tragó saliva, con la garganta reseca. ¿A qué venía todo eso?

—N-No sé a qué se refiere, señorita Gorfoth —tartamudeó.

—Oh, pues claro que no lo sabes —la miró con falsa compasión—. Y en cierto modo, es mejor que así sea. Verás, te lo explicaré —se dio la vuelta y comenzó a andar hacia el enorme ventanal que había allí.

Bianca se movió hacia su arco casi imperceptiblemente, y enseguida se preguntó por qué lo hizo. ¿Pensaba atacar a la señorita Gorfoth? Aunque nada de eso le cuadraba. Su instinto le decía que no era una mujer normal, y ahora sí que iba a confiar en él.

—¿Por dónde empiezo? —la voz de la mujer sonaba aburrida—. Ah, sí. Digamos que eres una semidiosa muy poderosa, y puedes ser un peligro para nuestros planes.

Bianca frunció el ceño. La señorita Gorfoth parecía que acababa de hablar en chino, ya que no había entendido ni una sola palabra.

—¿Semidiosa? —eso fue todo lo que se le ocurrió preguntar.

—Qué ricura —por su expresión, Bianca supo que no la consideraba ninguna ricura, pero decidió no hacer ningún comentario al respecto—. Ni siquiera te han explicado quién eres realmente.

Ya estaba más cerca del arco.

—Pues claro que no me lo han explicado. Sé de sobra quién soy —replicó la chica con osadía.

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⏰ Última actualización: May 09, 2015 ⏰

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