CAPÍTULO 1

859 27 5
                                    

El mundo es tan grande como para sentirte insignificante -algunas veces -y tan pequeño para pensar que nada es imposible, todo depende de la perspectiva y el humor con el que lo veas.

Hoy era uno de esos días en los que me sentía insignificante, comencé mi mañana con mi mamá regañándome porque otra vez se me había hecho tarde para irme a la escuela, eso me hizo recordar que tenía un examen importantísimo con el profesor al que peor le caía, y además no había hecho la tarea que tenía que entregarle.

Terminé mi plato de cereal y tomé mi mochila color guinda, la monté sobre mi hombro derecho y salí ignorando el "así no vas a brillar en sociedad" que mi hermana menor me decía casi todos los días para burlarse de mí. Cerré la puerta y saqué mi reproductor de mp3 de la bolsa de la chamarra donde lo traía, desenredé los audífonos y me los puse para perderme en mí mundo, ese que sí me gustaba; di click en el botón de play y mi cómplice favorito comenzó a cantar: Juan Solo.

Así es, yo era una niña empezando el segundo semestre de universidad, una -de miles -a las que les gustaba Juan Alberto Solís Cosio, mejor conocido como Juan Solo, y me hacía muy feliz el simple hecho de escuchar sus canciones e imaginármelo cantándome tomados de la mano, o yo sentada frente a él mientras toca su guitarra... Ese era mi mundo, el único que disfrutaba todo el tiempo.

-¡Pau! ¿por qué no llegaste a clase? El profe ahora si te va a tronar -me dijo mi amiga Claudia, desconectándome de mi mundo, y Juan.

-Se me hizo tarde -me limité a decir.

-Amiga, tienes que esforzarte y llegar temprano.

-No te preocupes, voy a hablar con él para que me deje hacer el examen.

-Esta bien -tomó mi reproductor -¿otra vez Juan Solo?

-Él es el único que me comprende.

-Lo dices como si te hablara -respondió entre risas.

-En mi relación mental, nos hablamos todo el tiempo -me burlé de mí misma.

-¡Hasta que las encuentro! -dijo Mario, venía caminando a prisa.

-Hola Mario, ¿A qué debemos el honor? -se burló Claudia.

-Tonta -le sonrió -en realidad quería ver a Ana Pau.

-Me choca que me digas así, menso. ¿Qué pasa?

-Mira -me dio un folleto de media carta.

-¡Juan Solo! -grité y me levanté de un salto -tenemos que ir.

-¿Tenemos? -preguntaron ambos.

-Su deber como amigos es acompañarme a ver a mi novio mental.

-Bueno, vamos... Pero va a ir muchísima gente Pau, ni lo vas a ver.

-Es un concierto, se supone que la gente va a verlo y escucharlo cantar... De lejos-me crucé de brazos, ¿Qué pensaba Mario? ¿Qué iba a hacerme un show privado?

-Esta bien, supuse que dirías eso... Así que -sacó unos cartones de su bolsa trasera del pantalón -¡Ya tenemos boletos! -y yo volví a gritar, mientras mis amigos fingían emocionarse conmigo.

El resto del día pasó sin novedades, salimos de la Universidad y en la parada del bus nos despedimos, ya que los 3 tomábamos camiones diferentes. Llegué a mi casa y mi mamá ya me estaba esperando con la comida hecha -y no es por presumir, pero nadie tenía mejor sazón al de ella -dejé mi mochila y chamarra en el sillón y me dirigí a la mesa, también estaba ahí mi hermana, con la mirada clavada en el celular; mi mamá le dijo que lo dejara, ella no le hizo caso.

Alguien como yo [Juan Solo Fanfiction]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora