Capítulo 11: Habitación.

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Habían pasado algunas horas, yo no podía conciliar el sueño. Me parecía absurdo el simple hecho de estar aquí llorando por ese idiota, juro que no podía descifrar el por qué de su actitud.

Escuché algunos ruidos por las escaleras, limpié mis lágrimas, me acosté y me acomodé en mi cama. Tocaron la puerta.

—Adelante. —me senté en la cama de nuevo, pasé una mano por mi cabello.

— ¡Hermanita! —Ryan entró por la puerta, un poco ebrio.

—Hey, hola. —sonreí—. Veo que te fue bien. —solté una risa.

Se quedó en el marco de la puerta con una mano en la cintura y la otra en el marco.

— ¿Lloraste? —me apuntó mientras se acercaba a la cama.

— ¿Qué? No. Claro que no.

¿Cómo se había dado cuenta? La luz estaba apagada, todo en mi habitación estaba oscuro, a excepción del pequeño destello de luz que provenía de la luna.

—Claro que sí. —un hipo lo acompañó.

Negué con la cabeza. —Estás mal. Ve a dormir.

—Jake me contó —soltó de golpe.

— ¿Qué? —abrí mis ojos aún más.

—Sí. Me contó todo. —terminó por sentarse a un lado de mí, se recargó en la cabecera de la cama y puso sus manos detrás de su cabeza—. Incluso, su beso en la noria.

Sonreí al recordarlo.

—Igual… no sirvió de nada. —me recosté a un lado de él.

— ¿Por qué lo dices? —los dos mirábamos a la nada. Obviamente, todo estaba oscuro.

—Tú lo sabes. Jake es tan…

—Estúpido. —terminó la frase por mí.

—Sí, estúpido. —pausé unos segundos—. Él es tan… extraño. Tiene una actitud tan misteriosa, un minuto está súper bien, sonriendo, al otro está callado perdido en algún pensamiento, y al siguiente… ¿sabes cómo está? —me quedé callada algunos segundos—. Al siguiente, es la persona más malvada que he conocido, con una actitud tan estúpida, tanto como él. Pero quiero saber, qué es lo que lo lleva a ser así, cuáles son sus motivos, solo quiero alguna respuesta. —suspiré.

Esperé alguna respuesta por parte de Ry, nunca llegó. Giré a verlo y este estaba con los ojos cerrados y dormía tranquilamente como un bebé.

—Solo lo quiero a él —terminé por decir.

—Eso es lo que quería escuchar. —di un salto—. Sé que lo quieres. Ahora si no te molesta, quiero dormir.

—Si tanto quieres dormir, ve a tu habitación. —apunté hacia la puerta.

—No, aquí es más cómodo. —me dio la espalda y se tapó con la cobija.

Pasaron algunos minutos y yo seguía en la misma posición. Mi móvil se encontraba en silencio, así que una luz se asomó por él.

Lo tomé y era un mensaje.

Jake Collins: “Fresita. ¿Estás despierta? ”

 

Me tomó algunos segundos, saber si responderle o no. Puse el móvil en el mueble de al lado, y luego lo volví a tomar.

 

“¿Qué es lo que quieres?”Aún no sabía si dar en la tecla enviar o no.

Enviar.

Ariel © [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora