04 - Felicidades, Felicidades, Felicidades

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'La práctica hace al maestro'.

¿Cuántas veces escuchó esa frase en su primera vida? ¿Cuántas veces practicó y practicó hasta que las palabras fluían de su cerebro al documento sin tener que pensarlas activamente? Shen Yuan alegaría que por eso escribió tanta mierda que no recuerda, y tendría que aceptar que era cierto, pero escribir 10,000 palabras cada día, sin mencionar el doble que su pobre y agotado cerebro le daba cada fin de semana, ¡ya era una gran hazaña! Su instinto de supervivencia era fuerte y necesitaba hacer lo que fuera para comer.

Avión apuntando al cielo era un maestro sin duda alguna. El maestro de los clichés y tramas sin terminar, ¿pero acaso no les dio un libro de miles de capítulos llenos de bellezas y un protagonista envidiable? Ah, y cómo olvidar las cientos de escenas llenas del infaltable papapa que podría hacer sonrojar hasta al más pervertido de sus lectores...

Avión era el maestro en aprovechar cualquier situación y convertirla en una escena XXX para su protagonista y la nueva esposa en turno.

Tanto lo era que, ahora que su nombre era Shang Qinghua y vivía dentro de su novela, sabía perfectamente cómo convertir una situación en otra de esas escenas. No solo eso, su propio cuerpo lo sabía sin tener que pensarlo.

Sí, era eso.

No tenía nada que ver con la forma en que la temperatura de su cuerpo subía demasiado cuando Mobei estaba cerca de él, su pulso acelerándose y sus sentidos simplemente agudizándose al momento en que este aparecía. No, nada. Nada que ver con lo excitado que parecía estar últimamente tan solo con pensar en el Rey Demonio.

Aún cuando cada noche podía tenerlo para él en la cama, aún cuando finalmente se había hecho del muy necesario lubricante y le había demostrado cómo podían disfrutar de eso...no era suficiente.

Necesitaban practicar.

Bastante.

Claro. No era una excusa solamente. No era su forma de 'convencerlo' para que lo tomara cada noche hasta que el agotamiento terminaba con ellos. No era porque sintiera como si su cuerpo estuviera pasando por la adolescencia por tercera vez, sintiendo que cada roce despertaba en él ese deseo. No. Para nada.

"Qinghua", levantó la vista de los papeles que había estado leyendo, o aparentaba leer pues era imposible concentrarse, y notó el rostro contrariado de Mobei Jun.

"¿Dawang?¿Pasa algo?", preguntó. Habían estado todo el día en medio de reuniones con los consejeros, quienes no habían parado de mirarlo con súplica en los ojos cuando sus planes eran hechos trizas frente a ellos. Aún si siempre intercedía, esta vez se había mantenido en un silencio casi caprichoso.

¿Pero qué iba a hacer?

¿Convencer a su Mobei Jun de casarse con alguien más y tener sus hijos, dejándolo de lado? No. Aún si el estúpido ritual no terminaba funcionando, incluso con toda la práctica que estaban teniendo, no iba a ceder en eso. Él había creado ese mundo, así que planeaba disfrutar de él ahora que la trama finalmente había terminado. No iba a aceptar a una Reina poderosa que no dudaría en matarlo para quitarlo del camino en cuanto su matrimonio se llevara a cabo.

"Tu aroma", murmuró este, casi entre dientes. Ahora que lo veía mejor, Mobei Jun se notaba casi tan tenso como lo había estado durante toda la junta. Los consejeros habían salido apenas hacía un rato, debería estar ya más relajado, pero parecía ser lo contrario.

"¿Mi aroma?¿Qué tiene mi aroma?", no había sido cubierto de sangre u otras sustancias, y se la había pasado junto a Mobei la mayoría del día, ni siquiera podía notar un cambio cuando olía su ropa. Para él, era lo de siempre.

Linaje [Moshang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora