iv

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El día era de lo más extraño para Reiner. El entrenamiento y los gritos de su instructor eran los mismos, eso en definitiva no había cambiado. Pero algo, existía una atmósfera que no estaba seguro de si le terminada o no de gustar.

La primera cosa rara que notó — además de Porco no intentando matarlo en todo el día — fue un sutil distanciamiento de algunas chicas que anteriormente pasa algo de tato tras el rubio. También recuerda hacer recibido un par de felicitaciones por parte de Christa y un "lo siento tanto" de Sasha. Algo extraño estaba sucediéndole. Podía sentir murmullos a sus espaldas de sus compañeros y cosas por el estilo, miradas que se le pegaban en la nuca y no lo dejaban en paz ni cuando estaban con el equipo de maniobras.

Lo más extraño de todo es que Porco había estado cerca, demasiado cerca y no le había metido el pie o empujado a una caída casi mortal. Estaba extrañamente cercano e incluso podría jurar que le sonrió en un par de ocaciones. La mueca estaba un poco torcida pero si, era una sonrisa. Nunca antes le había sonreído de esa forma, a menos no sin una segunda intención de causarle daño físico o emocional.

Pero sin duda lo más extraño se dio, de nuevo a la hora de la cena. Se había sentado tranquilamente en su lugar, esperando a que su mejor amigo se sentase a un lado, con los dos hermanos al frente y de nuevo la invitación hacia Annie para que se sentara. Acabarían siendo rechazados, pero aún así lo harían; o más bien Marcel lo haría "debemos permanecer juntos" había dicho.

Pero de nuevo, la irregularidad se fue a tomar el asiento libre en la mesa.Y por irregularidad nos referimos a lo que sucedió después de que Jean se acercara a pedir lecciones de manejo del equipo.

— ¡Claro que podemos ayudarte Jean! — respondió animado el castaño, la expresión de quien preguntaba era contraria a lo que se esperaría de alguien pidiendo ayuda y no uno si no dos de los mejores se ofrecían a ayudarlo.

— Le pregunté a Reiner

— Si, pero la ayuda la damos entre los dos — contestó de nuevo antes que el rubio pudiera emitir algún sonido. — No me vas a dejar fuera de nuevo ¿Verdad?

Los ojos obscuros hicieron contacto con aquellos de color claro y tenía al frente. La diferencia de altura hacía que para mantener la mirada Marcel tuviera que alzar las pupilas lo cual en adición a su ceño amable y cejas un poco curvadas hacia arriba lo hacía ver suplicante, como si estuviera pidiendo un favor de suma importancia.

— Si no tienes problema, supongo que no — contestó al fin mientras se llevaba el pan a la boca para seguir comiendo con tranquilidad.

— ¿Ves? No hay problema, si va a enseñar entonces va conmigo

— Solo han hecho eso una vez y fue con el idiota de Eren. A ese inútil no podría enseñarle ni un pelotón completo — se quejó mientras recibía un sonido enojado venir desde el otro lado de la sala —. Solo soy yo, no eres necesario en esto Marcel.

— ¡Claro que lo soy!

Un "no lo eres" amenazaba con iniciar una discusión tonta e infantil entre los dos. El más alto podía predecir que terminarían por preguntarle a él y por eso mismo decidió atascarse la boca con el pan. Solo no quería meterse en problemas de nuevo, no volvería a intentar parar alguna pelea entre nadie, ya fueran de su grupo o no.

En esos momentos Reiner estaba a pocos segundos de aprender la valiosa lección que su madre le había dicho tiempo atrás. "No te metas toda la comida a la boca" no era como si el fuese un glotón de niño, pero cuando le contaba de sus entrenamientos tenía a hacerlo en las horas de comida. Por tanto cuando tenía un buen día apresuraba a comer para poder hablarle, no pasaba mucho; pero cuando pasaba era divertido, como el día que conoció al pelinegro de ojos oliva.

Si no es tuyo entonces es mío || Reiner harem || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora