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Había pasado una pequeña incomodidad mientras dormían. Más bien una grande, pero al final ¿Quien se fijaba? No había nadie que los hubiera visto en ese estado por lo que sencillamente no podría pasar nada.

Solamente estaba el rubio preguntándose sobre su sexualidad y de cómo es que está lo iba a afectar en próximas épocas ¿Debía dejar de bañarse con los chicos? Bueno, técnicamente cuando pensaron que él y Porco estaban liados no le dijeron nada sobre ello así que supuso que estaba bien, después de todo; no había una forma correcta o incorrecta de ser un hombre gay. Eso pensaba mientras tomaba el desayuno tranquilamente y en su sitio de siempre.

Se había levantado más temprano que el resto de sus compañeros para poder pensar tranquilamente su situación. Fuera del asunto de la maravillosa incógnita del "me gustan los hombres"  tenía mucho en qué distraerse. Iniciando por el hecho de que se le había antojado demasiado su mejor amigo esa noche.

Nunca se había descubierto a sí mismo pensando de esa forma sobre algún otro hombre. Si, los había notado guapos, agradables e incluso había tenido ganas de estar más cerca de algunos. Pero no sentir o pensar en hacer lo qué se le ocurrió en esos momentos.

Las imágenes de su imaginación no lo habían dejado dormir bien y entendía la razón. Quizá había descubierto un poco más de si mismo gracias a los pensamientos cochinos que había tenido en esas horas que se le hicieron eternas.

Cosas como el otro de rodillas o en cuatro, los ojos mirándole desde abajo en una expresión suplicante, casi rogándole algo. Por supuesto el trasero del moreno estaba presente en un par de esas imágenes que se hacían que se le subieran los colores cuando se preguntaba como se vería si no lo cubriese la ropa.

— ¿Se puede saber qué cosas estas pensando? — Ymir se había sentado frente a él y le interrumpió con la pregunta mientras le encaraba una ceja.

— Nada importante

— ¿En serio? No párese Reiner — contestó casi de inmediato. — Si no fuera nada, no tendrías la cara color tomate ¿En que estás pensando?

— En nada Ymir ¿No tienes algo mejor que hacer?

— Christa está durmiendo en la barraca así que no, realmente no tengo nada mejor que hacer.

— ¿Y por qué me tienes que molestar a mí?

— Porque no hay mucha más gente despierta, y aunque eres un raro no me desagradas tanto

— Gracias, supongo.

Hablar trivialidades con la pecosa no era molesto como esperaba. De hecho le ayudó un poco a despegar la cabeza de sus pensamientos y confusiones sobre en qué sentido le gustaba Berthold, porque de alguna forma había decidido que le gustaba.

Estuvieron un rato hablando hasta que la pequeña rubia se presentó al comedor. Cuando ella aparecía la morena no tenia ojos, oídos o atención para cualquier otra cosa.

Quedo un rato solo hasta la llegada de su grupo de amigos/compañeros que al parecer seguían trayendo media almohada en la cara. Naturalmente los saludo con un buenos días que contestaron medio idos.

Esperaba con todas sus fuerzas que la convivencia con su mejor amigo no fuera extraña por lo que sucedió en la noche. Parte porque no quería que se dieran cuenta y parte porque simplemente no quería estar raro, mucho le costó volver a tener a su compañero como para que ahora esté se le alejara por eso que podría pasarle a cualquiera.

¿Realmente podría pasarle a cualquiera? ¿O solo le pasaría a alguien con una tremenda suerte?

Berthold era precioso, un ángel incluso. Tenía suerte de ser amigo de la única persona que podría mandar todo a la mierda por él, pues conocía que a su mejor amigo le importaba mas el estado del contrario que la misma misión y eso le hacía sentir especial, de alguna forma.

Si no es tuyo entonces es mío || Reiner harem || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora