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JiSung también había crecido durante estos ocho años. Era más alto, sus facciones habían cambiado pero él no, seguía siendo el dulce niño de hace tanto tiempo pero no con los mismos recuerdos.
Cuando Lee MinHo fue encerrado, el pequeño no paraba de llorar, sus ojos derramaban lágrimas cada vez que pedía verlo. Sus padres le repetían constantemente que él era un asesino, un hombre malo.
- Ese muchacho estaba totalmente enfermo, JiSung.
Los señores Han jamás pensaron que algún día dirían eso del muchacho que alguna vez llamaron hijo también, es decir, lo vieron crecer junto a su propio hijo. En ese entonces el pequeño tenía tan sólo cuatro y JiSung era un bebé que recién llegaba al mundo.
- ¡MinHo, ven acá! ¿No quieres cargar al bebé?
El mencionado niega asustado, no quería lastimar a esa pequeña cosita que dormía pacíficamente entre los brazos de la mujer.
- Cariño, sólo tómalo asi -La señora Han toma con cuidado las manos del pequeño y lo ayuda a cargar el bultito que estaba entre las mantas.
- ¡Es tan chiquito! -Exclama con una sonrisa de entusiasmo, una sonrisa que se ensancha más cuando el bebé toma su dedito-. Yo te cuido, bebito.
¿Cómo es que todo se volvió así? Sólo recuerdan lo mucho que se volvió apegado a su hijo, los Han veían con naturalidad el instinto protector del mayor durante el paso de los años. Pero todo cambió, fue entonces cuando se dieron cuenta que el muchachito tenía un raro trato con JiSung. Y todo empeoró cuando comenzó a darle cariñitos, cuando se enojaba al ver a otros niños cerca de él, cuando lo llevaba y traía de la escuela. Los Han decidieron actuar y pidieron una orden de restricción. Fue realmente fácil, los Lee estaban a favor del deseo.
Por otro lado, el castañito se negaba a todo lo que decían sus padres, siempre creyó las palabras de su MinHonnie.
JiSung fue llevado al psicólogo para que trataran su trauma según sus padres pero había algo raro en ello.
El doctor en cada sesión mencionaba que su hyung nunca existió, que todo era el producto de un mal sueño. ¡Eso no era cierto! ¡Honnie era real!
Por supuesto que lo era pero los Han querían a toda costa que su niño siguiera una vida normal y lo conseguirían con el mejor psicólogo de Seúl, ningún precio sería demasiado alto con tal de que Lee MinHo desapareciera de sus vidas.
- JiSung, todo lo que me cuentas fue el producto de un mal sueño. Lee no existe, es sólo algo imaginario que salió de tus sueños.
- P-Pero Honnie si existe, ¡Lo he visto muchas veces! -JiSung limpia sus lágrimas con la manga de su suéter, el doctor le mira inexpresivo mientras intenta convencerlo.
- Mírame, pequeño. Todo estará bien, sólo fue un mal sueño y vas a superarlo, ¿De acuerdo?
- Uh, de acuerdo...
Y entonces después de tres largos años sucedió, el castañito había olvidado completamente la existencia de Lee MinHo y de lo que una vez significó en su vida. Cuando cumplió los trece dejó de ir al psicólogo para seguir con su vida normal, regresó a la escuela, regresó a su casa, regresó con sus amigos.
Joder, el tiempo pasa tan rápido como hojas cayendo de un árbol.
Ahora tenía veinte años cumplidos, tenía grandiosos amigos, seguía en la universidad. Pronto estudiaría una increíble carrera y se graduaría, su vida era tranquila.
Claro, era tranquila hasta que Lee MinHo escapó del sanatorio mental causando un alboroto entre la cuidad de Seúl.
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